De todo lo
que se ha escrito hasta el momento del fallecimiento del Premio Nobel de
Literatura, Gabriel García Márquez, lo que más me ha impactado es la declaración
de una niña, de unos 11 o 12 años, que frente a la casa natal de El Gabo, en
Aracataca, habló para TeleSur con un pensamiento coherente y bello, con una
sentencia histórica al referirse a su muerte: Gabo escribió Cien años de
soledad –dijo- pero ahora la humanidad tendrá 100 años de tristeza.
No ha
habido una frase en un periódico, ni siquiera escrita por algunos de los
grandes del Periodismo y la Literatura, que encierre tan bello pensamiento como
el de la niña, oriunda o no de donde nació y vivió parte de su infancia El
Gabo, pero colombiana como él.
Y es muy
cierto que la humanidad pasará 100 años de tristeza. Porque escritores como
García Márquez nacen cada 100 años, y de ahora en adelante, aun cuando queda su
obra, nos falta su presencia física, su emblemática figura, su profundo
pensamiento, lleno de ideas y frases para toda la vida.
Ahora nos privamos
para siempre de un nuevo texto de El Gabo, de una declaración suya, de una aparición
frente a la puerta de su casa en Ciudad de México, de una visita suya a Cuba,
donde vivió muchos años, de una visita a una actividad cultural.
Por eso, al
bello y paradigmático pensamiento de la niña, yo me atrevo a agregarle uno más abarcador: toda la vida
de tristeza por El Gabo.
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