martes, 10 de enero de 2017

Hoy me he encontrado esta foto en FB que me llena de satisfacción y alegría, porque me remonta a los años cuando comencé en el Periodismo, allá por los años 80 del pasado siglo.

En la imagen tres profesionales paradigmáticos que se desempeñaban en Radio Victoria, emisora provincial de Las Tunas, al oriente de Cuba, en tiempos en que yo trabajaba en el periódico 26 de esa misma provincia. Ellos son, de izquierda a derecha Mary Espinosa, Ana Ibis González Fonseca y Luis Rodolfo Serra.

Mary fue una de las grandes realizadoras de la radio en Las Tunas, multipremiada en cuanto concurso se desarrollaba en el medio, por muchos años directora de la revista Hablemos de, a la que cada día le ponía alma, corazón y vida por años y hoy sigue haciendo radio y literatura por Miami.

Ana Ibis es también otra de las grandes realizadoras, directora de programas, guionista y locutora de la radio y la televisión, y se mantiene en Radio Victoria, con su sello de calidad a cuestas y alegrándole la vida al oyente.

Y Serra ya está jubilado, no por edad sino por años de labor. Fue durante muchos años una de las voces emblemáticas de la locución en Las Tunas, compañero de batería de Mary en Hablemos de como conductor, y uno de los titulares del noticiero estelar Impacto, con el cual muchas veces compartí labores en ese espacio, cuando yo lo dirigía en determinadas emisiones. 

Después se fue a vivir a la capital del país y se instaló en Radio Rebelde, y fue titular entre otros espacios del Noticiero Nacional de Radio.

Por ello, sirvan estas sencillas líneas para rendirle mi modeso homenaje a estos tres buenos amigos, a estos tres imprescindibles profesionales.






Médico de la salsa... Ni médico, ni músico ni salsa.
Los mediocres nunca saldrán de esa categoría.

Y el llamado Manolín, que no es ni médico ni músico se la pasa agrediendo al país que lo formó en todos los sentidos, porque si hubiese nacido en Miami, por ejemplo, no habría llegado ni a la secundaria. Y todo por su eterna e inconfundible mediocridad como ser humano.

Desde que se fue de Cuba, donde llegó a ser "alguien" por las bondades de mi país, se la ha pasado hablando mal de todos allá, resentimiento tras resentimiento.

Por suerte, nadie la hace caso a sus huecas palabras, a sus endebles insultos. 

Los resentidos siempre serán resentidos, y en la Cuba de Fidel Castro, el músico de más baja categoría es mejor que él, que de músico nada.


¿Por qué no se dedica a tratar de ser alguien en la vida (categoría a la que todavía no ha llegado y dudo que llegue) y se olvide de quienes hemos preferido quedarnos en la Isla?

¿Es tan difícil? Bueno creo que sí, porque la mediocridad es una categoría eterna, y él, eterno mediocre, nunca podrá salir de ese estatus, sencillamente porque no tiene materia gris para ello.


Maikel fue la primera gran alegría de mi vida.

Aquel 9 de enero de 1981, fue un día frío en el hospital Ernesto Guevara, de Las Tunas, donde nació.

A partir de su nacimiento mi vida cambió porque de pronto me convertí en padre de aquel chiquitín que andaba conmigo para donde quiera desde pequeñito. Y desde entonces ha estado conmigo para llenarme de dicha y felicidad.

Y por eso lo felicito este 9 de enero, y le deseo todo lo mejor del mundo hasta el fin de los tiempos. Hijos como él son los que hacen dichosos y felices a sus padres.

Un beso y un abrazo por todo el tiempo que llevamos sin vernos, mi niño.
Con su amigo Jorgito.

Con su amigo Pachi.

lunes, 2 de enero de 2017

Hazeem.
Dicen en mi país (Cuba, por supuesto), que hijo de gato casa ratones, y traigo a colación este dicho popular para hacer un símil con Hazeem, el hijo querido de mi hermano Ahmed Velázquez, es decir, también mi sobrino querido, porque el jovencito es de armas tomar en eso del manejo del lente, y sin lugar a dudas heredó los genes de su padre, que era un artista en eso de captar el Instante decisivo, un concepto del fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson.

Porque Ahmed era heredero de las ideas y los conceptos de Cartier-Bresson, a quien calificaron como el padre de la fotografía de calle, del Fotoperiodismo, del cual Ahmed también era un maestro, salvando las distancias y la diferencia de edades.

Pues Hazeem, aquel chiquitín que creció entre rollos fotográficos y cámaras analógicas primero y digitales después, entre las inigualables imágenes de su padre, se ha convertido, para bien y para felicidad de quienes amamos a esa familia, en un astista del lente, en ciernes claro, que sigue las huellas de su padre.

Alguna vez en nuestro primer encuentro ya de grande, porque lo dejé de ver de chico unos años después de la muerte de su padre, me habló del trabajo que hacía en la música y de su pasión por la fotografía, pero no tenía conciencia de la calidad de sus imágenes hasta que vi estas que compartió en su muro de FB, y que me han dejado asombrado por el dominio de la luz, el encuadre, los ángulos y la composición, casi nada, de los principios de la fotografía.

Por eso se me antoja multiplicar su trabajo y reconocerlo públicamente desde mi modesta posición familiar y profesional, pues también lo soy del lente.

Así que enhorabuena, mi sobrino querido. Tu padre te mira orgulloso y se regocija con tu trabajo.

















Desde mi orilla

Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

Archivo del blog

Con la tecnología de Blogger.

Followers

Vistas de página en total

Ads 468x60px

Featured Posts

Entradas populares