Con el emplazamiento de siete obras monumentales en el populoso reparto Buena Vista, de esta ciudad capital de la provincia de Las Tunas, concluyó aquí la Décima Bienal de Esculturas Rita Longa, que se desarrolló con éxito durante dos semanas.
En el
taller cultural Molino Rojo y en el Centro de desarrollo de las Artes
Plásticas, siete artistas hicieron brotar de sus manos las bellas formas
tridimensionales que ahora se esparcen por uno de los lugares más
emblemáticos de esta ciudad, denominada la Capital de la escultura
cubana, por contar en su entorno con 185 obras de importantes creadores,
con las siete que se acaban de inaugurar.
Tomás Lara Franquis, presidente del Consejo
Asesor para el desarrollo de la escultura monumentaria y ambiental en
Cuba (Codema), ponderó la calidad del evento, que marca la diferencia
en los últimos años, y aseguró que los artistas participantes se sienten
contentos, realizados y orgullosos de dejar su huella en una ciudad tan
bella y hospitalaria como esta.
Aseguró
que esta bienal ha sido diferente a la de los últimos años, en primer
lugar por la calidad artística de las siete obras realizadas, porque son
esculturas bien diferenciadas estilísticamente y con una maestría que
habla mucho de los escultores participantes, por lo que marca la
diferencia por su organización y la propia concepción del evento.
Dijo
que este evento marca un antes y un después en el programa de las
bienales por lo que considera que esta décima edición ha sido un éxito.
Dedicada
a los escultores Rafael Ferrero y Armando Hechavarría, quienes junto a
Rita Longa comenzaron el movimiento escultórico en Las Tunas y el país,
la bienal inauguró el salón de pequeño formato, un espacio ideal para
competir y demostrar lo más actual del arte tridimensional en Cuba, con un evento teórico que debatió sobre la creación escultórica en la nación.
La
décima Bienal de esculturas Rita Longa contó con artistas de lujo: Pedro
Escobar, Róger Antuña y Leandro Olano, de Las Tunas; Jose Miguel Díaz,
de Pinar del Río, Guillermo Ramírez Malberti y Sergio Ángel Fernández
Borges, de La Habana, y el colombiano- sueco Mario Reyes, quienes
dejaron su impronta artística en el territorio, en busca de naturaleza y
arte, de explicación y conmoción, de repartir por el populoso barrio de
Buena Vista la valiosa carga que nació del evento.
Ya
suman más de dos décadas de intenso trabajo, de infinitas ideas, de
muchos proyectos para lograr aumentar el caudal de obras ambientales de la ciudad de Las Tunas, que tiene el lujo de albergar en su seno 185 obras
emblemáticas, nacidas del corazón, del alma, de la vida, en el afán
transformador que siempre ha caracterizado a estos eventos, que
prestigian no solo a Las Tunas, sino al país, a la identidad nacional, a
lo maravilloso del arte tridimensional y ambiental, porque Las Tunas
sigue siendo la Capital de la escultura, con sus obras y materiales, con
sus conceptos, con su vida entregada a la noble idea de reverdecer cada
dimensión, cada volumen, cada centímetro de creación.
sábado, 10 de mayo de 2014
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