lunes, 30 de noviembre de 2015

Llovía a cántaros en los campos de La Habana, capital de Cuba, y en el medio del monte un joven, aterrado por la tormenta eléctrica, encontró una cueva en la que se guareció del mal tiempo.

Era una cueva pequeña y aun con la tarde gris podía ver parte de aquella caverna que nunca había visto, aun cuando se conocía al detalle cada palmo del lugar.

Como joven intruso y con todo el tiempo del mundo en espera de que cesara la lluvia, se puso a husmear por la gruta, y encontró una bella montura encima de un caballete, y aunque no le gustaba tocar lo desconocido, fue tanta la tentación que al tocarla se hizo polvo delante de sus ojos.

Y entonces vienen las leyendas, y muchos aseguran que ocurrió porque la montura era demasiado vieja y estaba desecha por el tiempo, pero los más viejos aseguraron que hay objetos que no pueden tomarse porque tienen dueño.

Recuerdo que mi abuelo materno Guanche, mi segundo padre y formador en buena medida de mi carácter, me hablaba cuando pequeño de las leyendas sobre objetos desconocidos, y un día mi padre me contó la historia de alguien conocido por él que en un sueño le dijo el lugar exacto de una botija llena de monedas de oro, y cuando fue al lugar y tomó el envase se desvaneció como mismo hizo la montura de la historia.

De las botijas llenas de monedas de oro dice la leyenda que siempre son portadoras de las desgracias, y todos los que han tratado de tomarlas han quedado en el intento o cuando menos algo malo pasa en su familia.

En tiempos de mi abuelo y de mi padre, las boticas, que eran recipientes de barro, redondas, de cuello corto y estrecho, por el que no cabía una moneda, eran usadas para guardar dinero, porque los inmigrantes hacían una huaca, escondían las monedas, que en tiempo de antaño eran de oro, para que no se las robaran y algún día regresar y recogerlas para volver a sus países de origen.

Y era como una sentencia que bajo ningún concepto se podía aceptar una botija ofrecida por un muerto o encontrada en una huaca, porque dicen los más viejos que si en un sueño alguien que usted no conoce o sabe que está muerto le dice donde está escondida una botija, mejor que se olvide del incidente, no se le vaya ocurrir buscarla botija y mucho menos decirle nada a nadie, porque eso es de muy mala suerte. 

Los niños se entregan al trabajo desde las más tempranas edades. (Foto: Ahmed Velázquez).
Todos los días son iguales en Peki. 

Allí no hay un jardin ni una flor alrededor de las callejas de tierra roja, ni una alegría que haga cabalgar al corazón dentro del pecho, ni algo nuevo entre ese cielo y esa tierra que se unen en cada una de las montañas que rodean al valle donde se encuentra el pueblito.

En Peki la vida es tan aburrida que los hombres prefieren buscar sus horizontes en otros lugares y tratan de revender mercancías para encontrar el sustento, y  las mujeres se la pasan pilando viandas para hacer el fufú tradicional.

Pero los niños, esos que no pueden salir del pueblito, están confinados al trabajo desde las más cortas edades, mientras los más pequeñines andan de un lado para otro con sus miradas perdidas en el tiempo, y su única fiesta es cuando ven a los yiuwo (hombre blanco en dialecto ewe), a los que les salen a su encuentro, y les dan sus manitas y les dicen adiós con tristeza cuando se alejan.

Peki es un lugar retirado en la Región del Volta, a unos 200 kilómetros al sureste de Accra, la capital de Ghana, en el África subsahariana, que nació sin infancia, donde la sonrisa es más triste que el llanto.


viernes, 27 de noviembre de 2015

Sin dudas Roberto Reyes es uno de los artistas de la plástica más importante de la provincia de Las Tunas.

Hombre integral en su arte es Roberto uno de esas personas que siempre anda en busca de una idea integral para la vida, y con su parsimonia a cuesta sabe que de sus manos pueden salir cuadros que hagan felices a los demás, y de ahí su empeño por la plástica a la que ama tanto o más que al teatro, manifestación que lo acogió en Las Tunas un día cualquiera cuando llegó a esta ciudad desde su Manzanillo natal detrás de una bella mujer.

