Llueve en La Habana. (ACN Foto /Tony Hernández Mena) |
Acabo de
regresar de La Habana de todos los cubanos, la emblemática capital de la Mayor
de las Antillas, con su carga de alegría y entusiasmo, de los contrastes que la
hacen bella a los ojos de visitantes y moradores, donde por estos días llueve a
cántaros y unos minutos después sale el sol radiante, como para olvidarse de la
lluvia.
Otra breve
estancia en la bella ciudad cubana es motivo de alegría por encontrar a la
capital con sus desafueros por esa vida rápida que imponen las grandes urbes,
la gente riendo feliz y buscando una buena película en los días del Festival de
Cine Latinoamericano, otros en Coppelia, algunos por sus barrios, otros en sus
centros laborales o de estudio; pero todos, o para decirlo mejor, la inmensa
mayoría, en busca de este país apacible, hermoso, lindo, que cada mañana incita
a encontrar el mundo mejor por el que luchamos cada día.
Anda feliz
La Habana, esa que ahora se moja a intervalo por los frentes fríos que no traen
bajas temperaturas, solo agua, aunque esa lluvia de momento, como por tramos,
no es capaz de apagar ni detener la vida agitada de la capital, que sigue
rauda y segura hacia el futuro, ya casi despidiendo el 2013, para entrar en una
nueva etapa de metas y entusiasmo en esa Habana mezclada de toda Cuba, por
donde caminan varias generaciones de todo el país, porque aunque algunos se
empeñen en negarlo, La Habana sigue siendo de todos los cubanos.
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