Cuando
Gerardo Hernández Nordelo llega al Aula Magna de la Universidad de La Habana,
decenas de jóvenes estudiantes van a su encuentro para hacerse fotos junto al
Héroe, que, solícito, complace a todos los que plasman el instante en sus
celulares en las afueras del simbólico recinto.
Después de
largos minutos todos entran para participar en un panel sobre el ejemplo de
Fidel Castro en el aniversario 70 de su entrada a la Universidad de La Habana,
y luego de la intervención de dos oradores, Gerardo va al podio y comienza su
intercambio con los estudiantes.
Entonces
habla del ejemplo de Fidel para Los Cinco durante los duros años de las
cárceles en suelo de Estados Unidos. Como brillante comunicador traslada a
todos a lo que cuenta tras las rejas, donde infinidad de veces estaba el
ejemplo de Fidel.
Cuenta que
en los días del amañado juicio contra ellos en Miami, cuando se encaminaban a
una de las salas, un hombre con mal aspecto los miraba con detenimiento. Al
darse cuenta, alerta a los otros cuatro para tener cuidado al pasar por su lado.
Y cuando eso sucede el hombre los detiene y les pregunta: «¿ustedes son los
cubanos?» Y ante la respuesta afirmativa les espeta: «Manténganse firmes que
Fidel Castro no los abandonará».
Otro ejemplo
fue el de un joven cubano que estaba frente a su celda en el hueco, quien en
conversaciones con él le afirmaba con cierto reproche que no quería saber nada
de Cuba ni mucho menos de Fidel Castro, pues lo de él era vivir en Estados
Unidos y hacer las locuras que le gustaban.
Cierto día,
el joven vecino se desorientó mentalmente por las difíciles condiciones del
hueco, y en señal de protesta cogió excremento del escusado y lo regó por las
paredes de la pequeñísima celda. Los guardias, en respuesta a sus
provocaciones, le sellaron el escusado y le cerraron la diminuta ventana por donde
entraba el aire, entre otras medidas duras con el prisionero.
Después de
una semana en esas condiciones, el joven cubano golpeaba la puerta y gritaba
palabrotas contra sus verdugos, y aseguraba a viva voz que a él no lo
doblegarían, porque era cubano y había sido educado por Fidel Castro, cuya
figura emergía como estandarte sostenido por el preso.
Después
contó todo lo relacionado con Fidel desde la cárcel, su aliento constante, su paradigmática
frase de que ¡Volverán!, hasta su encuentro con Los Cinco a pocos días del
regreso.
Al
terminar, un prolongado aplauso se dejó escuchar en el recinto por los jóvenes,
que una vez fuera, otra vez se hicieron decenas de fotos con el Héroe, quien con
mucha paciencia atendía la petición de todos, como el hombre de pueblo que es.
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