Es la
primera vez en mi vida que paso un Día de los Padres sin mi papá.
Por eso
estoy viviendo un momento inédito, y reconozco en carne propia la tristeza que
experimentan el mismo sentimiento que me invade hoy.
A papi
siempre lo iba a ver temprano y le llevaba tabacos cuando fumaba; una gorra, un
reloj, o cualquier presente que le dijera el amor que sentía –siento- por él.
De ahí que
hoy haya sido un día diferente.
Ya en los
últimos tres años, siempre lo encontraba en su silla de ruedas, con su buen
semblante, con su alegría cuando me veía, porque siempre sintió un amor
especial por mí, creo que por ser el primogénito, o quizás por ser el que más
lo comprendía, cuando se empeñaba en algo que mis hermanos ni mi madre
comprendían, y esperaba que yo llegara para consultarme, y cuando le daba la
razón miraba a todos con cara de cumpleaños.
Pero hoy mi
padre no ha estado, por lo menos físicamente. Se fue hace casi 11 meses, y
aunque siempre está conmigo no es lo mismo verlo y meterme con él, hablar de
esto o de lo otro, darle un beso y un abrazo y sentir su cariño a través de su
mirada.
No
obstante, como siempre anda conmigo, sé que me está mirando, que sabe que lo
sigo amando desde cuando era pequeño, y me llevaba tan recio en su educación
pero sin nunca perder la ternura, aunque no fuera muy expresivo en su manera de
ser.
Entonces,
felicidades, papá, dondequiera que estés, porque sigues siendo de los
imprescindibles.
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