sábado, 10 de mayo de 2014

Con el emplazamiento de siete obras monumentales en el populoso reparto Buena Vista, de esta ciudad capital de la provincia de Las Tunas, concluyó aquí la Décima Bienal de Esculturas Rita Longa, que se desarrolló con éxito durante dos semanas.

En el taller cultural Molino Rojo y en el Centro de desarrollo de las Artes Plásticas, siete artistas hicieron brotar de sus manos las bellas formas tridimensionales que ahora se esparcen por uno de los lugares más emblemáticos de esta ciudad, denominada la Capital de la escultura cubana, por contar en su entorno con 185 obras de importantes creadores, con las siete que se acaban de inaugurar.

Tomás Lara Franquis, presidente del Consejo Asesor para el desarrollo de la escultura monumentaria y ambiental en Cuba (Codema), ponderó la calidad del evento, que marca  la diferencia en los últimos años, y aseguró que los artistas participantes se sienten contentos, realizados y orgullosos de dejar su huella en una ciudad tan bella y hospitalaria como esta.

Aseguró que esta bienal ha sido diferente a la de los últimos años, en primer lugar por la calidad artística de las siete obras realizadas, porque son esculturas bien diferenciadas estilísticamente y con una maestría que habla mucho de los escultores participantes, por lo que marca la diferencia por su organización y la propia concepción del evento.

Dijo que este evento marca un antes y un después en el programa de las bienales por lo que considera que esta décima edición ha sido un éxito.

Dedicada a los escultores Rafael Ferrero y Armando Hechavarría, quienes junto a Rita Longa comenzaron el movimiento escultórico en Las Tunas y el país, la bienal inauguró el salón de pequeño formato, un espacio ideal para competir y demostrar lo más actual del arte tridimensional en Cuba, con un evento teórico que debatió sobre la creación escultórica en la nación.

La décima Bienal de esculturas Rita Longa contó con artistas de lujo: Pedro Escobar, Róger Antuña y Leandro Olano, de Las Tunas;  Jose Miguel Díaz, de Pinar del Río, Guillermo Ramírez Malberti y Sergio Ángel Fernández Borges, de La Habana, y el colombiano- sueco Mario Reyes, quienes dejaron su impronta artística en el territorio, en busca de naturaleza y arte, de explicación y conmoción, de repartir por el populoso barrio de Buena Vista la valiosa carga que nació del evento.

Ya suman más de dos décadas de intenso trabajo, de infinitas ideas, de muchos proyectos para lograr aumentar el caudal de obras ambientales de la ciudad de Las Tunas, que tiene el lujo de albergar en su seno 185 obras emblemáticas, nacidas del corazón, del alma, de la vida, en el afán transformador que siempre ha caracterizado a estos eventos, que prestigian no solo a Las Tunas, sino al país, a la identidad nacional, a lo maravilloso del arte tridimensional y ambiental, porque Las Tunas sigue siendo la Capital de la escultura, con sus obras y materiales, con sus conceptos, con su vida entregada a la noble idea de reverdecer cada dimensión, cada volumen, cada centímetro de creación.

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