La noticia llega de los Estados Unidos: “El fiscal general del estado norteamericano de
Arizona (suroeste de Estados Unidos) presentó un proyecto que permitiría al
director de cada escuela, o a otro empleado designado, portar armas en las
instituciones educativas tras recibir entrenamiento de parte de la policía
local.
“El plan surgió en respuesta a la
masacre en la localidad de Newtown, Connecticut (noreste), donde hace dos
semanas un joven mató a 20 niños y seis mujeres antes de suicidarse”.
Se lee y no se cree. En vez de
luchar por eliminar la tenencia de armas de fuego lo que se propone es
incrementar los portadores. Y no solo es Arizona, porque otros estados de la
Unión se han sumado a la nueva locura que pondrá mayor peligro la seguridad de
estudiantes y profesores.
¿Cuántas personas tienen que
morir para que pongan coto a tan grave problema?
¿Cuántos niños tienen que perder
la vida?
El problema, por supuesto que no
es fácil de resolver porque el portar armas está en la constitución de los
Estados Unidos, pero no es armando a más personas y prepararlas para matar que
se va a enfrentar tan grave situación, que se ha vuelto más tensa luego de la
matanza en la escuela Sandy Hook de Newtown el 14 de diciembre.
¿Han pensado las autoridades de
los Estados Unidos cómo se sienten los padres y demás familiares de los 20
inocentes niños que murieron hace solo unos días? ¿Por qué no se ponen en su
lugar?
¿Sería la misma actitud si alguno
de estos directivos hubiese perdido un hijo u otro familiar en las tantas matanzas
que han sucedido en el gran país del norte?
Es hora ya de poner un poco de
cordura sobre un asunto que ha cobrado tantas vidas en la historia, y lograr
que la familia estadounidense se sienta segura y tranquila, y eso solo se logra
con leyes radicales, en beneficio de la propia sociedad norteamericana.
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