martes, 11 de diciembre de 2018

Góngora, así de simple, ha muerto, en un día triste, en una tarde medio fría y más triste todavía. Se ha despedido de la vida después de luchar por más de un año contra un cáncer que se ensañó con él, que nunca se había enfermado y a quien todos celebrábamos por su salud de hierro porque no le daba ni gripe.

Aun cuando era una muerte esperada porque estaba muy enfermo, fue como un mazazo cuando me lo dijeron en la redacción de Radio Victoria, y a mi mente llegaron de golpe todas las anécdotas de nuestra juventud, cuando se iniciaba el periódico diario en la naciente provincia de Las Tunas.

Entonces me fui hasta la funeraria, y me llené de fuerzas para entrar a la capilla donde estaba tendido el cuerpo sin vida de mi maestro, de mi amigo, y no pude evitar las lágrimas cuando Niurka, su esposa, se abrazó de mí llorando, y hablamos en pocos minutos de su vida, de sus últimas horas, de sus cosas.

Mi relación con Oscar Leandro Góngora Jorge data de cuando era el jefe del equipo político-ideológico en el diario 26 en el que yo iniciaba mi vida como redactor-reportero que atendía los temas de la educación y la juventud, y fue literalmente el primer maestro que tuve en el Periodismo, porque además de mi jefe, acopiaba toda su paciencia para tratar de armar aquellos lead de las informaciones que le entregaba, muchas de las cuales las rompía en pedazos e iban a parar a un cesto de basura que tenía al lado de su puesto de trabajo, con una sentencia: «hazla otra vez», sin ni siquiera darme la oportunidad de fijarme en lo que había escrito.

En aquellos inicios, me era extremadamente difícil construir un lead y responder las preguntas clásicas, y todos los días hacía ejercicios mentales para determinar cuáles eran los datos más importantes para comenzar mis textos, y era decepcionante cada vez que Góngora me rayaba con su afilado bolígrafo mis líneas de novato verde.

No obstante, lo que más agradecía era cuando Góngora se sentaba en su entonces máquina de escribir Robotrón, de 12 puntos, que él tenía engrasadita y volaba bajito, y a partir de los datos que yo le daba me hacía un lead excelente en menos de un minuto, para espetarme a rajatabla: «eso es para que aprendas y te convenzas de que yo soy el mozo de la información».

Góngora era realmente un maestro para todo el equipo que dirigía, integrado además, por Julio César Pérez Viera, Ulises Espinosa Núñez y Roberto Doval Bell, y creo que en el 98 por ciento de los señalamientos que nos hacía tenía razón, aunque lo veíamos como un tipo quisquilloso, rompe cuartillas, pero lo hacía para enseñarnos y educarnos, y lo lograba.

Y así pasó el tiempo y un día me fui del periódico para la radio y Góngora siguió después como reportero porque los equipos se disolvieron, y después siguió con su madera de maestro como jefe de Redacción del semanario, velando por el buen escribir, por las estructuras correctas de los géneros, educando y formando no solo a los jóvenes, sino a los que ya llevan años en la profesión, porque parabién de 26 y del periodismo tunero, Leandro será siempre el Mozo de la información. 


domingo, 9 de diciembre de 2018

Cuando veas la luna y un farol
piensa en mí
yo estaré haciendo lo mismo.
Cuando veas la luna y un farol
mira fijo al firmamento
yo estaré haciendo lo mismo.
Y miraré tus ojos a través de la luna y el farol
entraré por ellos
buscaré en sus desafiantes caminos
y llegaré al centro de tu centro
allá, donde solo yo puedo llegar
mientras tú
sin proponértelo
mirarás la luna y el farol.

martes, 20 de noviembre de 2018

Muchacha de noviembre
porque eres luz y sombra
en el justo momento de la aurora
cuando espantas el augurio
de eterno deseo 
y posas en los ojos
que descubren la silueta tenue del camino.
Muchacha de noviembre
que revuelves todo con tu paso
cuántas ansias despiertas
en segundos
sobre el lecho injusto del anhelo
en el delta donde levantas tus puentes
para que el agua duerma
entre tus piernas.


sábado, 13 de octubre de 2018

Gretel, en su programa televisivo para Internet Agenda deportiva. (TIEMPO21 FOTO /Angeluis).
Ya a las 7:00 de la mañana la encuentro en la Redacción deportiva de Radio Victoria, sumergida frente al ordenador en busca del mundo del deporte para encauzar el trabajo del día. Su máquina está de frente a la puerta por lo que ella queda sentada de espaldas y nunca me siente llegar. Entonces la abrazo por detrás y le digo ¡no te muevas! Y ella me toma del brazo y el saludo de amigos, de colegas, invade el local.

¿Cómo pinta el día?, le pregunto y sus ojos brillan y se vuelven pequeños, casi imperceptibles con su risa amplia y linda, y siempre me responde entusiasmada con algún tema que la fascina. Y no le ocupo mucho tiempo, solo unos poquísimos minutos porque Gretel Yanet Tamayo Velázquez no para cuando de trabajar se trata, y como jefa de la Redacción deportiva de la planta provincial busca el horizonte informativo del día para discutirlo con sus colegas y enrumbar el programa a su cargo: Deporte y algo más, y los demás espacios de la jornada.