Roreve, como se firma en sus cuadros es un hombre emprendedor, y no solo para pintar, sino para actuar con un número de pantomima, o para encarar un personaje cualquiera en el teatro, pero sobre todo para pasar miles de veces el pincel sobre un lienzo en busca de la figura perfecta para sus guajiros, una serie de cuadros que una vez llegaron para identificarlo en su mundo interior y ante una buena parte de su público.

Su mente siempre anda en algún proyecto que le quita el sueño, y donde quiera que haya una pista para emprender cualquier gestión creadora ahí están su inteligencia y sus manos para aportar a la causa de cualquiera que lo solicite.

Hombre quizás solitario, es Roreve sin embargo un ser que le gusta hacer amigos, conversar sobre los más diversos temas, recibir en su casa a quienes se interesan por su obra y se place cuando enseña detalles de su taller y sus obras, siempre esperando el color preciso, la pincelada justa en el momento clímax de la creación.

Aun con sus limitaciones visuales por la retinosis pigmentaria que lo acompaña por años, Roberto Reyes no se rinde ante ningún empeño, y por el contrario va en busca de lo posible y hasta de lo imposible una y otra vez, siempre con la convicción de que querer es poder cuando de la plástica se trata, y solo hay que encender la mecha de una idea para que él avive el fuego en busca de la creación.

Como hijo adoptivo primero y natural después de la ciudad de Las Tunas, que un día lo recibió con la calidez de siempre, Roberto Reyes es hoy uno de los mejores tuneros, de esos que andan por sus calles a la sombra de su pueblo, porque aunque llegó aquí detrás de una bella mujer, las ansias de su vida se multiplicaron en busca de la felicidad plena de él y para los demás.




miércoles, 25 de noviembre de 2015

Ernesto y Tomás, en la toma de posesión del Rey de Sissala. (Foto Ahmed Velázquez)
Todo comenzó hace unos 200 años.

Abudu Tituo tenía dos mujeres: Delfina y Yanet,  que peleaban constantemente por sus celos.

Las dos mujeres trabajaban en el campo para sostener la casa. Un día a  Delfina se le rompió el palo utilizado para sembrar, y Yanet, con su sed de venganza, le dijo que quería ese palo entero. La otra mujer fue al mercado y compró uno nuevo, pero no fue aceptado por su contrincante, que en ese momento era apoyada por Tituo, quien debía tomar partido por una de las dos.

Según cuenta la leyenda, Delfina, desesperada, le pidió a su dios que la ayudara, y por acto divino el palo se unió por la parte fracturada. Cuando Tituo vio aquello, se le ocurrió la idea de curar los huesos partidos de los nativos de su tribu y así fundó lo que él llamó el Centro Tradicional del Hueso que ha venido prestando servicios de generación en generación, en la comunidad de Gwollú, Ghana, en el África subsahariana.

Desde entonces el Centro ha curado a miles de enfermos (aunque a algunos parcialmente) de toda la región, incluyendo a pacientes del vecino Burkina Faso. Sus tradicionales especialistas, partiendo de la premisa de que el hueso humano cicatriza a los cuarenta y un días, utilizan ungüentos y tablillas para curar las fracturas y hasta ingresan a quienes lo requieran.

Esto ha sido durante 200 años.

Mas en el siglo 21 las cosas han cambiado de cierta forma, porque con la llegada de los  médicos cubanos Ernesto Pérez Jerez y Tomás Milanés Sánchez, a Tumú, en el distrito de Sissala, donde se encuentra Gwollú, los especialistas tradicionales del Centro consultan a los galenos  de la Isla, quienes, con mucho respeto, intercambian criterios para curar las fracturas.

Así ellos visitan sistemáticamente la comunidad de Gwollú y después de atender a los nativos en su labor de terreno, van al Centro a ofrecer sus conocimientos.


Estos dos jóvenes son muy respetados por el actual jefe del Centro, Abudu Tituo, tataranieto de su fundador, quien ve en ellos a dos cooperantes que incondicionalmente brindan su ayuda para mejorar la salud de los nativos de Gwollú.


martes, 24 de noviembre de 2015

Las artes plásticas en la provincia de Las Tunas tienen en Iris Cruz Núñez una de las más importantes exponentes para su desarrollo, porque desde su posición de crítica de arte, ha sabido enrumbar esa manifestación con acierto hacia su plenitud.

