sábado, 3 de mayo de 2014



He tenido que esperar cuatro días para escribir sobre Zoilita. Cuatro días para intentar detener un momento la intensa tristeza que me invade y tratar de escribir sin llorar. Aunque ahora, en este mismo momento me doy cuenta de que no lo logro y lloro.

Porque Zolita fue alguien muy importante para mi vida como profesor y como persona. Ella, junto a su inseparable amiga Alina Almanza, siempre fueron mis estudiantes preferidas de aquel grupo emblemático de Comunicación Social, que va a hacer tres años en julio que egresó lleno de júbilo y entusiasmo, de conocimientos y alegría desbordante.

Cuánta nobleza en Zoilita Marín Guevara; cuánta sencillez en aquella muchacha pequeña de estatura, de ojos vivaces y mente ágil, de un carisma muy peculiar con el que se echaba a cualquiera en el bolsillo.

Ahora mismo recuerdo el día que discutió su tesis con sus compañeros de grupo. Andaba linda y alegre, feliz, tanto por la defensa que hizo como por vencer una carrera inédita en la Universidad de Las Tunas y porque sabía que regresaba
victoriosa a su Camagüey, con aquel triunfo que dedicaba a su mamá.

Después de Zoilita y su grupo, he tenido muchos otros grupos, pero ninguno como aquel, ningún estudiante como ella y Alina, sin que se pongan bravos los demás, a quienes también he querido mucho, pero como ella y su amiga es difícil una segunda edición.

Por eso es tan difícil saber que ya no está. Saber que fue víctima del absurdo, cuando traía a un nuevo ser a este mundo, a una criatura a la que ella dio vida, por la que fue muy feliz.

Todavía no he llamado a Alina, espero un tiempo para hacerlo. Y si no fui a su funeral fue porque me enteré tarde y no hubo tiempo, pero desde que lo supe Zoilita no se me quita de la mente, porque todavía no puedo creer que le haya pasado, con sus 25 años, con su alegría contagiosa, con su candidez de siempre.

Siento un vacío enorme, un espacio que nunca se llenará nuevamente. Zoilita siempre estará conmigo, con todos quienes la conocieron, porque era –es- de esas personas que no se pueden dejar de querer una vez que llegan a nuestras vidas.

Zoilita por siempre.


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Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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