Hoy sí nos sentamos a hablar, le digo y ella me responde: ¡Seguro! Pero a la hora acordada para el diálogo se interpone una reunión de momento con directivos del Deporte, y cuando sale tiene otra tarea pendiente y ya cuando cree que puede llega la hora de la revista, la cual dirige, y se ríe y me dice con picardía: «mañana sí, ¡seguro!», porque sus días son así de cargados. «Me tengo que dividir en 20», me dice y vuelve a reír y la veo cómo se aleja con paso rápido y firme, rumbo a los estudios.
Gretel es muy joven, apenas 27 años, pero su madurez asombra, al igual que su liderazgo para lograr cada meta, cada sueño, y su día no alcanza. Mas, al fin, nos sentamos, escondidos en uno de los estudios.
– Desde que eras estudiante fuiste líder, ¿eso te lo propusiste o está en ti?
– Está en mí. No lo busco, está intrínseco en mi personalidad, en mi manera de ser. No lo busco, pero las personas me siguen, no sé por qué.
– Tú fuiste la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) en el preuniversitario, ¿pero ese trabajo de liderazgo venía desde antes?
– Sí, incluso desde la primaria. Siempre fui jefa de mi colectivo en mis escuelas seminternado Vado del Yeso, en la secundaria Jesús Suárez Gayol, siempre en puestos de dirección dentro de la Organización de Pioneros José Martí.
– ¿Cómo entras a la dirección de la FEEM?
– En mi etapa de secundaria los muchachos de la FEEM iban a las escuelas y conversaban con algunos líderes de la enseñanza, como una forma de garantizar el relevo, para captarte. Y cuando llego al décimo grado en el instituto preuniversitario José Peña Fernández, me seleccionan como dirigente a nivel de provincia.
– Cuál era tu expectativa cuando comienzas a dirigir a todos los estudiantes de preuniversitarios de la provincia de Las Tunas, que es una tarea por demás difícil?
– Las expectativas eran muchas porque ser dirigente a cualquier nivel no es fácil, pero cuando se es adolescente y tienes una responsabilidad y la asumes es muy complicado, más cuando tenía que estudiar, cumplir con la docencia y con las tareas de la organización. En la FEEM no es solo dirigir, hay que llevar muchos procesos, dialogar y compartir con el estudiantado, saber cómo pensaba y ser ejemplo en todo.
– ¿Cuál fue tu mejor enseñanza en la etapa de la FEEM?
– Creo que estar siempre vinculada a los procesos propios que uno tiene, qué piensa quien te rodea, ser ejemplo.
-¿Desde entonces viene tu responsabilidad ante todo?
– Yo creo que desde antes, del seno familiar, del lugar donde crecí, de las enseñanzas de mi mamá, de mi abuela, de mi abuelo.
– En tu casa había un gran dilema y una gran expectativa por lo que tú ibas a estudiar, pues la aspiración familiar era la Medicina. ¿Cómo llegas al Periodismo? Sé que no lo tenías como la primera opción.
– El Periodismo lo pensé en el mismo grado 12, porque tenía un espectro abierto en lo que podía estudiar sobre todo con las letras, y mi abuela, con una gran influencia sobre mí, quería que fuera médica, porque esa es una aspiración que siempre está en la mayoría de las familias. Sin embargo mi no por la Medicina fue rotundo, no quería. Me gustaba el Derecho porque mi mamá siempre trabajó en los tribunales, pero ya en el duodécimo grado dije que quería ser periodista, y en eso influyó la FEEM porque siempre tenía que estar en los medios de prensa para difundir nuestras actividades, además de que algunos veían en mí condiciones para ser comunicadora porque tenía facilidades de hablar en público, y me decidí por hacer las pruebas de actitud de Periodismo.      
– ¿Y por qué hoy sientes un poco de vergüenza por no haber sido maestra?    
Ríe a carcajadas porque evidentemente no esperaba la pregunta.
– Eso es una historia un poco complicada. Eso viene de esa etapa de adolescente, dirigente estudiantil, de ser ejemplo ante los demás, porque no soy de las que dicen haz tú y yo no hago. Y uno de los principales procesos de la FEEM es el de las carreras pedagógicas por el déficit de profesores. Y como era la presidenta hablaba con los muchachos para que muchos de ellos se decidieran por el magisterio, y sin embargo cuando me tocó a mí no lo hice, y eso es una vergüenza que todavía anda conmigo, pero creo que no tenía aptitud.
 – ¿Será por eso que te fuiste para el Servicio Militar Voluntario Femenino, como para saldar un poco esa deuda?
– Creo que sí. Hoy, al paso de los años lo veo así. No cumplí con el magisterio pero me fui para el Servicio Militar porque además estaba relacionada con ese proceso desde el décimo grado, y atrasé un año mi sueño de llegar a la Universidad y pasé un año de Servicio primero en la fuerza antiaérea, y luego en la Región Militar de Las Tunas.
– ¿Y eso fue bueno?
– Para mí sí, porque la vida militar te forma, te hace crecer como persona, y fue decisivo en el respeto, la responsabilidad y la entrega a lo que haces.
– Después ingresas a la Universidad Ignacio Agramonte, de Camagüey. ¿Qué fue lo mejor que te pasó en ese centro de altos estudios?
– Todo el que vive la Universidad la tiene que disfrutar, porque es irrepetible, desde todo lo que te enseña de tu carrera como el propio conocimiento sobre la vida, los amigos, la relación con los medios desde el primer año. También la Universidad fue una etapa de mucho sacrificio porque enfermé de Diabetes Mellitus tipo I insulinodependiente por lo que fue muy complicado pero al mismo tiempo me formó. Creo que mi vida ha sido de mucho trabajo y sacrificio pero siempre con la demostración de que se puede.
– ¿Por qué de estudiante fuiste tan apegada al periodista Alexis Pérez Sánchez, fallecido en plenitud de facultades?
Sus ojos brillan y tratan de disimular una lágrima que se aventura a salir.
– Alexis más que un colega fue la primera persona que en un medio de prensa me abrió las puertas. Fue en el periódico 26 en mis primeras prácticas profesionales. Fue mi primer tutor, él, un profesional con un verbo muy asertivo, y una gran manera de pensar y decir las cosas, muy crítico y elocuente en el discurso periodístico, y fue la primera persona que me ayudó, y me abrió además las puertas de su casa, de su familia, me trató como a una hija. Y haber crecido bajo su inspiración me hace una mejor profesional.
– En el 2013 egresas de la Universidad. ¿Tú no tenías definido un medio al cual ir, como la mayoría de los estudiantes?
– No. Pasé por todos los medios pero nunca pensé en ninguno por si no me tocaba, para no frustrarme. Todos me atraían, y mi máxima era, donde me ubiquen lo voy a hacer bien.
– ¿Y cuándo te dijeron la radio?
– La radio es muy complicada, es el medio en el que más se trabaja, y es el medio que mejor te forma y te da más herramientas. Nunca voy a estar en ningún lugar mejor.
– ¿Y el día que llegaste, qué sentiste?
– Sentí que tenía que trabajar mucho, sentí su diarismo, que es lo más importante, es un trabajo de 24 horas, muy vinculados a la audiencia. Pero sentí que podía hacerlo por el hecho de ser los primeros en dar la noticia por su inmediatez. Y eso me cautivó desde el inicio.
– ¿Lo primero que hiciste como reportera?
– Me pusieron como tutora a Ada Cristina Higuera Tur, directora actual del noticiero Impacto, y siempre me dio mucha confianza que es muy importante. Atendía con ella los temas de la salud y el universo juvenil, aunque hice muchísimas cosas más.
– Cinco años después de graduada, ¿cómo llega Gretel a los temas del deporte, siempre lo más fascinante para ti, y sin embargo lo que nunca pudiste hacer?
– De niña siempre me gustó el deporte, porque además lo practicaba, y lo conozco. Ahora de periodista tardé en acercarme porque el equipo estaba completo y aproveché para formarme más integralmente en otras áreas. Un día se dio la posibilidad pero no me aceptaron porque debía dedicarme a otras tareas. Después hay un déficit de profesionales en el equipo y Albert Blanco me abre las puertas y comienzo a trabajar y a formarme en ese campo.
– Después jefa de la Redacción deportiva.      
– Exactamente, se da la posibilidad de que exista en Radio Victoria una redacción deportiva que no la tenía, y me ponen al frente de ella, y he tratado de encaminar la labor en ese sentido.
– Y hoy ¿cómo ves esa redacción?
– Fuerte, porque tiene narradores-comentaristas buenos y experimentados y hemos trabajado con periodistas que se han formado y ahora contamos con un buen equipo.
– El deporte es una carga doble porque los eventos son todos los días, mucho más con la Serie Nacional de Béisbol y Gretel escribiendo de los juegos diarios y en eso llega a la 1:00 o 2:00 de la madrugada mientras dura la Serie. ¿Te sientes contenta y realizada con esta carga de trabajo que tienes?
– Me siento feliz en la radio porque hago lo que quería hacer, y además por lo que ha hecho Radio Victoria para formarme como profesional, y no solo en la radio tradicional, sino en las redes sociales, en tiempo21, y en todo el espectro deportivo que es bien amplio.
– Un último tema. Háblame de tu papel como conductora de televisión en el canal de tiempo21 Video-TV.
– La radio te forma como ningún otro medio. Cuando usted sale de aquí tiene un espectro tan amplio, porque también es dirección, realización, y ahora en el canal de tiempo21 en un programa deportivo en estudio y con reportajes y entrevistas en el escenario natural de los deportistas.

