lunes, 17 de mayo de 2021

 


A Luis Sexto lo conozco desde que comencé en el periodismo, allá por los años 80 del pasado siglo. En aquel entonces, aunque nunca lo había visto personalmente, me llamaba la atención la brillantez de su escritura, y la forma en que llevaba al lector hasta donde él quería, pero había algo que me disgustaba en sus textos, a lo cual nunca le encontré explicación.

La explicación quizás estaba en que en mis comienzos lo encontraba demasiado brillante al compararlo conmigo, o en que mostraba cierto aire de vanidad cuando escribía, o en que creía que se las sabía todas en la profesión, o...

Sabía por quienes lo conocían de cerca y por los más viejos colegas, que era uno de los periodistas más querido y odiado al mismo tiempo, lo que le daba cierto aire de misticismo, porque como dice mi amigo Machado Conte, lo importante es que de uno hablen, mal o bien, pero que hablen, porque la indiferencia es decepcionante.

Así pasó el tiempo, y un día cualquiera de 2003, cuando cursaba un Diplomado en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Sexto era el profesor de Periodismo literario, y como yo andaba con mis prejuicios infundados y de causas desconocidas, pues no miraba bien a aquel hombrecito de tamaño, que hablaba demasiado bien del tema, y en una fría mañana, aproveché un análisis suyo sobre un reportaje de una colega dominicana en el que se evaluaba la narración para mostrarle mi desacuerdo con su análisis, un poco porque en verdad no compartía su criterio y un poco para encarar su probado talento dentro del gremio.

Sé, (por lo menos es lo que percibí) que a él no le cayó muy bien aquella discusión profesional, y a partir de ahí nuestro trato era distanciado -en mi apreciación, claro- durante toda la semana que duró su curso. Mas a mí lo que más me importaba era haber rebatido la opinión a uno de los grandes del periodismo, lo cual después consideré como una chiquillada llena de superficialidad.

Después, otro día cualquiera Sexto vino a la ciudad de Las Tunas, a presentar un texto que acababa de escribir, y lo entrevisté para un programa radial que hago los domingos, y cuyo título es Atrapando Espacios, y cuando terminé, pasé de forma irremediable al bando de los que lo quieren, porque me di cuenta en poco más de 30 minutos de conversación, de que en verdad estaba en presencia de uno de los grandes de las letras cubanas.

Y después, cuando ganó en buena y difícil competencia el Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de toda la vida, pues me sentí reconfortado, feliz y satisfecho por esa justicia y me uno a quienes se inclinan ante este monarca de las letras, al que hoy cuento entre mis amigos.


domingo, 2 de mayo de 2021

 


Miguel López Montes me mira con cierto asombro mientras su agilidad mental se apodera del momento. No había pensado en eso, me espeta con su acostumbrada calma y sonríe pícaramente, para volver decir con toda la naturalidad del mundo: “Pero pensándolo bien yo creo que fue Elvis Presley quien copió la moña de mí”. Y vuelve a reír de buena gana, ante su respuesta o ante mi ocurrencia de afirmarle que se peina al estilo del Rey del Rock and roll.


Flaco, alto, parsimonioso, bien educado, son características físicas y psicológicas que avalan a este hombre que ahora se sienta frente a mí, para darme el privilegio –único por demás- de entrevistarlo por segunda vez en su vida, ante la noticia que corre por toda Cuba: por su brillante obra en su profesión el Instituto Cubano de Radio y Televisión le ha conferido el título de Artista De Mérito de la Radio y la Televisión cubanas.

Y entonces no me sustraigo a la tentación de dialogar con este hombre que es una leyenda viva en la radio en Cuba, que por más de 50 años ha entrado cada día en los hogares de Camagüey primero y de Las Tunas después, donde echó ancla un buen día de 1962 para formar parte inseparable de este pueblo, acostumbrado a escucharlo en el programa campesino o en los “mexicanos”, como espacios que lo han marcado a él y a miles de oyentes de este territorio.

- Vamos a empezar por aquella escuela católica de Camagüey, cuando comenzaste a dar los primeros pasos en la locución, o los segundos pasos.

- Yo desde muchacho aprendí a leer bien, entonces los curas me escogían para darle el nombre del claustro de profesores y el nombre de los alumnos a los visitantes de la escuela, curas que venían de otros países. Yo tuve la posibilidad de presentar a Los Chavales de España, que estaban de gira por Camagüey, a un personaje llamado Carlos Prío Socarrás, a Miguel Alfonso Pozo (Clavelito), un poeta que se convirtió en adivinador.

- Cuando aquello tenías unos 11 años

- Sí.

- ¿Y el Padre Chagui qué papel desempeñó en esa historia?

- ¡Ahhh! El Padre Chagui era el párroco de la iglesia de La Caridad y tenía un programa en Radio Camagüey y a mí me llamaba la atención aquello, y yo hablé con él. Le dije, oiga padre, cuando usted necesite una persona que le ayude allí yo estoy en la mejor disposición. (Ríe a carcajadas).