Mujer de exquisito gusto y vasto conocimiento de la historia del arte, las formas de hacer y los conceptos más renovadores de las formas bidimensionales y tridimensionales, en esta intelectual se suman aptitudes que la llevan hasta los momentos y lugares más recónditos de la pintura y la escultura, y desde su posición de presidenta de la Filial de Artistas de la plástica de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en en Las Tunas, encamina las ideas y los proyectos hacia la necesidad y los deseos de los que la siguen en su empeño.

No importa que no haya sido médica si al final la vida le dio otra oportunidad para crecerse y realizarse, porque aquella pasión que sentía por la medicina fue aumentando pero hacia las artes, y hoy se alegra de que haya sido así, porque ahora su misión va más allá de la cura de enfermedades, y se erige en la curaduría y en la crítica de decenas de obras que se exponen, o se hacen para llegar a la felicidad de los demás.

Con mucha experiencia y sabiduría Iris Cruz no se conforma con andar a la sombra de los demás artistas de la plástica, y por el contrario se erige entre todos con su propia obra, porque la crítica y la investigación pertenecen a la creación, y a veces es hasta más importante, porque un pintor o escultor se ocupa de lo suyo, y ella se ocupa de los demás y trabaja para los demás.

Iris Cruz es hoy una artista de las necesarias para las artes de esta provincia, y así lo hacen saber quienes la siguen y hasta los que la miran desde afuera del círculo de la plástica, pues conocen de cerca o de lejos a esta mujer que lo da todo, lo apuesta todo por la felicidad de los espectadores, que se sienten agradecidos cuando contemplan una escultura o un cuadro, y en buena medida se debe a su sabiduría, pero sobre todo a su guía por los caminos de la espiritualidad plena a través de las formas dimensionales y tridimensionales.´

domingo, 22 de noviembre de 2015

Cuando Gerardo Hernández Nordelo llega al Aula Magna de la Universidad de La Habana, decenas de jóvenes estudiantes van a su encuentro para hacerse fotos junto al Héroe, que, solícito, complace a todos los que plasman el instante en sus celulares en las afueras del simbólico recinto.

Después de largos minutos todos entran para participar en un panel sobre el ejemplo de Fidel Castro en el aniversario 70 de su entrada a la Universidad de La Habana, y luego de la intervención de dos oradores, Gerardo va al podio y comienza su intercambio con los estudiantes.


Entonces habla del ejemplo de Fidel para Los Cinco durante los duros años de las cárceles en suelo de Estados Unidos. Como brillante comunicador traslada a todos a lo que cuenta tras las rejas, donde infinidad de veces estaba el ejemplo de Fidel.

Cuenta que en los días del amañado juicio contra ellos en Miami, cuando se encaminaban a una de las salas, un hombre con mal aspecto los miraba con detenimiento. Al darse cuenta, alerta a los otros cuatro para tener cuidado al pasar por su lado. Y cuando eso sucede el hombre los detiene y les pregunta: «¿ustedes son los cubanos?» Y ante la respuesta afirmativa les espeta: «Manténganse firmes que Fidel Castro no los abandonará».


Otro ejemplo fue el de un joven cubano que estaba frente a su celda en el hueco, quien en conversaciones con él le afirmaba con cierto reproche que no quería saber nada de Cuba ni mucho menos de Fidel Castro, pues lo de él era vivir en Estados Unidos y hacer las locuras que le gustaban.

Cierto día, el joven vecino se desorientó mentalmente por las difíciles condiciones del hueco, y en señal de protesta cogió excremento del escusado y lo regó por las paredes de la pequeñísima celda. Los guardias, en respuesta a sus provocaciones, le sellaron el escusado y le cerraron la diminuta ventana por donde entraba el aire, entre otras medidas duras con el prisionero.

Después de una semana en esas condiciones, el joven cubano golpeaba la puerta y gritaba palabrotas contra sus verdugos, y aseguraba a viva voz que a él no lo doblegarían, porque era cubano y había sido educado por Fidel Castro, cuya figura emergía como estandarte sostenido por el preso.

Después contó todo lo relacionado con Fidel desde la cárcel, su aliento constante, su paradigmática frase de que ¡Volverán!, hasta su encuentro con Los Cinco a pocos días del regreso.