Se acaban las preguntas, termina el diálogo, y Gretel ya tiene que correr porque debe subir unos trabajos a las redes sociales. Y me admiro de cómo una muchacha tan joven tiene a la seriedad y la responsabilidad como divisas, lo cual, junto a su talento natural y su belleza física, cautivan a las audiencias, porque ella hace radio en tiempos de multimedios.    


La escena internacional vuelve a conocer del talento de Las Tunas a través de Teatro Tuyo, que ahora mismo participa en la quinta edición del Festival Internacional de Clown Escénico, Festiclown, por invitación del Gobierno de El Salvador y la compañía Asociación Cultural Irreal Teatro, de ese país.

Allá está el emblemático director Ernesto Parra con sus muchachos, empeñados en demostrar que el clown está más vivo que nunca, y que puede llegar no solo a los niños, sino a todos, cuando se trabaja con la maestría y la decisión de que todo público puede estar preparado para recibir a alguien con una nariz roja.

La multipremiada obra Gris y su más reciente estreno, ¡¡¡PUM!!!, ese unipersonal de Ernesto Parra, que atrapa al espectador, son las obras que muestran en Centroamérica, y el unipersonal tiene el honor y el orgullo de cerrar el espectáculo clausura de la jornada en el Teatro Nacional de San Salvador.

Pero además, Parra trasmitirá sus conocimientos a los salvadoreños con sus conferencias en la Universidad de las Artes de San Salvador y con su taller Ver más allá de las cosas, en el que por supuesto demuestra que la mirada siempre debe ir más allá, a las esencias, para entender la vida.

El evento será propicio además para que se concrete el hermanamiento de Irreal Teatro con el Festival Internacional de Payasos, que auspicia Teatro Tuyo en la provincia de Las Tunas cada dos años, una forma de unir más a Latinoamérica a través del arte.

Una vez más Teatro Tuyo prestigia la escena internacional.




Natasha, a la izquierda, en plena faena profesional.
La primera vez que supe de Natasha Díaz Bardón como periodista fue en un documental que realizó en Venezuela cuando el diluvio de finales de la pasada década, cuyas imágenes impactaban por su dureza y la horripilante narración de aquellos acontecimientos que sacudieron no solo a la nación sudamericana, sino a todas las personas de buena voluntad en el mundo.

