En un costado de la biblioteca provincial José Martí, hay un mapa que muestra cómo estaba conformada la ciudad de Las Tunas en sus orígenes. |
Y
casi siempre, quienes no se detienen a pensar en ello, pero sobre todo a
luchar por ello, tienen escasez en la vista o son casi miopes, porque
no se dan cuenta de que están hipotecando el futuro histórico de las
nuevas generaciones.
¿Qué
dirán los hombres y las mujeres del mañana, si cuando se detengan en
una calle de esta ciudad, o de otra de la provincia, no sepan dónde
están parados por la falta de referencia de la que le hablaron sus
padres?
El
problema es tan serio de lo que algunos pueden pensar. Porque la propia
vida impone sus líneas de pensamiento y acción y por ello es que otros
lugares del mundo y de Cuba, por supuesto, preservan los centros
históricos que dieron lugar a sus nacimientos.
¿Por qué entonces en la provincia de Las Tunas se descuida este principio?
Ese fue un tema debatido con fuerza por la Comisión de trabajo permanente del Octavo Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Las Tunas, que analiza el tema de la ciudad, la cultura y el desarrollo.
Es
un crimen dejar morir o mutilar lo que nació con la historia misma,
¿Qué pensarán quienes busquen una foto de Las Tunas del ayer y no
encuentren puntos de comparación con la ciudad de hoy, sin negar el
desarrollo, sin negar el paso del tiempo.
En
cualquier parte, las ciudades crecen hacia sus laterales, pero su
centro histórico, el mismo que nació con el lugar, se preserva porque
precisamente ahí están las raíces, y esas nunca se pierden.
Con
cuánta nostalgia miles de tuneros miran hoy su parque Vicente García en
la parte aledaña a la iglesia católica donde cercenaron un pedazo de su
historia por el capricho de transformar lo que no se puede transformar,
o recuerdan el hotel Plaza, demolido sin piedad en los años 60 del
pasado siglo, para cercenar para siempre un pedazo de la historia.
¿Cuántos
no pasan cada día por allí buscándole la razón de ser a un intento de
glorieta que no es más que un pedazo anacrónico sobre un espacio
histórico, donde la gente se sentaba en los amplios bancos a escuchar la
retreta de la Banda municipal de conciertos, o para disfrutar de una
noche de domingo con su familia?
Tanta
indiferencia asusta. Como asusta el peligro de desaparición de las
partes más importantes de ciudades y poblados emblemáticos, llenos de
historia y orgullo, porque no se entiende la importancia de los valores
patrimoniales.
¿Por
qué los romanos han preservado con amor y desvelo parte de su Coliseo, y
los habaneros su Catedral, o el Paseo del Prado, o el Capitolio?
¿Por qué no hacer lo mismo en Las Tunas, si esta es una región llena de historia, de inmuebles llenos de valores?
Cierto
es que en la ciudad de Las Tunas, por ejemplo, se ha transformado para
tener una urbe más linda, algo innegable, pero se han hecho acciones en
contra del patrimonio que ahora es muy difícil de rectificar.
Afortunadamente,
la estatua del mayor general Vicente García, recibe una restauración
por primera vez en sus más de 100 años de vida. De esa forma también hay
que restablecer lo original del parque del mismo nombre, el hotel Plaza
y otros inmuebles de Puerto Padre y las casas y edificios natales de
Chaparra –por solo citar unos ejemplos que abarcan todo el abanico
patrimonial- para que no sigan muriendo a pedazos, porque los muchachos
de hoy serán los hombres del mañana, y necesitarán para entonces
encontrarse con sus raíces, encontrarse con su historia. Y eso, no puede
esperar.
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