Rosa
María Ramírez es una suerte de periodista radial que cautiva con sus
historias de vida, o con sus opiniones, o con sus informaciones sobre
hechos importantes de su natal Puerto Padre, donde nació un día
cualquiera sabiendo que iba a ser periodista, porque según sus propias
palabras desde que estaba en el vientre de su mamá tenía esa convicción,
quizás porque su progenitora se lo alimentó por el cordón umbilical,
porque ella siempre quiso tener a un profesional de la palabra en su
familia, y si fuese una de sus hijas, pues mejor.
Todo
comenzó cuando dio su primer grito a la aurora, y su madre la miró con
cariño pensando en cómo aquella personita cumpliría sus sueños de llegar
a comunicar por la radio, o por el periódico o por la televisión, y fue
tanto el amor que trasmitió cuando puso su mejilla en la carita de la
recién nacida, que aun hoy, a la distancia de muchos años, Rosa María
percibe aquel gesto de ternura, y quizás, el compromiso mutuo de llegar
al Periodismo.
Y
el tiempo comenzó a pasar, y la niña, comunicadora por naturaleza, se
hacía sentir como tal en sus círculos familiares, o al lado de los demás
niños de su edad, hasta que un día, fue descubierta por ese maestro del
periodismo radial, cuyo nombre es algo así como Julián Puig, quien la
llevó a un lado y le propuso que fuera locutora de programas infantiles,
y Rosa María tuvo que contener la alegría para no saltar de emoción, y
fue y se lo contó a su mamá, quien con una mirada cómplice mostró su
satisfacción porque sus sueños comenzaban a despejar los caminos.
En
aquella época, dicen quienes la conocieron, que la niña dejaba con la
boca abierta a los profesionales de la palabra cuando la escuchaban
desenfadada, libre de ataduras, y decía sus parlamentos con la maestría
de su edad, y crecía y seguía en el empeño, hasta ser locutora juvenil
para mantener una estela de buenas opiniones ante cada una de sus
presentaciones.
Después
llegó el preuniversitario, con su mirada fija en el Periodismo, y
aprobó los exámenes de ingreso y aptitud y le dieron la carrera sin
dificultad. Mas la naturaleza, con sus incongruencias y barreras, hizo
temblar la tierra en Santiago de Cuba, y en aquella loma de Quintero,
donde se encuentra la Universidad de Oriente, la joven estuvo a punto de
desistir de su empeño, pero solo por una noche, porque después se
adaptó a la separación de su familia y a todas las adversidades, pensó
en el compromiso con su mamá, para cinco años después, dejar la loma de
Quintero con la convicción de que haría del Periodismo una de sus
razones de ser.
Entonces Radio Libertad
conoció a la joven de una manera diferente, como toda una profesional, y
los periodistas de antaño la acogieron con satisfacción, porque sabían
que la adquisición era de las mejores, y no los ha defraudado porque su
labor ha sido brillante.
Rosa
María Ramírez hoy posee una envidiable hoja de servicios, a la que
ahora suma la mención en el Premio Anual de Periodismo Juan Gualberto
Gómez 2013 con sus impresionantes historias de vida, una mención que es
un premio entre decenas de buenos candidatos de todas las emisoras del
país, obtenida por su calidad indiscutible.
Por
eso hoy, 19 años después de su graduación, sigue echando raíces en
Radio Libertad, la emisora de su vida, el colectivo de su vida, la
institución de sus sueños, porque la radio la ha cautivado de tal manera
que no se ve fuera del medio, y sus oyentes tampoco se lo perdonarían,
porque para ellos sería difícil escuchar otras historias de vida de las
manos de otros colegas, porque, además de su calidad, de su manera de
comunicar, de llegar al receptor, de acariciar su intimidad, es la
periodista de los grandes temas, de los grandes acontecimientos, de la
palabra exacta y el mensaje acertado, como hecho para el oído.
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