Como estudiante de Comunicación Social y Periodismo en el último año de la carrera, había ido a Sudamérica para hacer su tesis de grado, y de allá trajo reportajes de alta factura, que mostraban la realidad del país de Bolívar y Hugo Chávez.

Después de graduada la asignaron en el canal territorial Tunas Visión, y allí comenzó una carrera meteórica que la ha catapultado como una de las buenas periodistas y realizadores audiovisuales de ese medio de comunicación masiva, tanto por su agudeza para tratar temas peliagudos y sensibles, como por su forma de realizar sus productos comunicativos.

Natasha es una periodista que constantemente ejerce el criterio con su mirada en todo lo que anda mal o puede ser perfectible. Su incansable manera de encarar el periodismo televisivo hace que sea una reportera integral, que busca la noticia o la narración de historias de vida apasionantes, porque su talento la llevan a ver quizás los que otro no vean, y siempre busca lo novedoso, lo escondido, y lo aparentemente intrascendente lo muestra con sus valores, con el esparcimiento de los buenos mensajes para la población, siempre agradecida de tener en la pequeña pantalla materiales de ese tipo.

Como realizadora, son memorables los documentales de su autoría, y por su aval y su obra desde hace unos años integra las filas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, desde cuyas filas ofrece su aporte para el desarrollo de su Filial de Cine, Radio y Televisión.

Natasha hizo un alto en su vida profesional, cuando se convirtió en madre de un precioso bebé, que se erige como su mejor obra humana, aunque en todo ese tiempo siempre tuvo rondando el Periodismo y la realización, de las cuales ya no puede apartarse más porque ella nació para esta profesión, que decidió escoger por encima de cualquier barrera y lo logró con creces.

Entonces, si su vida profesional ha sido difícil, tortuosa, abrumadora por los caminos angostos de una comunicadora, la de madre le ha puesto la varilla bien alta, las barreras más difíciles, porque es una etapa que aunque para toda la vida, siempre es dura, aun cuando goce con su pequeño en brazos, y lo mire cuando duerme plácidamente, como para convencerse de que ese ha sido su mejor reportaje, su mejor documental, hasta el fin de los tiempos.


viernes, 17 de agosto de 2018

(A Wichi, in memoriam)

No intentes alejarte,
no podrás.
Tú eres el Cisne.
El salvaje soy yo.


Cuando nos casemos
tú cocinarás y lavarás;yo plancharé tu cuerpo.

sábado, 4 de agosto de 2018

En la semana que concluye, los post más visitados en mi blog ¿casualmente? me agradan, porque son como la vida: unos me alegran, pero uno me entristece, y esa es la existencia.

El más visitado fue el de mi colega Yanetsy, como personaje de mi gremio. Después la muchacha a la que adoro y la Red que ella adora; el de mi entrañable amigo Villegas, que penosamente la muerte no perdonó, el de mi equipo de TeleSur querido, que es decir la Mesa de Asignaciones, del otro lado del Caribe, e Intención II, un poema que amo porque amo a su dueña, pues me gusta refugiarme en su mirada.

Por eso sigo escribiendo, por quienes me siguen y tienen la amabilidad de leer algunos de mis post. Y eso reconforta.


La muchacha y el violonchelo se funden en una bella escena en que ambos intercambian caricias, miradas llenas de ternura, amor sin límites. Muchacha y chelo muestran su belleza sin igual. Están callados, como pensando uno con respecto a la otra. Ella pasa la mano, lo acaricia; él se queda muy tranquilo, en pleno disfrtute de la mano que lo llena de regocijo. Después, cuando la muchacha lo decide, emite su sonido, humano, bello, inigualable.
La flauta es capaz de provocar sensaciones múltiples cuando es tocada por una virtuosa del instrumento. Y llega a nuestro oído para acariciar el encanto que solo es propia de una bella melodía. Cuando la escuhas te atrapa y no te suelta hasta que deja de sonar. Y aun así, parece seguir en tu oído, suave, tierna, sacudidora. Pero eso sucede si solo quien la toca es capaz de invadirte para siempre con sus notas, con su inigualable sonido.

martes, 31 de julio de 2018

Arte y sensualidad en la ballerina del Ballet Nacional de Cuba, durante una de sus presentaciones en Las Tunas, provincia al oriente de Cuba. Fue una noche en que brillaron las muchachas junto a Alicia Alonso, siempre tierna, siempre bella, con su mítica presencia que llenaba el Teatro Tunas. Y ahora mismo, aquí, le entrego esta imagen sensual, como el propio Ballet.


Ella está en la Red. Espera que le sirvan el almuerzo y está en la tela de araña. Casi no percibe nada de lo que pasa a su alrededor. Como un reflejo incondicionado le da las gracias a la muchacha que le sirve agua y sigue entre comentarios, me gusta, me encanta. Su acompañante le pregunta algo y no responde de momento. Al rato levanta sus ojos negros y dice ¿qué? Y sigue en metida dentro del móvil. Ríe por algo que lee y escribe. Llega el almuerzo y le pesa interrumpir la comunicación. Deja el teléfono a un lado, pero bien cerca, donde pueda ver lo que pasa en del otro lado. Corta un pedazo de carne y lo lleva a su boca. Mastica lentamente y sus manos, como un resorte, toman nuevamente ese imprescindible aparato que abre su ventana al mundo. Levanta sus ojos dos segundos y mira a su acompañante que disfruta lo que ella hace. Le muestra su sonrisa lujuriosa. «No te preocupes, ya termino», le dice y sigue pasando su dedo por el cristal, de abajo a arriba, mientras degusta un pedazo de bistec uruguayo de cerdo, su carne preferida, que aun así, no compite con la Red.


lunes, 30 de julio de 2018

Llueve a cántaro en Las Tunas y su figura –bella por demás- danza bajo el agua con la música de las gotas en el suelo. Viene y va y se aleja, para después acercarse, lentamente, con su pelo chorreando la lluvia que la bendice. Y ríe como ella solo sabe hacerlo, y me mira con esos ojos negros que estremecen los cimientos de la propia existencia. Y entonces, como para que no pueda olvidarla nunca, me da su mano y el beso medieval se confunde con su vida y con la lluvia, ya para siempre. 

domingo, 15 de julio de 2018

Yanetsy Palomares Pérez es una muchacha que hace apenas unos años de graduó de Periodismo en la Universidad de Camagüey, y quizás ha desmentido el pensamiento de algunos cuando la vieron tan callada y poco comunicativa, que vislumbraron a una profesional que pasaría trabajo para ejercer el Periodismo, porque en esta primera etapa de trabajo ha superado todas las expectativas.

