Ya es una realidad, que la Décima bienal de esculturas Rita Longa
es un espacio de creación diferente y revolucionario sobre la forma de
proyectar y materializar la escultura monumentaria y ambiental.
Tal y
como se lo propusieron los organizadores, esta sería la última
oportunidad de darle un vuelco total a este tipo de evento, que con los
años fue cayendo en la rutina y la calidad mermó tanto como su propia
organización, siempre carente de proyecciones, de conceptos que lograran
demostrar el porqué Las Tunas es la capital de la escultura cubana.
Quizás
haya sido por la competencia que brindan provincias como Granma,
Santiago de Cuba y Camagüey, que al decir de no pocos pueden arrebatarle
a Las Tunas la condición de Capital de la escultura cubana, aunque en
verdad, lo que pasa es que en esta ciudad, en esta provincia, existe un
potencial escultórico muy difícil de igualar, y los creadores de esta
capital han sentido la necesidad de erradicar todo lo malo que pasó, y
proyectarse hacia el presente y hacia el futuro con aires renovadores.
Por eso
Molino Rojo o el Centro de desarrollo de las Artes Visuales, sedes del
evento, son hoy espacios diferentes, en los que se han trazado
importantes metas para aumentar con calidad indiscutida, el patrimonio
cultural de la ciudad, y los artistas invitados, se sienten a sus anchas
para crear en función de ello.
Atrás
quedaron las imprecisiones y la falta conceptual de un programa
necesario, la ausencia de recursos vitales para el trabajo, y aunque no
todo ha sido y es perfecto, se respira un aire diferente, y los artistas
de otras regiones reconocen el trabajo que ha hecho Las Tunas para
desarrollar la bienal, para crear con ánimo y espíritu, con deseos y
perspectivas.
Ahí
está la opinión de Tomás Lara Frankis, el presidente del Consejo Asesor
para el desarrollo de la escultura monumentaria y ambiental (Codemoa), o
Maymbe, un artista de Pinar del Río que se ha quedado maravillado con
Las Tunas, o el habanero Sergio Ángel Fernández, o el colombiano-sueco
Mario Rojas, quienes expresan su agradecimiento por estar aquí, en esta
ciudad hospitalaria, inteligente, de mujeres bellas y caballeros
sensibles ante la propia belleza.
Han pasado 20 años desde la primera bienal, aquella organizada por Rita Longa, Rafael Ferrero
y Armando Hechavarría, a quienes hoy se les dedica el evento para
rendir homenaje a su trabajo, a sus memorias, y reconforta saber y
comprobar en la práctica que aquella noble idea adelantada a su tiempo
revive hoy por el empeño de los artistas de las plástica de Las Tunas,
quienes saben que de ahora en adelante, la ciudad consolidará su
condición de capital de la escultura cubana, de espacio renovador y
necesario para las formas tridimensionales del país.
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