viernes, 22 de junio de 2012

A Juan Morales Agüero lo conocí en la década del 80 del pasado siglo. Yo era el presidente de la Delegación provincial de la Unión de Periodistas de Cuba en la provincia de Las Tunas, organización que decidió otorgar algunas becas de Periodismo a corresponsales voluntarios de todo el país.

Recuerdo que después de publicada la convocatoria, unos seis o siete compañeros de experiencia que tributaban a los medios, optaron por la única plaza que se ofertaba, y se citó para el examen de aptitud que realizaría una comisión integrada por tres reconocidos profesores de la Universidad de Oriente: Rafael Lechuga, Vicente Guash, y Ana Elba Galán, y por la provincia, José Infante Reyes, director del entonces diario 26 y yo.

Llegó el día del examen y ya al terminar la mañana habían pasado todos los aspirantes, menos Morales, que brillaba por su ausencia. Ya cuando veíamos las posibilidades de cada quien, llegó Juan desde el municipo de Manatí, donde vivía, y la Comisión comenzó a hacerle el examen de forma oral, que no tuvo que concluir, porque en pocos minutos nos dimos cuenta de que estábamos en presencia de un periodista sin título, y la distancia que le llevaba de ventaja a los demás no daba lugar a dudas de que la plaza era de él.

Así pasó el tiempo y Juan Morales hizo época en la Universidad de Oriente por sus conocimientos sobre el periodismo, pero sobre todo, por la manera sabrosa de escribir aquellos textos que deslumbraban a más de uno.

Después de graduado, inició sus labores profesionales en el diario 26 y además de ser colegas nació una amistad entrañable entre nosotros, y nos mostrábamos los textos de uno y otro antes de publicarse y siempre que lo leía me fascinaba su estilo y su forma de llevar al lector por los caminos que él determinaba.

De aquel inicio han pasado algunos años y Juan, como el vino, mientras más viejo tiene mayor calidad como periodista, y se erige, en mi opinión, en el mejor profesional del gremio en el territorio que hoy ocupa la provincia de Las Tunas y un poco más allá.

Juan es un cronista por excelencia. Cuando se mete dentro de ese género goza de lo lindo con el lenguaje, con las imágenes sugerentes, con la sabrosura de quien disfruta lo que escribe y hace disfrutar a los demás. No obstante, en cualquiera de los géneros que incursiona hay que quitarse el sombreo e inclinar la cabeza a modo de reverencia, porque no deja resquicios ni espacios para la banalidad, o la falta de interés, o las palabras huecas.

Memorables son sus crónicas desde Guatemala, donde no solo dio cobertura a la colaboración médica cubana en el centroamericano país, sino que supo exprimir las posibilidades de las costumbres, tradiciones y la cultura de ese pueblo. Títulos como aquel de "En mulo hasta la Estrella Polar", por solo citar uno, se han quedado en la mente de quienes leen sus textos.
 
Tampoco Juan es de a los que le ha pasado la tecnología por encima, como dijo alguna vez Gabriel García Márquez, en referencia a ciertos periodistas. Por el contrario, en cuanto llegaron a su vida las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones e Internet, comenzó a estudiar y hoy es respetable su labor profesional en la Web 2.0, en la que su cuenta de Twitter es de las más destacadas del país, y cuando se habla de blogueros también hay que quitarse el sombrero ante su página personal Cuba Juan, laureada en una ocasión con el Premio Nacional de Periodismo 26 de Julio en su categoría. También es Máster en Ciencias de la Comunicación, porque como dice él, "siempre se ha de estar en el frente."

Como magnífico escritor ya tiene publicado un libro titulado Postales tuneras, por la Editorial Sanlope, de Las Tunas, en el que lleva al lector por la historia de esta ciudad a partir de textos breves, brillantes.

Nada, que Juan Morales Agüero es un nombre obligado en el periodismo cubano. Mencionarlo es sinónimo de un buen verbo, sencillo, sin colorines, y sobre todo encendido.

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