Hoy, la perspectiva de Yane, como le decimos, va más allá de todos los pensamientos, y su quehacer diario como reportera en Radio Victoria se acerca a las necesidades del Periodismo de estos tiempos, tan carente de profesionales integrales, capaces de tributar bien para todos los canales de comunicación en los medios.

Cuando esta muchacha escribe para la radio se nota enseguida la presencia de una buena comunicadora con el público de ese medio, tan exigente, tan íntimo y tan capaz de detectar de inmediato la calidad de su emisor. Y cuando lo hace para la Red, su redacción y estilo rozan con las exigencias de un canal tan riguroso.

En tiempos de hibridez en el Periodismo, Yanetsy sabe deslindar muy bien las características entre un género y otro, y aun cuando para algunos la hibridez es un hecho y lo importante es la calidad de los textos, para otros profesionales no hay nada mejor, desde el punto de vista comunicativo, que leer, escuchar o ver una crónica, una entrevista o un reportaje puramente hablando, porque en su esencia está el mensaje de una forma más clara, sencilla y concreta.

Lo de su callada manera de ser es otra cosa, y forma parte de su carácter, pero no quiere decir en modo alguno pesadez o falta de educación, por el contrario, se relaciona plenamente, con conversaciones inteligentes y sobre temas interesantes, lo que pasa es que cuando algunos otros son más bullangueros, ella prefiere el silencio y la concentración en sus textos y realizaciones.

El haber obtenido excepcional en sus evaluaciones en una profesión tan exigente como lo es el Periodismo, es una muestra irrefutable de que Radio Victoria ganó con Yanetsy a una excelente profesional en lo particular, y en lo general, que la prensa en Las Tunas cuenta ahora con una exponente de calidad, capaz de enfrentar con acierto los desafíos de estos tiempos. Y eso es más que suficiente para sentirse contento.




Si pudiera en tu cuerpo encontrar sensaciones
saboreando en espiral lo prohibido
que engrandece la estructura femenina
y rescata la lluvia que caerá mañana.
Su pudiera besarte las caderas por dentro
en la madrugada de antojos
y en la poesía de tus ríos
subir al presente.
Si lograra tus caricias disparadas a distancia
con lo mejor de ti en el espacio
podría refugiarme en tu mirada.

domingo, 8 de julio de 2018



No sé a ciencia cierta el porqué Enrique José Villegas se auto nombra El Perro. Ni lo sé, ni quiero preguntárselo para saldar mi duda. Prefiero mantener mi idea vaga sobre eso, porque a fin de cuentas el Ville, como le decimos amigos y colegas es una de las mejores personas que he conocido en mis años por este convulso mundo.

Recuerdo cuando yo trabajaba en el diario 26, en la calle Colón 157, justamente donde se encuentra hoy la emisora provincial Radio Victoria, que para aquel entonces (años 80 del pasado siglo), estaba en la calle Francisco Varona, frente a la emblemática Plaza Martiana.

En el periódico teníamos un comedor donde se vendían suculentas meriendas, y el Ville y sus colegas, que no tenían la posibilidad en su emisora, todos los días llegaban hasta 26 para saciar sus ansias de comer, y entonces él, gordo, comilón y paradigmático, se paraba en la puerta de la cafetería y decía: “¡llegamos a la abundancia!”, y engullía de todo lo que había, que no era poco, incluida una decena de bolas de helado de chocolate.

Ese es el primer recuerdo que tengo del Ville, aunque por supuesto, con la certeza de que era uno de los mejores reporteros de Radio Victoria, siempre con el criterio en el disparador, para analizar cualquier problema que afectara al pueblo, una práctica que ha cumplido rigurosamente hasta hoy, en su posición de redactor a cargo, entre otras muchas tareas, de las quejas de la población.

Ya cuando llegué de novato a la radio, en los primeros años de la década del 90, me acerqué a él y a Oscarito Herrera para evacuar mis dudas, darles mis textos para que los corrigieran y pedirles consejos constantemente con el objetivo de adentrarme en tierra firme en el fascinante y difícil mundo de ese medio de comunicación masiva, que te atrapa una vez que llegas a él.

El Ville para todos y El Perro para él mismo, es un tipo carismático, aunque mi colega Ada Cristina Higuera Tur, directora del noticiero Impacto, del cual Villegas es el redactor, dice que es un mal necesario, por la sencilla razón de que siempre está buscándole las cuatro patas al gato, protestando, peleando, ocupado hasta del más mínimo detalle del Departamento Informativo, claro, para que se pueda trabajar mejor; pero aun en esas ocupaciones, está al tanto de lo que le hace falta a Ada desde el punto de vista personal, le busca agua y cualquier cosa que necesite para que se sienta feliz frente a su guión del noticiero.

Villegas y yo siempre hemos sido amigos, aunque constantemente estamos discutiendo por problemas de trabajo, aunque me haya bloqueado de su perfil de twitter para que no sepa nada de él en esa red social -«porque me echa palante con los jefes»-, aunque esté en desacuerdo con algunos de mis planteamientos, a los que él considera absolutos, porque «yo me creo el dueño de la verdad». Y ya cuando la discusión no tiene arreglo me espeta a la cara: «ganaste, yo no discuto con las niñas».