Al terminar, un prolongado aplauso se dejó escuchar en el recinto por los jóvenes, que una vez fuera, otra vez se hicieron decenas de fotos con el Héroe, quien con mucha paciencia atendía la petición de todos, como el hombre de pueblo que es.


domingo, 8 de noviembre de 2015

Desde su graduación como historiadora del arte, Bárbara Carmenate ha sido un eslabón importante en la compleja y larga cadena de las artes plásticas en Las Tunas, por su aguda mirada y la crítica que hace crecer a las formas bidimensionales y tridimensionales.

En sus textos críticos, Bárbara evoca siempre un halo de conocimientos sobre la obra o el artista en cuestión, lo que hace más completas las aspiraciones de los autores y sus exposiciones, porque su saber siempre está en función de los demás, y no pocas veces alerta sobre algo, señala un detalle que falta para engrandecer o completar la obra.

Pero no es solo en la crítica que Bárbara se ha ganado un espacio dentro de la plástica de Las Tunas. Como investigadora siempre tiene un tema en el tintero, una idea que la haga feliz y sobre todo que ayude a desarrollar el arte de la provincia, porque su mirada y su agudeza siempre van más allá de lo posible para determinar, prever o enunciar algo importante dentro de ese complejo mundo.

De ahí que esta intelectual se haya enrumbado su propio camino, su propio espacio en los medios de comunicación o en los círculos de artistas de la plástica, y siempre es preciso atender lo que dice, porque la verdad está ahí o muy cerca y prestar atención y ocuparse en lo que señala es signo de un desarrollo posterior.

Como todo crítico de arte, Bárbara ha pasado momentos difíciles, porque en ocasiones algún artista no entiende lo que dice y rechaza sus valoraciones, aunque al final siempre su opinión está en el camino, porque desde afuera su mirada llega a cada detalle, y con su conocimiento es capaz de brindar la luz para un mejor entendimiento y la línea a seguir.

Por todo ello, Bárbara Carmenate se ha convertido en una crítica e investigadora necesaria, porque sus opiniones sirven para enrumbar las artes plásticas de esta provincia, que aunque con buena salud siempre requiere de una mirada inquisidora y aguda para que cada vez sea mejor su desarrollo.


domingo, 1 de noviembre de 2015

Con este primero de noviembre Cuba vuelve a su horario normal y deja atrás el de verano, que tanto me gusta porque anda tan de prisa como la propia vida.

Claro, eso ha sido con el paso de los años, porque cuando era estudiante, cada vez que llegaba el horario de verano era como una maldición, porque el día todavía campeaba por su respeto casi a las 8:00 de la noche, y eso me limitaba enormemente mis movimientos con las novias de turno.

En aquella época, con el horario normal todo era una bendición, porque a las 6:00 de la tarde, cuando terminaban las clases en la secundaria básica, era completamente de noche, y entonces con la novia de ese momento podía recrearme en algún lugar en penumbras por lo menos una hora, hasta que la muchacha tenía que marchar a casa.

Recuerdo a mi novia Iris Sosa, muchacha que me partía el pecho al medio por lo que era y éramos, que todos los días salíamos de la secundaria Carlos Marx, de la ciudad de Las Tunas, y nos deleitábamos con las luces de la noche, aunque teníamos que dar vueltas porque vivía muy cerca de la escuela. Y así pasaba con Maritza, Elsita, La Gallega, Digna, Rosario, Mercedes, Anita, Isabel…

Ya con el tiempo el horario de verano me fascinó por su rapidez y porque la luz natural permite dedicar más de una hora al karate-do o el Aikido y la carrera de resistencia por las avenidas de la ciudad cercanas a donde vivo y porque las mañanas se van rápidamente y no te da tregua para perder el tiempo.

Por eso a partir de hoy sufro con el horario normal, que para nada me gusta ahora, cuando ya no tengo novias que buscar en la secundaria, y los intereses cambian con la edad, y los venideros seis meses me rompen mis esquemas porque a las 6:00 de la tarde es de noche y aunque las carreras pueden ser a cualquier hora, el deporte no, porque es una hora pesada solo con las sombras de la noche.

Así de cambiante es la vida y el pensamiento de las personas, aunque muchos, miles, quizás millones sean partidarios de este horario, que a fin de cuentas es el normal, si se puede llamar así, porque el de verano de anormal nada tiene.




Desde mi orilla

Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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