viernes, 14 de junio de 2013

Cada ciudad o pueblo tiene siempre sus personajes emblemáticos, y en el caso de la ciudad de Las Tunas, al oriente de Cuba, a El Comandante, o Alberto Álvarez Jaramillo, creo que no hay quien le gane.

El Comandante sale a la calle todos los días a pescar el sol de la mañana. Camina sin rumbo por toda la ciudad con su traje verdeolivo, charreteras de oficial y boina carmesí. Dice mi amigo y colega Juan Morales Agüero que el Comandante es un remedo de Quijote provinciano, de Caballero de París fantasioso y tranquilo.

El Comandante Jaramillo siempre trae consigo una buena cantidad de documentos y otros objetos que parecen son sus armas principales. Y aun con sus problemas mentales, es capaz de sostener una conversación con cualquiera como el ser más razonable del mundo.

Dicen que Jaramillo fue en sus buenos tiempos un joven dispuesto y emprendedor, pero un medicamento mal administrado le perturbó la mente en cuestión de pocos meses y desde entonces recorre las calles de Las Tunas vestido de militar.

Cuando alguien le pregunta su nombre responde: “Che Castro Jaramillo”, en honor al Che Guevara y a Fidel Castro, por quienes siente una admiración sin límites.

Jaramillo nunca ha pedido una limosna, siempre está limpio y jamás duerme fuera de su casa. Él anda en sus cavilaciones y no le gusta que lo molesten. Detesta a los delincuentes, saluda a la bandera y ama a su tierra. Y después dicen que está loco.


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Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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