En materia profesional, el Ville es uno de los mejores periodistas que he conocido en mi bregar por esta profesión. Obsesivo con un tema determinado, atento siempre a lo que anda mal y afecta a la sociedad, incisivo en el manejo de las yuxtaposiciones, exquisito en la búsqueda y ubicación de las informaciones de mediana y alta intensidad para captar la atención del oyente, líder de opinión en la red social Twitter, maestro en lo que a un noticiero se refiere (él fue el creador de Impacto, «como un disparo», según su criterio), él es uno de los imprescindibles en cualquier redacción radial porque rinde por cinco, tanto en lo profesional como en lo personal.

De ahí que sus colegas todos estuvimos en vilo cuando hace ya algunos años fue operado del corazón en La Habana, y todos nos alegramos el día de su regreso triunfal porque no ha cambiado en nada su ritmo de trabajo y en su forma de ser, y en verdad su tratamiento de por vida solo lo molesta cuando ve algo de comer que él no puede ingerir por prescripción médica, y entre lastimoso y gracioso huele y dice: «qué rico», y se aleja a toda prisa de lo prohibido.

Por ser tan quisquilloso, a cualquier hora y cualquier día (incluyendo los domingos) el Ville llama a los jefes por teléfono a su casa porque algo anda mal en la Redacción. Y entonces el clamor es generalizado entre los directivos: «¿Y Villegas no piensa jubilarse?».

Mas, en el fondo, ellos y todos sabemos que el día que eso suceda quedará un vacío muy difícil de llenar en la Redacción informativa, porque redactores-reporteros como él no abundan al doblar de la esquina, por su experiencia, sus conocimientos, sus deseos continuos de que todo salga bien, por sus ansias de perfeccionamiento y, sobre todo, por su altruismo sin límites y su preocupación constante por los demás.

Nota: Villegas falleció hoy 8 de julio de 2018. La noticia me estremeció aunque era esperada, pero yo guardaba la esperanza de que saliera de este mal momento y viviera por unos años más. Pero no, era cierta y escalofriante. 
Hace solo unas horas fui a verlo en una cama de terapia intermedia del hospital Ernesto Guevara, de la ciudad de Las Tunas, y lo primero que me dijo fue a manera de sentencia: «Todos son unos pajarones, no me dieron la ADSL», en referencia a las líneas dedicadas para Internet. Mas, como ahora no estoy en condiciones de escribir, pongo a consideración de los usuarios una crónica que le hice hace unos años al Ville, publicada en Ecotunero, el sitio de los periodistas de Las Tunas, como mi sencillo homenaje al amigo que se va, porque creo que en ella retrato un poco a esa personalidad que nunca olvidaremos familiares, amigos y colegas.


sábado, 7 de julio de 2018

Esta es una de las imágenes que más me gusta de todos mis retratos, por la ternura que encierra la composición, por el encuadre atrevido, por la paz de la modelo, por las líneas definidas de una figura femenina que impresiona pero tranquiliza, por las luces y las sombras.

La tomé un día cualquiera, en un lugar cualquiera y sin planificaciones. La imagen surgió de una forma simple, cuando la muchacha se interpuso ante la luz de la ventana y quedó en la posición precisa, en el instante justo para dejar constancia de una belleza que resalta entre luces y sombras, como la propia existencia.

jueves, 5 de julio de 2018

Hoy es mi cumpleaños y no me había animado a escribir sobre el hecho hasta que vi el mejor regalo entre muchos, la mejor felicitación que me llega cálida desde el otro lado del Caribe, que en mi caso es decir Caracas, Venezuela, desde mi TeleSur querido al que añoro todos los días.

Y me lo envían mis compañeras de la Mesa de Asignaciones, mi mesa de trabajo, donde viví los días más felices de mi estancia en la capital venezolana, en el multiestatal y paradigmático canal: «Dese las faldas del Ávila para la mayor de Las Antillas, feliz cumple...Vaaaaa de vueltaaaaaa» «MiDiaz feliz cimpleaños, un fuerte abrazo desde Caracas, se le estima mucho», me dicen.

Esa mesa, emblemática como TeleSur, está compuesta por quienes por siempre estarán en mi corazón y en mi pensamiento, como esa inquieta y carismática Wendy Lorena, que sostiene el cartel, para quien por siempre soy MiDiaz, nombre de usuario de mi correo allá, o la bella Nallivy, mi jefa; o la cubana Liliam, o la alegría que se personifica en Diana, o Maribel, o…, y las que no están porque no se encontraban en el momento de la foto o están en el otro turno.

Nadie puede imaginar la alegría que siento, con esa mezcla de tristeza que se asoma porque TeleSur me atrapa y me llena de melancolía, pero una melancolía linda, y para nada por la ausencia porque siempre estoy y estaré. Así que gracias a mi equipo, por no olvidarse de mi cumple, ni de mí, como yo tampoco me olvido de ese grupo, que es mi familia y con el que quizás un día volveré a trabajar.


sábado, 19 de mayo de 2018

A la doctora Mónica Leyva no la conocía como a ninguno de los más de 100 pasajeros y tripulantes que perdieron la vida en el siniestro del avión en las cercanías del aeropuerto José Martí, de La Habana. Tampoco a su pequeña y linda hija Alexia.

Solo sé que Mónica era médica y hay muchas versiones sobre su viaje, aunque al final eso no es importante, porque lo cierto es que murió, imagino abrazada a su pequeña, para tratar de protegerla.

