Esta es una
foto excepcional que encontré en Facebook a través de Ivette González Salanueva, hija de René González Sehweret, que constituye todo un emblema del amor entre hija y padre,
y a mí se me ocurre lo que estaba pensando la bella Gema Hernández Pérez de su
papá Gerardo Hernández Nordelo mientras lo miraba fijo a sus ojos y le acariciaba
el rostro: “Gracias por estar, papá”.
Qué bella
imagen, qué bello instante entre padre e hija. ¿Cuántas veces pensaría Gerardo
en este momento, sumido en la soledad de su celda? ¿Qué pensará ahora, cuando
mira a su bella hija que no le quita los ojos de encima, como diciendo: “te
conozco papá, siempre te he conocido”.
Todos los
hijos y todos los padres son sublimes ante el amor recíproco. Mas, este amor es
mucho más grande, mucho más sublime, porque es un amor más que especial por las
condiciones y los años que tuvieron que esperar padre e hija, para que naciera
la vida y estar juntos.
Para mí es
un regalo de la vida que ha hecho justicia con los buenos, un regalo para
Gerardo y un regalo para Gema que sentirá un inmenso orgullo de su padre cuando
sepa razonar. Es, en fin, un bello y emblemático regalo para este Día Internacional de la Infancia.
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