Doctor James P. Guzek, de Pensilvania. /Foto: Ahmed Velázquez. |
Es una novedad hablar de
Kpando. De sus olvidadas casas y callejuelas de tierra roja, de sus gentes
empeñadas en buscar el sustento diario, lo que muchas veces resulta
infructuoso.
De Kpando se ha hablado
muy raras veces en muchos años. El solo hecho de estar en un punto tan alejado
en la Región del Volta, en la extensa geografía de Ghana, en el África subsahariana,
lo ha hecho más inaccesible para aquellos que no saben que existe, incluso en
tierras cercanas.
Sin embargo, en los años 1999-2000,
Kpando cambió y despertó interés para su población natal y las comunidades
vecinas, por la labor de médicos cubanos y norteamericanos en el hospital
católico Margaret Marquart.
El centro asistencial se
levanta a un costado del poblado. Es una construcción modesta, se distingue de
las del resto del país por ser más asequible para la gente pobre, y por la
característica, única en Ghana, de la labor conjunta de los especialistas de la
Isla y Estados Unidos.
En el hospital de Kpando
primaba el respeto y la admiración mutua entre los médicos de los dos países.
Más de dos años trabajando juntos en
aras de la salud del sufrido pueblo ghanés es una muestra elocuente de cuánto
ha hecho este equipo en el noble empeño de preservar la vida de la población
nativa.
Aun cuando el Gobierno de
los Estados Unidos se empeña en su diferendo con Cuba, los médicos de ambos
grupos no tuvieron en cuenta la política del Imperio, se relacionaban como
verdaderos profesionales, y los resultados fueron halagüeños en los principales
indicadores de salud.
Jennifer Thoene es una
joven profesional de California, que pertenece a la Mision Doctors Asociation y
se desempeñaba como directora del Margaret Marquart. Ella estaba encantada por
tener a los médicos cubanos allí, porque sin ellos no hubiesen logrado todo
cuanto se hizo. Se sentía realmente
impresionada con su profesionalidad y entrega al trabajo.
Aunque no estaban en el
hospital, se encontraban de guardia las 24 horas en sus casas, y en cualquier
momento que se les iba a buscar, llegaban con una disposición sin igual; con una
conciencia increíble”, decía.
Jennifer confesaba que
antes de estar en Ghana no tenía referencia de la medicina cubana por las
barreras existentes. «Todo lo que se dice en mi país sobre Cuba está
tergiversado y de lo bueno que se hace allá no se habla nada. Pero ahora que he
tenido la posibilidad de trabajar con un grupo de médicos cubanos te aseguro
que están muy bien entrenados, y le pido al Gobierno de Cuba que siempre envíen
ms profesionales para nuestro hospital».
Para el doctor James P.
Guzek, de Pensilvania, la oftalmología es pasión. Su trabajo en este hospital
desde 1998 le permitió laborar con varios médicos cubanos, primero desde su
posición de director del centro asistencial, después como especialista.
James disfrutaba trabajar
con los cubanos, que son muy profesionales y talentosos. En lo personal los une
una gran amistad, y desde el punto de vista de la labor diaria, constituyen una
fuerza insustituible. Cree que sin ellos el centro no funcionaría bien.
«Y no solo este grupo,
porque el anterior también dio muestras de un trabajo envidiable en todos los
sentidos. Además de buenos profesionales son excelentes personas».
Peter Meade es el único
de los norteamericanos que habla español, por el hecho de haber trabajado durante mucho tiempo
en misiones con mexicanos. Cirujano de Los Ángeles, integra la Organización
católica Mision Doctor, Médicos sin fronteras y Compañeros de Los Ángeles.
«Ha sido un buen
entrenamiento trabajar con los médicos cubanos. Hay cosas que ellos no saben y
otras que yo no sé, y entonces intercambiamos experiencias y conocimientos, lo
que constituye una buena oportunidad para aprender cosas juntos.
«Desde el punto de vista
personal esta experiencia me ha servido de mucho, porque los profesionales
cubanos que he conocido en mi país son personas que reniegan del Gobierno de la
Isla, por lo que yo solo veía un lado del asunto; pero ahora veo ambos lados y
las cosas no son como yo creía por las pobres referencias que tenía. Y te digo
que estoy impresionado con la labor de los profesionales que trabajan aquí.
Sería beneficioso que un día otros médicos de mi país tuvieran la oportunidad
que yo he tenido ahora».
Por eso Kpando salió de
su escondida geografía y se conoce más. Porque es un hecho notable el que este
grupo de norteamericanos laborara con el anestesista Jorge Luis, la pediatra
Sandra, el ginecólogo Miguel y el médico general integral Sergio Rufín, quienes
conformaron un equipo multidisciplinario cubano-estadounidense que luchó, día a
día, para preservar la salud de los olvidados de este mundo.
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