Tampoco hace falta conocer a ninguno para sentir un dolor profundo, una tristeza que te cala hasta los huesos por cada una de las vidas segadas por el absurdo. Y no soy el único. Millones de cubanos lloran hoy las vidas que se apagaron, incluso, muchas personas de buena voluntad del mundo se unen a nuestro dolor en un momento terrible, que prueba a la gente en lo que a altruismo se refiere. 

Mónica y su hija ya no están físicamente. Solo sus imágenes recorren las redes sociales para entristecer más a quienes las observan, bellas, felices, dueñas del mundo que ahora les acaba de dar la espalda porque las casualidades existen, pero sus rostros no serán olvidados jamás por quienes las conocieron por fotos en tan terribles circunstancias.


domingo, 13 de mayo de 2018


Cachita, un poco más joven.
El recuerdo más nítido de mi madre Cachita cuando era niño está dado por mis miedos. No preciso qué edad tenía pero sí tengo claro en la mente que al sentir temor por algo corría hasta dónde ella estaba y me abrazaba a ella en busca de refugio y lo encontraba.

Mi madre era quisquillosa en extremo, primero con mi otro hermano varón, con quien vivía fajado y ella siempre en el medio con el cinto en la mano repartiendo justicia. Después vinieron las dos hembras, pero ella siempre se concentraba en nosotros que éramos los más recalcitrantes.

Otro recuerdo nítido es cuando yo estaba en la primaria y era extremadamente remolón para levantarme e ir hacia la escuela. Mi madre me llamaba y me dejaba sentado en la cama y se iba a seguir en sus trajines del desayuno y los preparativos del uniforme y las demás cosas, y cuando regresaba yo dormía plácidamente otra vez.

Entonces se iba nuevamente a la cocina y volvía con un jarro de agua y me lo echaba en el rostro, en una técnica que se repetía todos los días y ya no había forma de seguir en la cama.

También recuerdo cuando yo iba a alguna actividad de los pioneros, cuando ella me preparaba merienda para la jornada, y a mí no se me podía caer ni un pedacito de pan, nada, porque aquella merienda venía de las manos de mi madre que con tanto amor me la preparaba.

Claro que recuerdo cosas horribles para mí, porque ella tenía la costumbre de cuando me portaba mal encerrarme en el último cuarto de la casa que cuando se cerraba la puerta era una boca de lobo por la oscuridad, y ahí sí mis gritos se escuchaban en toda la cuadra. Aquel era el peor castigo, el culpable de que creciera con miedo a la oscuridad al extremo de dormir con la luz encendida, y hasta hoy el miedo a las luces apagadas no lo he superado del todo.

Después que crecimos ya las cosas cambiaron en métodos y enseñanzas, pero gracias a su forma de educar hoy sus hijos somos honrados y honestos, algo que indiscutiblemente se lo debemos a ella y a mi padre, pero sobre todo a ella, que en eso de guiarnos era –es- la protagonista principal de nuestra historia.


sábado, 21 de abril de 2018

Tatiiana, en plena ronda de noticias en la Redacción Informativa.
Tatiana Pérez es una de las emblemáticas presentadoras de noticias y programas informativos del gigante informativo multiestatal TeleSur, a quien tuve la oportunidad de conocer durante mis labores en mi canal querido, en la sede de Caracas.

Ella es colombiana y se graduó de periodista en la Universidad Autónoma de Occidente, en Cali, de donde egresó con el ansia de contar historias sociales para ayudar a Latinoamérica toda.

En lo personal, Tatiana es una mujer encantadora, siempre con una sonrisa para con todos, aunque tenga un genio de los buenos cuando algo anda mal y le molesta, pero aunque se moleste antes de alguna ronda, es capaz de salir en cámara como si nada hubiera pasado, porque es profesional de la cabeza a los pies.

Una vez nos invitó a mis compañeros cubanos Chicho, Rafa, a mí y a la colombiana Julie a su casa con la promesa de que yo le hiciera un congrí cubano. Larry, su esposo, buscó cervezas y comenzó la confección de la comida pero con ella al lado en una especie de la clase de cada paso para aprender.

Ya a la hora de la mesa, aquello había quedado divino, según sus palabras, y ahí, en la sala de su apartamento, cubanos, colombianos y venezolanos demostramos que somos la misma gente, con algunas costumbres diferentes pero con la sangre latina y la cultura de nuestra región a borbotones.

Sirvan entonces estas líneas para rendirle homenaje a nuestra amiga Tatiana, esa colombiana-venezolana paradigmática en la pantalla de nuestro TeleSur querido.
A la izquierda Larry, yo, Tatiana, Chicho, Julie y Rafa, comiendo congrí cubano, carne molida venezolana y patacones colombianos, toda una mezcla caribeña y latinoamericana.




Un símbolo de mi ciudad ha caído, aunque perdurará en la mente de mi pueblo. El querido y carismático Comandante, o Alberto Álvarez Jaramillo, ha muerto en un accidente en la calle, a la edad de 78 años, que cada día se echaba sobre los hombros para desandar nuestra urbe y alegrar su entorno.

Ya casi nada tengo que decir porque muchos lo han dicho, solo retomo algunas ideas que esbocé en este, mi espacio personal hace cinco años, en uno de esos días en que uno repasa lo que ennoblece un lugar determinado.

El Comandante tunero era un personaje emblemático de mi ciudad de Las Tunas, salía todos los días a pescar el sol de la mañana y caminaba sin rumbo, con su traje verdeolivo, charreteras de oficial y boina carmesí. 

Siempre traía una buena cantidad de documentos y otros objetos que eran sus principales armas, y aun con sus problemas mentales, era capaz de sostener una conversación con cualquiera como el ser más razonable del mundo.

