De México me
escribe alguien cuya dirección de correo tiene el nombre de Ignacio Alvarado, y
se preocupa por lo que pasa en mi país, pues según él, nosotros los cubanos
somos sus hermanos.
Sin el
ánimo de ofender, de acuerdo con sus propias palabras, el remitente plantea
categóricamente que en Cuba han existido dos mandatarios que pueden convertirse
en un dictadores, que intimidan a mi pueblo, lo reprimen y lo hipnotizan, bajo
un régimen antidemocrático, y que a nosotros no nos queda más remedio que
aguantar y aguantar.
El
remitente dice sentir tristeza e impotencia al conocer el estado de vida de la
mayoría de los cubanos, y no niega que en México existen zonas similares, y le
desespera que Cuba alardee tanto como si fuera lo mejor del mundo, porque así
lo perciben la mayoría de quienes comentan en México y en realidad no ven el
fondo de las cosas.
Por último,
quien escribe quisiera conocer la opinión de un cubano de verdad, del que vive
en el campo, del que añora más allá de sus costas y que sea él quien diga cómo
estamos en realidad.
Lo primero
que veo en su carta es mucha desinformación, y una enfermedad que padece mucha
gente más allá de nuestras costas: la manía de repetir y repetir lo que otros
dicen, sin tener conocimiento de causa, ni conocer la realidad de mi país.
Yo no vivo
en el campo, pero conozco Cuba desde Punta de Maisí, el extremo más oriental,
hasta el Cabo de San Antonio, el más occidental, y sé cómo vive la gente del
campo y de la ciudad y cómo piensa la inmensa mayoría de mi pueblo.
Es un error
pensar o asegurar que Fidel Castro y Raúl Castro son dictadores, que hipnotizan
e intimidan. Se ve que no los conocen en absoluto, porque Fidel y Raúl son los hombres
más sencillos y humildes del mundo, quienes no imponen nada y todo lo que hacen
está dirigido al bienestar de su pueblo, mi pueblo.
Mi país es
ejemplo de tranquilidad, de paz, al extremo que no existe otro país más seguro
que este, donde cualquier ciudadano, cubano o extranjero, puede andar por
cualquier parte, a cualquier hora, con la certeza de que nadie lo va a
molestar, porque aquí la violencia es excepción, y las calles y barrios son
apacibles.
Yo estoy
convencido de que quien escribe nunca ha visitado Cuba, porque si así fuese no
hablaría así, y a mi país lo admiran por muchas cosas, y una de ellas es la
tranquilidad y la paz que se respira en cada lugar.
Hace poco
tiempo tuve la posibilidad de estudiar en La Habana con un grupo de periodistas de Centro y
Suramérica, y ellos me comentaban que cómo era posible que aquí no estuvieran
los estadounidenses mandando en todo, dándole patadas por el trasero a los
nacionales, como ocurre en sus países, y de todas las cosas que admiraban esa
era la mayor: el cubano es dueño de su destino y es quien manda en su país.
Con
relación a la pobreza mi interlocutor no sabe lo que dice, porque Cuba, aun
siendo un país en vías de desarrollo y bloqueado económica y financieramente
desde hace más de 50 años, ha alcanzado niveles de vida iguales y en algunos
casos superiores a países del Primer Mundo y ya se sitúa entre las primeras
naciones en desarrollo humano.
Acá la
educación y la salud son completamente gratuitas, la mortalidad infantil está
entre las más bajas del mundo, la esperanza de vida supera los 76 años, la
seguridad y asistencia social crecen cada año, hay miles de jóvenes que estudian
y trabajan horadamente y somos el país
más internacionalista de la
Tierra, con más de 20 mil médicos prestando servicios de
salud gratuitamente a decenas de países de América Latina, Asia y África, sin
contar otros profesionales... por solo citar algunos ejemplos.
Y a
nosotros sí que nos entristece lo que pasa en países como México, donde miles
de niños mueren cada año por enfermedades curables, y otros miles tienen que
trabajar para subsistir, entre otras calamidades que enfrenta la inmensa
mayoría de ese pueblo hermano.
Según un
informe del Banco Mundial la pobreza en México se mantiene en niveles
inaceptablemente altos y afecta a la mitad de los mexicanos debido en gran
medida a la gran desigualdad en los ingresos. La décima parte más rica de la
población gana mas del 40 por ciento de los ingresos totales, mientras la
décima parte más pobre solo obtiene el 1.1 por ciento.
Además en
México contribuyen a la pobreza la profunda desigualdad regional y étnica y las
diferencias en cuanto al acceso a la salud, a la educación y a los servicios
públicos de buena calidad.
Según el
mismo Banco Mundial alrededor del 53 por ciento de los 104 millones de habitantes
están en esta situación, definida como un nivel de consumo por debajo de las
necesidades mínimas de alimentos básicos y algunos otros bienes no alimentarios
básicos.
Cerca del
24 por ciento de la población mexicana es considerada extremadamente pobre, es
decir, con un ingreso insuficiente incluso para una nutrición adecuada.
En el medio
rural, uno de cada seis niños padece desnutrición activa en alguno de sus
grados, lo que afecta su crecimiento y maduración, el nivel de desempleo
abierto en las principales ciudades del país ha mostrado un crecimiento de 37
por ciento en los últimos años; hay 1.3 millones de indígenas entre seis y 14
años de edad y de ellos, 16.43 por ciento no asiste a la escuela, aunque hay
estados más rezagados, como Chihuahua y Sinaloa, donde 40 y 61 por ciento de
los niños indios no estudian la primaria.
La pobreza
en México se extendió debido a que la transición económica ha resultado mas
difícil de lo que se había previsto hace una década, cuando la reducción de la
deuda externa conforme al plan Brady (1990) y la entrada en vigor del Tratado
de Libre Comercio (1994) que hacían parecer promisorio el desarrollo económico.
Eso no pasa
en Cuba. Aquí hay limitaciones, es cierto, pero se debe en lo fundamental al
férreo bloqueo económico de Estados Unidos, y sin embargo mi país avanza a
pasos insospechados por la entereza de la inmensa mayoría de los cubanos que
apoyan a su Revolución.
Es cierto
que hay personas que se van del país en busca de mejoras económicas, pero la
migración no es un fenómeno propio de Cuba, sino del mundo, y habría que
preguntarse por qué mueren tantos mexicanos cada año en la frontera con Estados
Unidos.
En fin,
para la inmensa mayoría de los cubanos de acá Cuba es lo mejor del mundo, aun en
medio de nuestras propias limitaciones, y yo lo puedo decir con conocimiento de
causa, porque he visitado París y Londres, dos capitales emblemáticas del
planeta, pero también estuve en África, y tengo puntos de comparación que hacen
de mi Cuba un país inigualable, porque somos capaces además, de compartir con
los hermanos latinoamericanos lo que nadie nos ha regalado, sino que hemos
producido con nuestros propios esfuerzos.
El poder de
la desinformación es grande cuando de Cuba se trata. Mas, lo lastimoso, es
hablar sin conocer la verdadera realidad.
La polémica
está abierta.
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