lunes, 30 de julio de 2018

Llueve a cántaro en Las Tunas y su figura –bella por demás- danza bajo el agua con la música de las gotas en el suelo. Viene y va y se aleja, para después acercarse, lentamente, con su pelo chorreando la lluvia que la bendice. Y ríe como ella solo sabe hacerlo, y me mira con esos ojos negros que estremecen los cimientos de la propia existencia. Y entonces, como para que no pueda olvidarla nunca, me da su mano y el beso medieval se confunde con su vida y con la lluvia, ya para siempre. 

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Desde mi orilla

Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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