martes, 23 de diciembre de 2014

Gerardo Hernández Nordelo, en el concierto de Silvio Rodríguez.
(Foto: Ismael Francisco).
En el concierto número 62 de Silvio Rodríguez por los barrios de Cuba, en el que fueron protagonistas Los Cinco, Gerardo Hernández Nordelo y su amada, Adriana Pérez, dejaron escapar las lágrimas cuando el trovador interpretó El dulce abismo, una bella canción que tanto tiene que ver con ellos, porque es como un himno para su amor.

Durante esa noche, el lente del genial fotorreportero Ismael Francisco captó una emblemática imagen con la lágrima que se aventuró a recorrer la mejilla derecha de Gerardo, y a mí me trajo a la mente una bella anécdota de este hombre extraordinario, que involucraba a otro hombre extraordinario: el fotorreportero de Granma Internacional Ahmed Velázquez, desparecido a los 39 años y en plena madurez profesional, el 29 de diciembre de 2004.

Elizabeth, la niña africana que Ahmed captó con su
magnífico lente.

Y me complazco en contar la anécdota que hizo posible la amistad entre Ahmed y Gerardo.

Ahmed y yo estuvimos en África, dando cobertura periodística a la labor de los médicos cubanos en el olvidado continente. 


En uno de nuestros intensos días de trabajo, Ahmed captó el gesto de una niña, nombrada Elizabeth, que con sus escasos seis o siete años vendía productos agrícolas en el mercado, y estaba molesta y a ratos lloraba. Al final Ahmed logró una foto emblemática, en la que asoma una lágrima en una de sus mejillas.
El sencillo homenaje de Gerardo Hernández Nordelo
a Ahmed Velázqurz

Y un día, graficando una reunión de África o de la pobreza, no recuerdo bien, Granma Internacional publicó la foto a gran tamaño y en la portada, y cuando Gerardo vio aquella imagen en la cárcel, se asombró y pensó que era de la AP, la EFE o cualquier otra agencia de prensa extranjera, y sufrió una pena muy grande cuando vio el crédito del periodista cubano, y se sintió obligado a ofrecerle disculpas a Ahmed por aquel pensamiento. 

Y con esa gran dosis de honestidad de Gerardo Hernández (Ahmed nunca se hubiese enterado de aquel pensamiento), le escribió al fotorreportero y le ofreció sus humildes disculpas por aquella duda, y a partir de entonces nació una amistad muy linda entre ellos.

Poco tiempo después, cuando Ahmed muere, Gerardo envía una caricatura a la esposa del periodista cubano, en la que aparecía una cámara fotográfica con una lágrima como la de la niña africana, y como símbolo de dolor de la fotografía por la muerte del genial fotorreportero. 

Yo, que no me canso de contar esta anécdota que retrata un poco a Gerardo, un día se la comenté en una carta 
que le escribí cuando estaba en prisión y fue uno de los temas de conversación mediante la correspondencia.

Y la traigo ahora, como un regalo a mis usuarios, porque estas tres lágrimas tienen una misma historia: la de hombres superiores en sus actos y que están unidos para siempre por tres imágenes inolvidables y trascendentales.


2 comentarios:

  1. Leyendo tu post también me han corrido las lágrimas, recordando al querido Ahmed, que siempre lo quise como a un hijo más, por todos los niños pobres del mundo y por el respeto y la admiración que siento por Gerardo. También estuve en el concierto y me alegro mucho que hayas escrito esta anécdota cargada de amor y cubanía. Saludos colega.

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  2. Gracias, Carmen. Yo también lloraba cuando escribía el texto, por Ahmed, mi hermano, por Gerardo y por Ismael Francisco. Pero sobre todo por la esencia de esta anécdota que demuestra la grandeza de Gerardo, un hombre que no es capaz de quedarse callado ni ante una injusticia en su pensamiento íntimo. Así somos los cubanos.

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Desde mi orilla

Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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