- Como anunciándote.

- Sí, como ya estaba en la escuela me llevó y todos los domingos hacíamos el programa.

- De esa escuela saliste graduado como mecánico automotor.

- Mecánico automotor sí. Estuve dos años en torno y después como mecánico automotor.

- Y cómo es eso de que querías ser psiquiatra.

- Sí no sé, me gustaba la locución y me gustaba la psiquiatría. Hoy podía ser el doctor López Montes… (Vuelve a reír). Pero qué sucede, que yo estaba un poco indeciso porque me gustaba la locución y en una oportunidad el viejo mío me dijo: bueno muchachito ¿qué vas a ser, psiquiatra o locutor? Y yo dije, me voy para la locución.

- Pero la locución viene de mucho más atrás… Dicen que te ponías como un loco en el patio con dos latitas conectadas a un hilo…

- Ah sí, te voy a explicar (Ríe de buena gana). El viejo mío tenía una finca y entonces yo en las vacaciones y en los momentos después del estudio, porque tenía que rendirle al viejo sobre el estudio, cogía un palo y lo pintaba de aluminio, y preparaba una latita preferentemente del talco Mabis, le hacía unos hoyitos, la ponía en el palito con un supuesto cable y cogía periódicos, revistas y me ponía a leer allí pa pa pa, y ahora vamos a ofrecer un boletín de noticias pa pa pa, y la vieja me miraba por la ventana: “muchaaaaaacho ven para acá”, y yo seguía allí. Me acuerdo que un día llega el viejo mío a la casa y le dice a la vieja: 0ye ven acá (yo estaba oyendo ¿no?), mira a ver con este muchacho porque se pasa el día leyendo cosas allí frente a una lata y se va a debilitar (ríe a carcajadas), y yo haciendo locución en lo que para mí era una radio base…

- Definitivamente después que sales del colegio religioso ya te dedicas a la locución, ¿no?

- Sí en el año 1959 yo…

- No, antes de 1059, en aquella emisora CMJK, La voz del camagüeyano…

- Ah sí, la CMJK.

- Allí empiezas a hacer tus primeros pasos en serio en la locución.

- Sí, porque el dueño de la emisora, Don Pancho, era amigo de mi papá, quien habló con él y le dijo mira, este muchacho se inclina por la locución, mira a ver qué tu puedes hacer con él allí… porque yo iba mucho cuando muchacho a la emisora y disfrutaba mejor ver aquellos micrófonos 44, y ver trabajar a los locutores y operadores que ir a un cine… Allí hice de todo; comencé de recepcionista, después cobrando anuncios comerciales, y Don Pancho me ponía a dar la hora y en algún que otro programita musical y me fui metiendo en ese mundo porque lo hacía bien, hasta que en 1959 me evalúo como locutor profesional.

- En aquel tiempo trabajaste en la cadena Partagás, en CMJA de Valdés Jiménez, en la Doble U… ¿cuál de aquellas emisoras te marcó más?

- La CMJK

- ¿Y por qué?

- Bueno pues primeramente porque empecé allí, mi voz salió al aire por primera vez por esa emisora, y fue mi primera experiencia en la profesión.

- Y allí hacías algunos anuncios…

- Allí se hacía de todo.

- A ver dime algunos de aquellos anuncios…

- Dime tú…yo no tengo el texto de esos anuncios…

- De alguno que te acuerdes…

- Bueno mira, de los que se hacían en vivo, había uno que decía (pone voz de locutor y habla como si estuviera frente al micrófono): Amigo fumador, si fuma por echar humo, ¡ahhh! fume cualquiera, ahora, si fuma por deleite, ¡ahhh! si fuma por deleite… fume Brisuelas, el mejor tabaco camagüeyano.

- Dime otro, dime otro…

- ¿Quiere usted vestir bien?... Muy fácil… Visite El Globo, templo de la moda en Maceo 72, saldrá complacido…

- ¿Siempre fuiste flaco López?

- Sí, siempre.

- ¿Y siempre te has peinado con esa moña?

- Toda la vida…

- Vamos a hablar un poco de tu llegada a Las Tunas, año 1962, por allá… ¿por qué?

- En el año 1962 yo estuve en Guáimaro, entonces se iba a fundar allí Radio Rectángulo. Yo cuando aquello tenía una máquina, y fui allí, pregunté el último en la cola, y pan, me senté a esperar. Cuando me tocó el turno, veo un señor llamado Pepe Gallegos, que era el presidente de los locutores en Camagüey. Y me ve y ah qué tal cómo andas, y nos saludamos muy contentos, y bueno ¿en qué tú andas? me pregunta. Bueno chico, me dijeron que venía un hombre de Camagüey a ubicar, y me dice, no no, compadre, yo aquí lo que tengo son plazas de tractoristas y otras cosas del campo, por qué no vas a Tunas, que es cerca y allá sí hacen faltan locutores… Y al otro día cojo la máquina y vengo para acá y parqueo por el Centro Médico…

- ¿Dónde era eso?

