Seis mil millones de dólares. Esa es la cifra que han gastado Barack Obama y Mitt Romney por la presidencia de los Estados Unidos.
Seis mil
millones, se dice y es difícil de creerlo. Gastar esa cifra en un show de
derroche, cuando 25 mil niños mueren de hambre en el mundo cada día, y se
multiplica la cifra de hambrientos y las muertes por enfermedades curables por
falta de atención médica.
Es una
realidad terrorífica porque cuatro millones de recién nacidos mueren en su
primer mes de vida, 500 mil mujeres fallecen al año al dar a luz, el 82 por
ciento de los infantes no reciben antibióticos y dos millones de menores de 14
años tienen SIDA.
En el mundo
600 millones de niños son víctimas de la pobreza, 100 millones viven en la calle,
150 millones de niñas y 73 millones de menores de 18 años son explotados
sexualmente cada año y 1,8 millones han caído en el comercio sexual.
Seis mil
millones de dólares gastados cuando el propio Estados Unidos tiene una difícil
coyuntura económica marcada por el desempleo y una deuda pública superior a los
16 billones de dólares.
¿Cuánto se
podría hacer si esa cifra se hubiese utilizado en beneficio de la humanidad?
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