Desde que era niña, Darletis Leyva González sabía que iba a ser
periodista, aunque su padre le auguraba el Derecho como carrera. Y se
paraba en cualquier acto escolar para comunicarse con los demás, y vivía
a plenitud al lado de sus padres y de su hermano, que la apoyaban en
sus sueños de comunicadora y la guiaban por los rectos caminos de la
vida.
Así, siempre andaba con la palabra a cuesta, quizás por aquel hecho
de haber nacido el Día del Idioma, lo que ella considera un poco casual,
pero también un poco predestinado a su personalidad, a sus ansias por
el mundo de las letras, con la pasión del periodismo y con el sacrificio
del periodismo, una vez egresada de esa carrera.
Pero antes de ser periodista, mucho antes, creció en un hogar feliz,
al lado de su mamá, Marlenis, su papá Ernet y su hermano mayor Darvin,
que fue quien escogió el nombre de Darletis con solo cuatro años de
edad.
Fueron bellos aquellos días de infancia, en una etapa que ella
califica de preciosa, y se cataloga como una persona afortunada, porque
desde que su hermano y ella abrieron los ojos al mundo sintieron –y
sienten- esa entrega incondicional de los padres, aun con los problemas
propios del hogar, de las incomprensiones, y admira cómo sus padres han
dejado de ser ellos mismos para que la familia crezca feliz.
Darletis, aun con el paso de los años, no puede sustraerse a los
pensamientos que la llevan a su infancia y primera juventud, y rememora
con goce los paseos junto a sus padres, los viajes a la playa, porque el
mar es una constante en su familia, su amor por los perros en
particular y los animales en general, y ahora de adulta, con sus 27
años, lleva impregnado el ejemplo de sus padres y de su hermano:
Marlenis, con un carácter fuerte pero muy dulce a la vez, muy madre;
Ernet, tierno y sensible, mezclas que ella adquirió a través del tiempo,
y de Darvin, con su manía correctiva, su pasión sin límite porque todo
se haga bien, de no torcer el camino nunca, pase lo que pase.
Y así creció, y cuando hizo los exámenes de aptitud para estudiar
Periodismo o Comunicación, comenzó a enfrentar una serie de barreras,
que la hacían temblar de miedo ante la posibilidad de no realizar el
sueño de su vida, y se le fue el mundo cuando después de la prueba de
redacción no la mencionaron para pasar al tribunal de Periodismo y
comenzó un llanto sin consuelo y ya no quería estudiar nada, y cuando
pidieron revisión del examen se dieron cuenta de que no le habían
evaluado una pregunta.
Entonces, como para seguir con el martirio, el tribunal de Periodismo
le hizo las más disímiles y difíciles interrogantes, y ella salió
victoriosa, pero con el paso de los días, al padre llamar a la
Universidad no aparecía en la lista de los aprobados en Periodismo y al
reclamar había un error de la secretaria que no la había incluido.
Contenta fue el primer día de clases hacia la Universidad de Oriente,
pero vio las cosas tan oscuras y le golpeó tan fuerte la ausencia de la
familia que regresó ese mismo día a su casa con la decisión de no
volver, mas, sus padres y su hermano la convencieron y regresó, y pasó
todo el primer año llorando todos los días hasta que se le acabaron las
lágrimas, y fue adaptándose por la ayuda de los nuevos amigos y sus
ansias de ser periodista.
Ya graduada, entonces sintió dolor por dejar la Universidad, a amigos
y compañeros que tardaría en volver a ver, pero con la convicción de
que podía abrir las alas y cumplir sus sueños de trabajar en la
televisión, sin imaginar que nuevas barreras se interpondrían en su
vida. Y sintió un golpe demoledor cuando la asignaron a la radio, porque
veía escapar todas sus aspiraciones con aquella decisión, inentendible
por demás, desde la primera pregunta que le hizo la funcionaria: "¿qué
querías tú?", y se dio cuenta de que en el pretérito estaba su primer
fracaso porque no iría para el medio soñado.
Sin embargo hoy, casi cuatro años después, confiesa que fue la
decisión ajena más sensata y más importante para su vida, porque la
radio la ha fascinado tanto que no se ve en otro medio, y son tantas las
satisfacciones, en medio incluso de incomprensiones y ojos torcidos,
que ese medio se ha convertido en el punto de partida y en el punto de
llegada, porque se acuesta pensando en la radio y se levanta pensando en
la radio, el medio donde ha aprendido y se ha convertido en una
profesional, aun cuando le falta un mundo por aprender.
Así, en apenas cuatro años, Darletis Leyva González es una de las
profesionales más importante y más premiada de la radio en Las Tunas, a
partir de la exigencia del medio con su profesionalidad, a partir de su
propio rigor de todos los días, de su oficio de cada momento, sin
despegarse ni un instante de lo que piensan y quieren los oyentes, con
la denuncia de los problemas y el análisis de las dificultades, y sobre
todo, con la convicción de que enfrentar este oficio bello y peligroso
solo se puede lograr bajo la égida del pensamiento del Héroe Nacional
José Martí, de que "tiene tanto el periodista de soldado", que ella, sin
dudar ni un instante, siempre está en el frente, con su pluma cual
fusil a cuesta.
jueves, 14 de noviembre de 2013
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