martes, 31 de julio de 2018

Ella está en la Red. Espera que le sirvan el almuerzo y está en la tela de araña. Casi no percibe nada de lo que pasa a su alrededor. Como un reflejo incondicionado le da las gracias a la muchacha que le sirve agua y sigue entre comentarios, me gusta, me encanta. Su acompañante le pregunta algo y no responde de momento. Al rato levanta sus ojos negros y dice ¿qué? Y sigue en metida dentro del móvil. Ríe por algo que lee y escribe. Llega el almuerzo y le pesa interrumpir la comunicación. Deja el teléfono a un lado, pero bien cerca, donde pueda ver lo que pasa en del otro lado. Corta un pedazo de carne y lo lleva a su boca. Mastica lentamente y sus manos, como un resorte, toman nuevamente ese imprescindible aparato que abre su ventana al mundo. Levanta sus ojos dos segundos y mira a su acompañante que disfruta lo que ella hace. Le muestra su sonrisa lujuriosa. «No te preocupes, ya termino», le dice y sigue pasando su dedo por el cristal, de abajo a arriba, mientras degusta un pedazo de bistec uruguayo de cerdo, su carne preferida, que aun así, no compite con la Red.


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Desde mi orilla

Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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