Waldina en plena faena, junto a su inseparable fotógrafo Raúl Verdecie. |
Y lo confiesa no porque cree ciegamente en su capacidad para asumir un documental, sino por la figura que pretende reivindicar con su obra por nacer, porque sabe que Juan Pablo, aquel trombonista que deleitaba al público y que una vez marchó de Cuba en busca de otros derroteros, y se alzaba como el músico más importante del jazz latino en los últimos 50 años del Siglo XX.
Ahora Waldina pretende hurgar en la vida del músico, nacido en Puerto Padre, olvidado por muchos en la Isla, desconocido por los más jóvenes, porque murió en su plena madurez, con solo 59 años, y su música no se escucha en Cuba, y de él apenas se habla, aun cuando es una de las más grandes personalidades de la cultura cubana.
Cómo llegar hasta la médula de aquel genio, pero sobre todo, cómo trasmitirlo al público, es el reto mayor de Waldina, que ahora se prepara ante la gran empresa que tiene por delante, porque buscar opiniones y reseñas de Juan Pablo es una de las más serias complicaciones, además de lograr un documental sobre una persona desaparecida, a quien es preciso caracterizar, revivirlo, traerlo al presente desde su pasado y no solo por las opiniones de los demás.
Mas, Waldina está tranquila, quizás no confiada, pero tranquila, porque va a ella, apuesta por ella y sabe que encontrará el hilo conductor para llegar al trombonista mayor, para realzarlo en su verdadera estatura, por el bien de Puerto Padre, por el bien de la cultura cubana.
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