Hace dos
días estoy de vacaciones y tengo la vagancia de guardia, por lo que apenas me
siento frente a la máquina.
Estos dos
días los he pasado leyendo, sobre todas las cosas, ya acabé Aquel año en Madrid, de Daniel
Chavarría, y ahora comienzo a releer un texto que me encanta: Nosotros, los sobrevivientes, de Luis
Rogelio Nogueras, aquel hombre que le decían El Rojo y a quien la muerte le juhó una mala pasada en plena juventud
y de quien he le leído todas sus novelas y todos sus libros de poesía.
Acá en mi tierra, como en Cuba toda, el calor es agobiante. No se puede salir a la calle, porque el sol te quema sin piedad, y yo, casi que pago por no salir de aquí, aunque tendré que irme una semana para la playa con los muchachos y María en los próximos días, porque a pesar del calor, el mar siempre es una buena opción, aunque a mí no me guste mucho, pero me baño bien temprano y bien tarde, cuando ya el sol se esté apagando, y el resto del tiempo en el hotel, otra vez leyendo, o viendo TV.
Para los muchachos sí no hay sol que valga, se meten en el mar y no quieren salir, porque la juventud sí desafía el sol, aunque protegida con gorras y ropas de mangas largas, a diferencia de hace ya algunos años, cuando todos andaban ligeritos ligeritos de ropa.
Lo más importante de mis vacaciones es levantarme a la hora que quiera, sin el compromiso de trabajo que me reclama antes del amanecer, sabiendo que no tengo que encender el ordenador de manera obligada y con el cable a tierra todo el tiempo, al decir de Fito Páez.
Y como en la
casa todos estamos de vacaciones, nadie tiene compromiso de nada, solo de ver
películas, leer, pintar alguna que otra reja, o hacer limpieza hogareña, aunque
al final, no pueda sustraerse de las redes sociales y en mi caso de este blog,
que es parte inseparable de mi vida.
A muchos no
les gusta agosto por el calor que trae consigo; a mí, sin embargo, me encanta
este mes de descanso en el que mi organismo realiza un proceso de oxigenación
para comenzar en septiembre una nueva y larga etapa de trabajo. Hasta entonces.
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