Cuando se habla de las artes plásticas en Las Tunas, hay que mencionar el nombre de Othoniel Morfis Valera.
Desde que era un pionero se inclinó por la cultura, y sus ansias lo llevaban por los caminos más inusitados para un niño, y se puede decir que desde ahí comenzó su carrera.
Aunque no se graduó de Historia del Arte en la Universidad Central, se mantuvo con la promoción, la curaduría y la crítica.
Y después ingresó a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y dirigió la Filial de Artistas de la plástica, hasta que por sus méritos comenzó en la vicepresidencia del comité provincial, hasta el pasado Noveno Congreso.
En el Callejón de la Ceiba, se siente pleno. Es este un proyecto comunitario que creó durante un verano y después que acabó la etapa para la cual estaba concebido ni él ni su público quisieron separarse de aquella idea fabulosa.
Profesional dedicado por entero a su labor artística, es admirable todo lo que hace para el bien de los demás, porque para los demás trabaja.
Su carisma le abre paso por la vida, y ahí radica su mayor grandeza, junto a su talento, claro, porque nació para el arte.
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