martes, 31 de julio de 2018

Arte y sensualidad en la ballerina del Ballet Nacional de Cuba, durante una de sus presentaciones en Las Tunas, provincia al oriente de Cuba. Fue una noche en que brillaron las muchachas junto a Alicia Alonso, siempre tierna, siempre bella, con su mítica presencia que llenaba el Teatro Tunas. Y ahora mismo, aquí, le entrego esta imagen sensual, como el propio Ballet.


Ella está en la Red. Espera que le sirvan el almuerzo y está en la tela de araña. Casi no percibe nada de lo que pasa a su alrededor. Como un reflejo incondicionado le da las gracias a la muchacha que le sirve agua y sigue entre comentarios, me gusta, me encanta. Su acompañante le pregunta algo y no responde de momento. Al rato levanta sus ojos negros y dice ¿qué? Y sigue en metida dentro del móvil. Ríe por algo que lee y escribe. Llega el almuerzo y le pesa interrumpir la comunicación. Deja el teléfono a un lado, pero bien cerca, donde pueda ver lo que pasa en del otro lado. Corta un pedazo de carne y lo lleva a su boca. Mastica lentamente y sus manos, como un resorte, toman nuevamente ese imprescindible aparato que abre su ventana al mundo. Levanta sus ojos dos segundos y mira a su acompañante que disfruta lo que ella hace. Le muestra su sonrisa lujuriosa. «No te preocupes, ya termino», le dice y sigue pasando su dedo por el cristal, de abajo a arriba, mientras degusta un pedazo de bistec uruguayo de cerdo, su carne preferida, que aun así, no compite con la Red.


lunes, 30 de julio de 2018

Llueve a cántaro en Las Tunas y su figura –bella por demás- danza bajo el agua con la música de las gotas en el suelo. Viene y va y se aleja, para después acercarse, lentamente, con su pelo chorreando la lluvia que la bendice. Y ríe como ella solo sabe hacerlo, y me mira con esos ojos negros que estremecen los cimientos de la propia existencia. Y entonces, como para que no pueda olvidarla nunca, me da su mano y el beso medieval se confunde con su vida y con la lluvia, ya para siempre. 

domingo, 15 de julio de 2018

Yanetsy Palomares Pérez es una muchacha que hace apenas unos años de graduó de Periodismo en la Universidad de Camagüey, y quizás ha desmentido el pensamiento de algunos cuando la vieron tan callada y poco comunicativa, que vislumbraron a una profesional que pasaría trabajo para ejercer el Periodismo, porque en esta primera etapa de trabajo ha superado todas las expectativas.

Hoy, la perspectiva de Yane, como le decimos, va más allá de todos los pensamientos, y su quehacer diario como reportera en Radio Victoria se acerca a las necesidades del Periodismo de estos tiempos, tan carente de profesionales integrales, capaces de tributar bien para todos los canales de comunicación en los medios.

Cuando esta muchacha escribe para la radio se nota enseguida la presencia de una buena comunicadora con el público de ese medio, tan exigente, tan íntimo y tan capaz de detectar de inmediato la calidad de su emisor. Y cuando lo hace para la Red, su redacción y estilo rozan con las exigencias de un canal tan riguroso.

En tiempos de hibridez en el Periodismo, Yanetsy sabe deslindar muy bien las características entre un género y otro, y aun cuando para algunos la hibridez es un hecho y lo importante es la calidad de los textos, para otros profesionales no hay nada mejor, desde el punto de vista comunicativo, que leer, escuchar o ver una crónica, una entrevista o un reportaje puramente hablando, porque en su esencia está el mensaje de una forma más clara, sencilla y concreta.

Lo de su callada manera de ser es otra cosa, y forma parte de su carácter, pero no quiere decir en modo alguno pesadez o falta de educación, por el contrario, se relaciona plenamente, con conversaciones inteligentes y sobre temas interesantes, lo que pasa es que cuando algunos otros son más bullangueros, ella prefiere el silencio y la concentración en sus textos y realizaciones.

El haber obtenido excepcional en sus evaluaciones en una profesión tan exigente como lo es el Periodismo, es una muestra irrefutable de que Radio Victoria ganó con Yanetsy a una excelente profesional en lo particular, y en lo general, que la prensa en Las Tunas cuenta ahora con una exponente de calidad, capaz de enfrentar con acierto los desafíos de estos tiempos. Y eso es más que suficiente para sentirse contento.




