Esta es una de las imágenes que más me gusta de todos mis retratos, por la
ternura que encierra la composición, por el encuadre atrevido, por la paz de la
modelo, por las líneas definidas de una figura femenina que impresiona pero
tranquiliza, por las luces y las sombras.
La tomé un día cualquiera, en un lugar cualquiera
y sin planificaciones. La imagen surgió de una forma simple, cuando la muchacha
se interpuso ante la luz de la ventana y quedó en la posición precisa, en el
instante justo para dejar constancia de una belleza que resalta entre luces y
sombras, como la propia existencia.
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