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Ernesto y Tomás, en la toma de posesión del Rey de Sissala. (Foto Ahmed Velázquez) |
Todo comenzó hace unos
200 años.
Abudu Tituo tenía dos
mujeres: Delfina y Yanet, que peleaban
constantemente por sus celos.
Las dos mujeres
trabajaban en el campo para sostener la casa. Un día a Delfina se le rompió el palo utilizado para
sembrar, y Yanet, con su sed de venganza, le dijo que quería ese palo entero.
La otra mujer fue al mercado y compró uno nuevo, pero no fue aceptado por su
contrincante, que en ese momento era apoyada por Tituo, quien debía tomar
partido por una de las dos.
Según cuenta la leyenda,
Delfina, desesperada, le pidió a su dios que la ayudara, y por acto divino el
palo se unió por la parte fracturada. Cuando Tituo vio aquello, se le ocurrió
la idea de curar los huesos partidos de los nativos de su tribu y así fundó lo
que él llamó el Centro Tradicional del Hueso que ha venido prestando servicios
de generación en generación, en la comunidad de Gwollú, Ghana, en el África subsahariana.
Desde entonces el Centro
ha curado a miles de enfermos (aunque a algunos parcialmente) de toda la
región, incluyendo a pacientes del vecino Burkina Faso. Sus tradicionales especialistas, partiendo de la premisa
de que el hueso humano cicatriza a los cuarenta y un días, utilizan ungüentos y
tablillas para curar las fracturas y hasta ingresan a quienes lo requieran.
Esto ha sido durante 200
años.
Mas en el siglo 21 las
cosas han cambiado de cierta forma, porque con la llegada de los médicos cubanos Ernesto Pérez Jerez y Tomás Milanés Sánchez, a Tumú, en el distrito de Sissala, donde se encuentra Gwollú, los especialistas tradicionales del Centro
consultan a los galenos de la Isla,
quienes, con mucho respeto, intercambian criterios para curar las fracturas.
Así ellos visitan
sistemáticamente la comunidad de Gwollú y después de atender a los nativos en
su labor de terreno, van al Centro a ofrecer sus conocimientos.
Estos dos jóvenes son muy
respetados por el actual jefe del Centro, Abudu Tituo, tataranieto de su
fundador, quien ve en ellos a dos cooperantes que incondicionalmente brindan su
ayuda para mejorar la salud de los nativos de Gwollú.
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