Si pudiera en tu cuerpo encontrar sensaciones
saboreando en espiral lo prohibido
que engrandece la estructura femenina
y rescata la lluvia que caerá mañana.
Su pudiera besarte las caderas por dentro
en la madrugada de antojos
y en la poesía de tus ríos
subir al presente.
Si lograra tus caricias disparadas a distancia
con lo mejor de ti en el espacio
podría refugiarme en tu mirada.

domingo, 8 de julio de 2018



No sé a ciencia cierta el porqué Enrique José Villegas se auto nombra El Perro. Ni lo sé, ni quiero preguntárselo para saldar mi duda. Prefiero mantener mi idea vaga sobre eso, porque a fin de cuentas el Ville, como le decimos amigos y colegas es una de las mejores personas que he conocido en mis años por este convulso mundo.

Recuerdo cuando yo trabajaba en el diario 26, en la calle Colón 157, justamente donde se encuentra hoy la emisora provincial Radio Victoria, que para aquel entonces (años 80 del pasado siglo), estaba en la calle Francisco Varona, frente a la emblemática Plaza Martiana.

En el periódico teníamos un comedor donde se vendían suculentas meriendas, y el Ville y sus colegas, que no tenían la posibilidad en su emisora, todos los días llegaban hasta 26 para saciar sus ansias de comer, y entonces él, gordo, comilón y paradigmático, se paraba en la puerta de la cafetería y decía: “¡llegamos a la abundancia!”, y engullía de todo lo que había, que no era poco, incluida una decena de bolas de helado de chocolate.

Ese es el primer recuerdo que tengo del Ville, aunque por supuesto, con la certeza de que era uno de los mejores reporteros de Radio Victoria, siempre con el criterio en el disparador, para analizar cualquier problema que afectara al pueblo, una práctica que ha cumplido rigurosamente hasta hoy, en su posición de redactor a cargo, entre otras muchas tareas, de las quejas de la población.

Ya cuando llegué de novato a la radio, en los primeros años de la década del 90, me acerqué a él y a Oscarito Herrera para evacuar mis dudas, darles mis textos para que los corrigieran y pedirles consejos constantemente con el objetivo de adentrarme en tierra firme en el fascinante y difícil mundo de ese medio de comunicación masiva, que te atrapa una vez que llegas a él.

El Ville para todos y El Perro para él mismo, es un tipo carismático, aunque mi colega Ada Cristina Higuera Tur, directora del noticiero Impacto, del cual Villegas es el redactor, dice que es un mal necesario, por la sencilla razón de que siempre está buscándole las cuatro patas al gato, protestando, peleando, ocupado hasta del más mínimo detalle del Departamento Informativo, claro, para que se pueda trabajar mejor; pero aun en esas ocupaciones, está al tanto de lo que le hace falta a Ada desde el punto de vista personal, le busca agua y cualquier cosa que necesite para que se sienta feliz frente a su guión del noticiero.

Villegas y yo siempre hemos sido amigos, aunque constantemente estamos discutiendo por problemas de trabajo, aunque me haya bloqueado de su perfil de twitter para que no sepa nada de él en esa red social -«porque me echa palante con los jefes»-, aunque esté en desacuerdo con algunos de mis planteamientos, a los que él considera absolutos, porque «yo me creo el dueño de la verdad». Y ya cuando la discusión no tiene arreglo me espeta a la cara: «ganaste, yo no discuto con las niñas».

En materia profesional, el Ville es uno de los mejores periodistas que he conocido en mi bregar por esta profesión. Obsesivo con un tema determinado, atento siempre a lo que anda mal y afecta a la sociedad, incisivo en el manejo de las yuxtaposiciones, exquisito en la búsqueda y ubicación de las informaciones de mediana y alta intensidad para captar la atención del oyente, líder de opinión en la red social Twitter, maestro en lo que a un noticiero se refiere (él fue el creador de Impacto, «como un disparo», según su criterio), él es uno de los imprescindibles en cualquier redacción radial porque rinde por cinco, tanto en lo profesional como en lo personal.