Fue un medicamento mal suministrado cuando era muy joven que lo llevó a esa eterna y divina locura. Sin embargo, muchas veces le pregunté su nombre y respondía: «Che Castro Jaramillo», en honor al Che Guevara y a Fidel Castro, sus héroes.

Jaramillo nunca pidió una limosna, siempre andaba limpio y jamás durmió fuera de su casa. 

Solo andaba en sus cavilaciones, detestaba a los delincuentes, saludaba la bandera y amaba a su tierra. Y después decían que estaba loco.


martes, 27 de marzo de 2018

Yaicelín y Angel Luis, en plena grabación de un programa. (Periódico 26 Foto /Rey López).
La primera vez que supe de Yaicelín Palma Tejas yo trabajaba en TeleSur, en la sede central de Caracas, un día cualquiera casi a finales de 2016. Fue una tarde en que revisaba Tiempo21 y vi su foto en los créditos, y confieso que a primera vista no me cayó bien aquella joven a la que nunca había visto en las prácticas de los estudiantes de Periodismo.

Creo que hasta por el chat de facebook pregunté quién era a uno de los de mi equipo de Tiempo21, y la respuesta fue rápida: «es una de las recién graduadas de la Universidad de Camagüey». Entonces me puse a leer aquel primer texto y en verdad la muchacha escribía bien, pero seguía mirando la foto y no me caía bien, aunque no sabía por qué.

Así pasaron los meses y cada vez que revisaba Tiempo21 me encontraba alguno de sus textos, y hasta me agradaban, porque en verdad eran buenos, pero su cara en aquella foto de los créditos no me caía bien, ya fuera por su mirada fija en mí, ya fuera por cierta señal de altanería que denotaba su rostro (en aquel momento nada bonito para mi gusto), y, como estaba tan lejos, pues acepté que escribiera en mi medio tiempo21 (del cual no soy dueño pero me lo creo), porque en realidad nada podía hacer, y solo me conformaba cuando pensaba, a veces en voz alta: «cuando regrese ya sabré quién es la tal Yaicelín».

Y así el tiempo, inexorable en su paso, transcurrió como buena muestra de que según ha dicho algún ensayista, Dios lo mejor que ha hecho es un día tras otro, hasta que regresé a Cuba, el primer día de julio de 2017, siempre con la curiosidad de comprobar en vivo y en directo quién era aquella muchacha que escribía bien pero que me caía mal.

No recuerdo si fue el mismo día que llegué a la emisora después de un año y un poco de ausencia, ni en el momento exacto en que nos encontramos informalmente, en un pasillo o en el parqueo creo, sin que nadie nos presentara, y cuando la vi frente a mí aquellos prejuicios en la distancia comenzaron a ceder ante la curiosidad por saber qué había detrás de aquella muchacha tierna y linda, que nada tenía que ver con la foto que veía del otro lado del Caribe, con su mirada inquisidora.

Unos días después, al escucharla hablar en una asamblea, ya no me quedaron dudas: Yaicelín era una profesional, en formación pero una profesional, que no solo escribía textos de lujo, para Tiempo21 o para la radio, sino que su nivel de razonamiento estaba muy por encima de su edad, cuando de madurez se trata.

Entonces comencé a mirarla en silencio, a seguir sus pasos profesionales, y cuando ya no tuve ninguna duda de su capacidad profesional y emprendedora, le propuse que integrara mi equipo para el canal tiempo21 Video-TV.

Después de escucharme me miró con cierta duda (porque no le gusta la televisión como medio), sonrió y me respondió con algo así como ¿usted cree?, y aquel usted me estremeció porque no me gusta que me traten así, lo cual comprendí luego por su falta de confianza y hasta por cierto respeto, y como un contraataque yo también comencé a tratarla de usted (algo que tampoco le gusta) hasta que otro día cualquiera comenzamos a tutearnos como los colegas que éramos.

Ya con su aprobación comencé a hacerle pequeñas pruebas de cámara y ¡exactamente era la imagen que buscaba para el canal!, quizás la cara de nuestro medio para Internet (sin desdeñar al resto de las muchachas de mi equipo que también son bellas y estelares) y la puse a improvisar y ¡bien!, pasó la prueba con resultados sobresalientes y la mandé a la calle a reportar en imágenes.

Ahora, con el paso del tiempo (un poco nada más), confieso que Yaicelín todos los días me supera, y, sobre todo, me asombra, me sorprende y me hace sentir orgullo por lo que es y por lo que hace, porque es la cara de tiempo21 Video-TV, y no hay una idea que le proponga que no la asuma con el corazón para al final traerme un producto de gran factura estética. ¡Y hasta me discute ante un plano, una escena, una forma de hacer!, y yo solo la miro y me sonrío, porque la mayoría de las veces tiene razón y ya lo dije pero lo repito: me supera, algo por supuesto que me llena de regocijo, de felicidad, porque no todos los días uno encuentra una muchacha de 24 años con tanta profesionalidad en lo que hace.

Por eso hoy me siento plenamente feliz, por tener en mi equipo de trabajo a una profesional como ella, que cada día llega a la redacción como el viento interrogador, para terminar un material periodístico o proponerme una idea nueva, renovadora, siempre con el ansia de la primera vez; discutir ante un plano, una escena, o un trabajo con Angel Luis, su fotógrafo-camarógrafo, cual binomio que se quiere y a veces hasta se odia, pero siempre juntos porque se prefieren el uno al otro, y echar a andar su imaginación (vigorosa y prolífica) para seguir creando.

Y ya cuando se va, siempre se detiene y me dice, cual sentencia: «a ese trabajo lo único que puedes cambiarle es el título». Y se marcha oronda, desafiante, estremecedora, regando con su efluvio la simiente que hace felices a los demás, mientras la tierra le besa los pasos, porque ella es de las que saben amar, al decir de Silvio Rodríguez.


Desde mi orilla

Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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