He recibido un escrito vía correo electrónico,
que le llaman “artículo”, que lejos de ocasionarme rechazo lo que me ocasiona
es risa por ver cómo algunas personas enemigas acérrimas de mi país (Cuba), no
descansan en el afán de atacarnos y son capaces de sufrir y de penar ante
cualquier hecho que huela a solidaridad con la Isla.
El autor se refiere a la “presencia” de Fidel Castro en la Convención Demócrata de Georgia, Estados Unidos, en el actual 2012, por el solo hecho de que un grupo de activistas se aparecieron a la manifestación que aboga por la legalización de los indocumentados, con camisetas con el rostro y el nombre de Fidel, a quien califica de dictador, cómo si no.
“Precisamente, más de media docena de activistas con poleras amarillas y
blancas con la cara de Castro se ubicaron detrás de los caminantes de la causa
proinmigrante”, señala el autor, del que ni el nombre aparece, quien preguntó,
con “todo respeto”, acerca del motivo de su indumentaria y “la respuesta fue
tan dictatorial como las órdenes del octogenario ex mandatario oficial cubano”, asegura.
Narra que uno los individuos a quien preguntó le dijo tajantemente y con acento
del Sur de Sudamérica: "Apoyamos a Fidel Castro, a Hugo Chávez y estamos
en contra del imperialismo".
“Cuando estaba a punto de argumentarle que era una contradicción que
estuvieran disfrutando de una actividad democrática imposible hacer en la Cuba
de Castro, simplemente actuando como un matón lumpezco, amenazó con golpearme”,
dice el anónimo autor.
Entonces asegura que “entiendo perfectamente que todos tenemos derecho a
tener una ideología propia y a expresarla pacíficamente, pero esa misma
libertad me permite cuestionar a gente que viene aquí a promocionar a un
personaje que ha sido enemigo de Estados Unidos, durante medio siglo”.
Y ahí mismo tuve que reírme de buena gana. Así que el tipo “entiende” que
cada quien profesa la ideología que quiera y sin embargo lo ataca porque no
piensa como él. ¿En qué quedamos, se peina o se hace moñitos?, como se dice en
mi orilla.
¿Por qué los activistas no podían andar con el rostro de Fidel en sus
camisetas? ¿Por qué tienen que sentir y pensar como él? Cosas de nuestros acérrimos
enemigos, que no permiten ni la más leve simpatía con nuestra Revolución y su
Comandante.
Por supuesto que a partir de ahí comienzan las diatribas contra la Revolución porque “Castro nunca ha permitido elecciones libres en la isla y
mucho menos la expresión abierta de oposición a su régimen”, porque “se ha
perseguido y han organizado actos de repudio contra mujeres indefensas armadas
con gladiolos” y “los asesinatos políticos, y si en la Plaza de la Revolución de
La Habana aparecieran señores con ropa que tuvieran mensajes en contra
de Castro, los tantos años de dictadura”, y bla, bla, bla…
Pero lo más lindo no es toda la sarta de estupideces gastadas que repiten
desde el mismo inicio de la Revolución el primero de enero de 1959, con un
discurso gastado que ya da náuseas. Lo más lindo es cómo termina su escrito el
personaje:
“Y a los que odian a este maravilloso país (Estados Unidos), que no está
libre de defectos, les digo que las puertas son angostas para entrar e
inmensamente anchas para que se vayan quienes estén aquí a disgusto, entre
ellos los que vienen a actuar como delincuentes comunes.
“¿Cómo se espera que a los indocumentados se les dé la oportunidad de
legalizar su situación migratoria, sí se da la impresión de ir de la mano del
enemigo?.”
¡¿Será posible!? ¿Si no se piensa como él, a la calle, o fuera de aquí? ¿Y ese es un defensor de los tan llevados y traídos derechos humanos?
¡¿Será posible!? ¿Si no se piensa como él, a la calle, o fuera de aquí? ¿Y ese es un defensor de los tan llevados y traídos derechos humanos?
Menos mal que el personaje de mi historia entiende perfectamente que todos
tenemos derecho a tener una ideología propia y a expresarla pacíficamente.
Menos mal.
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