Su
vida y su ejemplo -que no sus restos- guían A Venezuela y a América
por los caminos que él trazó. Desde el Panteón Nacional sigue
siendo faro, luz, camino cierto para un mundo mejor, el mismo que
soñó.
Quien
llega hasta su morada no puede menos que sentir el orgullo de
sentirlo cerca. Porque él, como los grandes hombres, nació un día
para estar siempre, junto a los más humildes, que son la mayoría.
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