domingo, 30 de septiembre de 2012



Nunca conocí en persona a Liborio Noval, pero desde que comencé en el Periodismo como fotorreportero, en la década del 80 del pasado siglo, escuchaba su nombre como cuando se habla de alguien sobrenatural en alguna profesión, y él era uno de mis paradigmas en la fotografía de prensa, como Jorge Oller, Panchito, Moreno, Korda, Salas…

Mucho tiempo después, en 2001, cuando fui a África a darle cobertura a la labor de los médicos cubanos en el silenciado continente, mi amigo y compañero de equipo Ahmed Velázquez, fotorreportero de Granma Internacional, me hablaba de “El Viejo” –como le decía- con una admiración y un cariño muy grandes, y afirmaba que aquel maestro del lente era un profesional que enseñaba todos sus conocimientos a los demás, y él se sentía su más humilde discípulo, en un momento en que Ahmed comenzaba a erigirse como uno de los grandes del Periodismo gráfico en Cuba.

Por eso anoche, cuando conocí la noticia de su muerte, me impactó porque a pesar de sus 78 años estaba en plenitud de forma física y mental, y aun jubilado, seguía trabajando incansablemente en plasmar instantáneas para la historia, con su peculiar forma de hablar y su inseparable tabaco en una de sus manos, que solo dejaba un momento para enfocar el lente de su Nikon D200.

En su fecunda vida laboró como corresponsal de guerra en Viet Nam y Nicaragua, y como fotorreportero, acompañó al líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, en numerosos viajes al exterior, entre ellos a España, Brasil, Bolivia, Colombia, México, China, Chile, República Dominicana, Venezuela, Malasia y Libia.

Sus fotos han aparecido en revistas nacionales e internacionales, así como en libros de fotografías. En Instantáneas, lanzado en 1999, se recogen 77 imágenes de Fidel Castro a lo largo de 40 años, mientras que en el volumen Cien imágenes de la Revolución, 15 de ellas fueron captadas por Noval.
Sirvan entonces estas líneas como mi humilde homenaje a uno de los maestros del Periodismo gráfico en Cuba, que seguirá viviendo porque sus imágenes están ahí, para descubrir la grandeza de un hombre que aunque logró lo extraordinario nunca lo demostró, porque su humildad también fue una de sus virtudes.


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Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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