No se ría, no grite, controle sus emociones. |
En
Cuba hay manía de administrarlo todo.
Hay
un grupo de funcionarios que lo quieren regular todo, lo que no se debe ni
se puede regular.
Ahora
la han cogido con las congas en los estadios de pelota, la pasión nacional y
una parte vital de lo que se llama cubanía, y han prohibido a esas
agrupaciones, que después de 50 años le han comenzado a molestar a alguien, por
lo que de ahora en adelante, los juegos de béisbol serán como actos solemnes,
como velorios.
Es
como pedirle a los fanáticos del fútbol en el mundo que no suenen las cornetas,
ni griten, ni hagan coros que estremecen los estadios.
Es
como decirle a alguien con un dolor profundo: no llores, u ordenarle a otro que
no se ría ante un momento de alegría.
No
dudo de que en cualquier momento pongan carteles en las puertas y en los
interiores de los parques beisboleros ordenando: “Controle sus emociones,
prohibido gritar cuando su equipo dé un jonrón; no se inmute ante una buena
jugada, no se meta con los árbitros ni con los peloteros contrarios”.
Todo
ello es parte de la idiosincrasia de las personas, es parte del propio espectáculo
que genera un juego de béisbol, de fútbol, de baloncesto, de voleibol.
El béisbol en Cuba, como el fútbol en Europa y buena parte de América, es pasión, y las pasiones vienen de las emociones y las emociones no se controlan, porque están en el subconsciente, en la parte del cerebro en la que no se manda, por lo tanto no se pueden administrar, mucho menos prohibir por otros.
El béisbol en Cuba, como el fútbol en Europa y buena parte de América, es pasión, y las pasiones vienen de las emociones y las emociones no se controlan, porque están en el subconsciente, en la parte del cerebro en la que no se manda, por lo tanto no se pueden administrar, mucho menos prohibir por otros.
Como
bien dice mi amigo Adonis Subit, “los estadios abarrotados, con juegos candentes,
pueden servir como lugar ideal para la sana práctica del yoga”.
Ahora
me viene a la mente una frase de mi amigo José Antonio Fulgueira: “es como
pedirle al perro que ladre más bajo”.
¿¡Será
posible!?
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