Oscar
Leandro Góngora Jorge era el jefe del equipo político-ideológico en el diario
26 cuando yo iniciaba mi vida como redactor-reportero que atendía los temas de
la educación y la juventud, y fue literalmente el primer maestro que tuve en el
Periodismo, porque además de mi jefe, acopiaba toda su paciencia para tratar de
armar aquellos lead de las informaciones que le entregaba, muchas de las cuales
iban a parar a un cesto de basura que tenía al lado de su puesto de trabajo.
En
aquellos inicios, me era extremadamente difícil construir un lead y responder
las preguntas clásicas, y todos los días hacía ejercicios mentales para
determinar cuáles eran los datos más importantes para comenzar mis textos, y
era decepcionante cada vez que Góngora me rayaba con su afilado bolígrafo mis
líneas de novato verde.
No
obstante, lo que más agradecía era cuando Góngora se sentaba en su entonces máquina de escribir Robotrón, de 12
puntos, que él tenía engrasadita y volaba bajito, y a partir de los datos que
yo le daba me hacía un lead excelente en menos de un minuto, para espetarme a
rajatabla: “eso es para que aprendas y te convenzas de que yo soy el mozo de la
información”.
Y
tenía mucha razón.
Yo
admiraba la rapidez con que Góngora hacía una información cualquiera, que a mí
me llevaba hasta más de una hora para que me quedara más o menos, y siempre que
iba a una cobertura a un lugar fuera de la ciudad, venía en el carro
rompiéndome la cabeza con el lead, pero nunca lograba hacerlo a la altura de mi
jefe de equipo, que en el mejor de los casos siempre me señalaba algo.
El
Mozo de la información ya llevaba varios años de ejercicio en el Periodismo, y
tenía una habilidad impresionante –y conocimiento, por supuesto- para hacer el
lead, lo más difícil de la información, cuya rígida estructura era un dolor de
cabeza, y el titular de cualquier género, aunque siempre yo tenía la
satisfacción de que los demás miembros del equipo tenían que “morir” en sus
manos, por lo que no era yo solo.
Góngora
era realmente un maestro para todo el equipo, integrado además, por Julio César
Pérez Viera, Ulises Espinosa Núñez y Roberto Doval Bell, y creo que en el 98
por ciento de los señalamientos que nos hacía tenía razón, aunque lo veíamos
como un tipo quisquilloso, rompe cuartillas, pero lo hacía para enseñarnos y
educarnos, y lo lograba.
Ya
después, con el oficio y las correcciones de Góngora fui aprendiendo la técnica
de un buen lead, y a veces hasta me atrevía a discutirle. Y entonces me miraba
de costado y me decía: “muchacho, acuérdate con quién estás hablando”, a lo que
tenía que responder: “disculpe, profe, sé que usted es el Mozo de la
Información”. “Menos mal que no se te olvida”, me respondía y nos dábamos un
estrechón de mano que sonaba como aplauso entre las cuatro paredes del equipo.
Con
su meticulosidad, paciencia y conocimientos, Góngora nos enseñaba todos los
días y lográbamos ser mejores en muchas ocasiones que el equipo económico,
dirigido por El Bolo (Freddy Pérez Pérez), e integrado por los recalcitrantes
Juan Soto Cutiño, Gerardo González Quesada, Wálner Ortega y Andrés Castellanos
Bermúdez, que siempre andaban con la burla de que nosotros éramos los de “la
muela política” y ellos los de la concreta, pero creo que en materia emulativa,
siempre andábamos delante en las coberturas, y los llenábamos de muecas cuando
Infante, el director, nos reconocía en las reuniones de análisis de la semana.
Recuerdo
un día en que yo reportaba de temas culturales porque Ulises, el titular de la
sección, andaba fuera de la provincia, y Góngora estaba precisamente de cierre
con Elmer Almaguer, el formatista, y el “hueco” de las culturales estaba vacío
pasadas las 9:00 de la noche, porque el señor Julio César me había enrolado en
una aventura con dos chicas, y fuimos a parar al Puerto de Manatí, desde horas
tempranas de la mañana.
Llegué
a la Redacción sutilito para hacer la información, pero al pasar por la oficina
del cierre Góngora me cogió infraganti y me paró en seco:
-Oye,
¡¿dónde tú estabas?!
- Mijo –le inventé-, acuérdate que yo estaba en la tertulia.
-¿Síííí,
en qué tipo de tertulia?
-
En la de la biblioteca, y ahora voy a escribir.
-
¡Yo sí te voy a dar tertulia! Mira, eso lo discutimos mañana. Tienes 10 minutos
para entregar la información, y no me vengas a preguntar del lead ni de nada
–me dijo molesto y me fui, bajo la mirada escudriñadora y burlona de Elmer.
Al
otro día, más calmado, la sangre no llegó al río.
Y
así pasó el tiempo y un día me fui del periódico para la radio y Góngora siguió
después como reportero porque los equipos se disolvieron, y desde hace unos
cuantos años sigue con su madera de maestro como jefe de Redacción del
semanario, velando por el buen escribir, por las estructuras correctas de los
géneros, educando y formando no solo a los jóvenes, sino a los que ya llevan
años en la profesión, porque parabién de 26, Leandro sigue siendo El Mozo de la
información.
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