Cuito Cuanavale, sur de Angola.
La tierra roja huele a muerte y a metralla, a destrucción. Las tropas
cubanas y angolanas conforman una resistencia imbatible ante los
agresores sudafricanos. En el grupo de cubanos, Idael Andrés Martínez,
un adolescente de solo 17 años. Es el 23 de marzo de 1988.
“Yo
sabía que estaba vivo porque me sentía yo solo en la trinchera, porque
cuando mirabas para los costados no se veía a nadie. Había neblina y
mucho humo de la pólvora, y no se podía ver nada. Yo estaba convencido
de mí pero cuando miraba a los lados no veía a nadie y solo se escuchaba
la voz del médico llamando por el nombre a los compañeros para ver si
estaban vivos, pero nadie respondía”.
Días
antes las tropas de las Fuerzas Armadas Populares para la Liberación de
Angola (FAPLA) se encontraban a unos 200 kilómetros del poblado de
Mavinga y son atacadas por las fuerzas sudafricanas y de la Unión
Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA). Es tan grande el
ataque que deben replegarse hacia las inmediaciones de Cuito Cuanavale,
ante el peligro de ser aniquiladas.
La situación es delicada, si los sudafricanos penetran por Cuito Cuanavale todo el territorio angolano estará en peligro. Cuba no puede debilitar sus fuerzas cerca de la frontera con Namibia, pero decide enviar otros refuerzos para revertir la situación.
“Yo
nunca había tenido un enfrentamiento así –asegura Idael Andrés-. En ese
momento, más que nunca, me di cuenta de que los que estaban conmigo
eran mis hermanos, a veces tenía que corregirlos y decirles, no saquen
la cabeza y disparen, y me decían lo mismo a mí también porque a veces
con el tiroteo uno perdía la noción del peligro y nos aturdíamos y
sacábamos la cabeza para mirar lo que habíamos hecho, pero no se podía
casi ni mirar, porque te podían divisar y llegaba la muerte”.
Los
soldados cubanos enviados como refuerzo, junto con los angolanos y
namibios, reciben los más despiadados ataques de las fuerzas
sudafricanas en su intento de tomar el poblado de Cuito Cuanavale
durante los meses de enero, febrero y marzo.
El 23 de marzo es el combate a gran escala y la tierra roja se llena de metralla y muerte.
“Sí,
sí, esa batalla fue fundamental, vaya, la que decidió la victoria, pero
créeme que cuando se acabó el combate que…, nosotros pensamos que no se
había acabado, que iban a seguir, pero parece que el daño fue tan
fuerte, se convencieron de que por allí no podían pasar”.
“Tenía que estar concentrado en la guerra, no podía perder la
concentración porque teníamos que estar escuchando las voces de mando,
pero mi principal pensamiento era Cuba,
mi familia…, además ya yo había visto otros muertos… y mi pensamiento
era Cuba: mi mujer, mi madre, mis hermanos, lo lindo que era estar en
Cuba, sin ver todas las cosas que uno vio allá, porque cuando me pongo a
pensar en las cosas que yo vi allá es triste, muy triste”.
La
batalla de Cuito Cuanavale es el momento más trascendental de la lucha
de cubanos y angolanos para impedir la toma del país por los
sudafricanos y las fuerzas de la UNITA. Cuito Cuanavale fue una página gloriosa en esa lucha por la independencia.
Idael Andrés Martínez ha crecido mucho desde aquel 28 de marzo de 1988. En
Las Tunas, provincia al oriente de Cuba, al lado de su máquina de
realización de sonido de Radio Victoria, ha recordado aquellos momentos
gloriosos y decisivos, porque en Cuito Cuanavale, aquel lugar del sur
angolano, fue donde aprendió a vivir.
domingo, 24 de marzo de 2013
- domingo, marzo 24, 2013
- migueldnet
- agresores sudafricanos, Angola, Cuito Cuanavale, FAPLA, Las Tunas, Namibia, Radio Victoria, UNITA
- 2 comments
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Hola Miguel,
ResponderEliminarQuiero señalarte algunos aspectos del artículo sobre los cuales mantengo diferente opinión.
Por ejemplo.
En casi todo el sur de Angola la tierra es arenosa (arena sílice). Precisamente ese es el color de la tierra en Cuito Cuanavale.
El 23 de marzo yo estaba en Cuito Cuanavale.
Cuando las tropas surafricanas atacan a las FAPLA (durante el desarrollo de la operación "Saludando Octubre"), los efectivos de las FAPLA habían alcanzado las márgenes del río Lomba, situado a más de 100 kilómetros al sureste de Cuito Cuanavale y tan solo a 20 kilómetros del poblado de Mavinga.
Hasta ese momento las tropas de la UNITA, ante la ofensiva desarrollada por las poderosas brigadas FAPLA, huían en desbandada.
El ataque surafricano revertió la situación. Las FAPLA retrocedieron desorganizadamente hacia Cuito Cuanavale y los asesores soviéticos dan por perdida la operación y se retiran del teatro de operaciones.
Ante la posibilidad de cruzar el cauce del río, pues el puente de Cuito Cuanavale es pequeño, las brigadas FAPLA intentaban reagruparse. Es ahí donde entran a jugar un papel decisivo los primeros 250 asesores cubanos, que reemplazan a los avergonzados soviéticos.
Por su parte, los surafricanos tienen que esperar por la reagrupación de las fuerzas de la UNITA para poder aniquilar a las brigadas FAPLA. Eso da un espacio de tiempo para que los asesores cubanos implementaran la defensa. Mientras tanto, el mando militar cubano comenzaba a enviar tropas hacia Menongue y Cuito Cuanavale.
Los ataques surafricanos no pueden ser catalogados de despiadados. Eran ataques en toda regla contra un enemigo (FAPLA) presuntamente desmoralizado.
Las arenas de Cuito Cuanavale se tiñeron de rojo por la sangre vertida, de angolanos, cubanos y surafricanos.
Es algo exagerado afirmar que el aniquilamiento de las 5 brigadas FAPLA fuese a provocar la caída del régimen del MPLA. Eso sí, hubiera provocado una situación sumamente delicada aunque no irreversible.
La acción definitoria de la victoria resultó ser el avance de la División 50 al mando del General Enrique Acevedo, hacia la frontera por Ruacaná. Solo así, fue que los surafricanos, luego del bombardeo de la reguladora de agua de Calueque, se convencieron de que la ofensiva cubana hacia la profundidad táctica (dentro del territorio de Namibia) se encontraba en ciernes. Las Fuerzas de Defensa de África del Sur no tenían, ni hombres ni medios para enfrentar semejante maquinaria de combate. Fue entonces que apelaron al intermediario norteamericano Chester Crocker para llegar a un acuerdo de paz.
Cuando me digo "los avergonzados soviéticos", me estoy refiriendo al hecho de que habían sido advertidos por el mando militar cubano, antes de que comenzara la operación, sobre la inutilidad de la misma. Luego reconocerían su error.
Muchas gracias, Mario, por sus comentarios. Yo no estuve en Cuito Cuanavale, solo he publicado el testimonio de alguien que estuvo allí. Sus opiniones, por supuesto que conforman una narraciónn más completa de esta historia, porque usted también fue protagonista. Nuevamente, gracias.
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