- Eso era… de la fuente de las Antillas un poquito para acá, y muy cerca estaba el edificio donde se encontraba Radio Circuito. Llegué allí y me identifiqué con la recepcionista que era Ancy Cordero y me dice el administrador viene a eso de las 3:00 de la tarde. Me senté y al rato yo veo a aquel hombre grandón que viene y yo digo caballeros, qué hombre más alto este, y era Rafael Urbino. No había plaza en ese momento pero a los pocos días volví y me puso un turno los domingos por la mañana, pero no fijo. Yo tenía que oír en el transcurso de la semana el programa del órgano, que lo hacía Cofresí, y teníamos una contraseña: si Cofresí decía y un saludo allá en Palo Seco al León López Montes, pues tenía que trabajar el domingo y venía.

- En aquel entonces todo se hacía en vivo y hay muchas anécdotas de la época. ¿Cómo es eso de un perro que entró una vez a la cabina de locución?

- Ah, sí. El aire acondicionado estaba roto: Eran las 6:00 de la tarde y estábamos dando el noticiero Oraldo Solís y yo, y con el rabillo del ojo veo una cosa negra que entra, pan pan pan, y cuando acabo de leer la parte mía y empieza Oraldo veo aquel perro, y todos estábamos algo nerviosos y allí mismo se acabó el noticiero. El tipo entró como perro por su casa.

- El programa campesino te ha marcado para toda la vida…

- Sí, seguro, llevo muchos años haciéndolo.

- ¿Y Ecos de México? Por ese programa creo que la gente te identifica más…

- Puede ser, sí, Ecos de México se llamaba antes México canta, y un día desapareció, pero después Urbino lo volvió a poner con el nombre de Ecos de México, y él lo hacía. Y un buen día estoy yo sentado en la emisora y viene Oscar Herrera y me dice: López hace falta que vengas un momento a la reunión del núcleo del Partido. Y voy para allá, pero pensando ¿qué habré hecho yo? (Ríe) Y entonces me dicen: Mira, Urbino va a salir de vacaciones pero no puede porque tiene que hacer el programa mexicano y dice que si tú lo haces él sí puede salir, porque para él tú eres el único que lo puedes sustituir, y me quedé con el programa definitivamente.

- Entonces has ido creciendo con estos dos programas.

- No, cuando comencé con estos programas ya tenía seis pies de estatura (vuelve a reír).

- ¿Qué es lo mejor que te ha pasado en la radio?

- Bueno chico ha significado la propia vida, han pasado tantas cosas, y muchas agradables, y este premio ha sido el principal que he alcanzado. Es mi vida dedicada a la radio.

(Nota: Miguel López Montes falleció en 2015).


sábado, 16 de enero de 2021

 


Cuando se habla de las artes plásticas en Las Tunas, hay que mencionar el nombre de Othoniel Morfis Valera.

 Él es un artista de una obra extensa y de calidad como curador y crítico de arte, y que compite en buena lid como promotor cultural.

Desde que era un pionero se inclinó por la cultura, y sus ansias lo llevaban por los caminos más inusitados para un niño, y se puede decir que desde ahí comenzó su carrera.

Aunque no se graduó de Historia del Arte en la Universidad Central, se mantuvo con la promoción, la curaduría y la crítica.

Y después ingresó a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y dirigió la Filial de Artistas de la plástica, hasta que por sus méritos comenzó en la vicepresidencia del comité provincial, hasta el pasado Noveno Congreso.

En el Callejón de la Ceiba, se siente pleno. Es este un proyecto comunitario que creó durante un verano y después que acabó la etapa para la cual estaba concebido ni él ni su público quisieron separarse de aquella idea fabulosa.

Profesional dedicado por entero a su labor artística, es admirable todo lo que hace para el bien de los demás, porque para los demás trabaja.

Su carisma le abre paso por la vida, y ahí radica su mayor grandeza, junto a su talento, claro, porque nació para el arte.

 

 

domingo, 3 de enero de 2021

 


Comienza un nuevo año, y retomo mi blog siempre Desde mi orilla, la que me da y me quita el sueño, aunque haya estado un poco abandonado, pero nunca olvidado.

El 2021 es de retos, metas, proyectos personales y colectivos, y sobre todo de mucha lucha por una Cuba mejor, en defensa de esta dignidad y libertad que ha crecido durante años y seguirá creciendo hasta el fin de los tiempos.

Yo felicito a todas las personas de buena voluntad no solo de mi país, sino del mundo, que también tiene que ser mejor. La humanidad merece todo lo bueno que hay en la existencia, esa que nadie puede opacar a pesar de las injusticias y los abusos. Todas las manos, todas, los negros con sus manos negras, los blancos con sus blancas manos, al decir del Poeta Nacional Nicolás Guillén, para llegar a la felicidad plena del hombre, y la mujer, por supuesto.  

Desde mi orilla

Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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