De ahí que sus colegas todos estuvimos en vilo cuando hace ya algunos años fue operado del corazón en La Habana, y todos nos alegramos el día de su regreso triunfal porque no ha cambiado en nada su ritmo de trabajo y en su forma de ser, y en verdad su tratamiento de por vida solo lo molesta cuando ve algo de comer que él no puede ingerir por prescripción médica, y entre lastimoso y gracioso huele y dice: «qué rico», y se aleja a toda prisa de lo prohibido.

Por ser tan quisquilloso, a cualquier hora y cualquier día (incluyendo los domingos) el Ville llama a los jefes por teléfono a su casa porque algo anda mal en la Redacción. Y entonces el clamor es generalizado entre los directivos: «¿Y Villegas no piensa jubilarse?».

Mas, en el fondo, ellos y todos sabemos que el día que eso suceda quedará un vacío muy difícil de llenar en la Redacción informativa, porque redactores-reporteros como él no abundan al doblar de la esquina, por su experiencia, sus conocimientos, sus deseos continuos de que todo salga bien, por sus ansias de perfeccionamiento y, sobre todo, por su altruismo sin límites y su preocupación constante por los demás.

Nota: Villegas falleció hoy 8 de julio de 2018. La noticia me estremeció aunque era esperada, pero yo guardaba la esperanza de que saliera de este mal momento y viviera por unos años más. Pero no, era cierta y escalofriante. 
Hace solo unas horas fui a verlo en una cama de terapia intermedia del hospital Ernesto Guevara, de la ciudad de Las Tunas, y lo primero que me dijo fue a manera de sentencia: «Todos son unos pajarones, no me dieron la ADSL», en referencia a las líneas dedicadas para Internet. Mas, como ahora no estoy en condiciones de escribir, pongo a consideración de los usuarios una crónica que le hice hace unos años al Ville, publicada en Ecotunero, el sitio de los periodistas de Las Tunas, como mi sencillo homenaje al amigo que se va, porque creo que en ella retrato un poco a esa personalidad que nunca olvidaremos familiares, amigos y colegas.


sábado, 7 de julio de 2018

Esta es una de las imágenes que más me gusta de todos mis retratos, por la ternura que encierra la composición, por el encuadre atrevido, por la paz de la modelo, por las líneas definidas de una figura femenina que impresiona pero tranquiliza, por las luces y las sombras.

La tomé un día cualquiera, en un lugar cualquiera y sin planificaciones. La imagen surgió de una forma simple, cuando la muchacha se interpuso ante la luz de la ventana y quedó en la posición precisa, en el instante justo para dejar constancia de una belleza que resalta entre luces y sombras, como la propia existencia.

jueves, 5 de julio de 2018

Hoy es mi cumpleaños y no me había animado a escribir sobre el hecho hasta que vi el mejor regalo entre muchos, la mejor felicitación que me llega cálida desde el otro lado del Caribe, que en mi caso es decir Caracas, Venezuela, desde mi TeleSur querido al que añoro todos los días.

Y me lo envían mis compañeras de la Mesa de Asignaciones, mi mesa de trabajo, donde viví los días más felices de mi estancia en la capital venezolana, en el multiestatal y paradigmático canal: «Dese las faldas del Ávila para la mayor de Las Antillas, feliz cumple...Vaaaaa de vueltaaaaaa» «MiDiaz feliz cimpleaños, un fuerte abrazo desde Caracas, se le estima mucho», me dicen.

Esa mesa, emblemática como TeleSur, está compuesta por quienes por siempre estarán en mi corazón y en mi pensamiento, como esa inquieta y carismática Wendy Lorena, que sostiene el cartel, para quien por siempre soy MiDiaz, nombre de usuario de mi correo allá, o la bella Nallivy, mi jefa; o la cubana Liliam, o la alegría que se personifica en Diana, o Maribel, o…, y las que no están porque no se encontraban en el momento de la foto o están en el otro turno.

Nadie puede imaginar la alegría que siento, con esa mezcla de tristeza que se asoma porque TeleSur me atrapa y me llena de melancolía, pero una melancolía linda, y para nada por la ausencia porque siempre estoy y estaré. Así que gracias a mi equipo, por no olvidarse de mi cumple, ni de mí, como yo tampoco me olvido de ese grupo, que es mi familia y con el que quizás un día volveré a trabajar.


Desde mi orilla

Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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