El
día que los médicos cubanos Tomás Milanés Sánchez y Ernesto Pérez Domínguez se
estrenaban en la comunidad de Tumú, Distrito de Sissala, a unos mil 300 kilómetros
al norte de Accra, la capital de Ghana, ocurrió un hecho que los conmovió en lo
más profundo de sus sentimientos: una niña de tres años llegó al centro en
estado crítico, mordida por una serpiente.
La
pequeña había sido mordida por una cobra cuatro días antes, y los curanderos
del lugar comenzaron a aplicarle tratamientos tradicionales, que nada pudieron
hacer contra el potente veneno del reptil.
Beatrice,
que era el nombre de la niña, murió sin remedio. Por cada orificio de su
pequeño cuerpecito emanaba rauda la sangre. Y así acababa una vida recién
comenzada y Ernesto y Tomás tuvieron su bautismo de fuego y enfrentaron una
realidad solo conocida por leyendas, películas y alguna bibliografía.
A partir de ese día los galenos coordinaron con los
líderes de las comunidades del lugar para informar y convencer de lo poco efectivo de los tratamientos caseros
en estos casos, y la necesidad de acudir con urgencia al hospital.
El trabajo estuvo dirigido también a la parte preventiva
y se orientaron medidas de protección para las viviendas y los trabajadores
agrícolas, en tanto se creó todo un movimiento encaminado a disminuir el tiempo
que media entre la mordedura del reptil y la asistencia médica.
No fue fácil convencer a los nativos sobre esto, pero 11
meses después de aquel fatídico día el panorama era diferente.
En todo ese tiempo las más de 200 personas mordidas por serpientes
fueron tratadas por los dos galenos de la provincia de Granma, al oriente de
Cuba, y el 90 por ciento de ellas
sobrevivió, éxito que estuvo avalado por un trabajo científico que encabezó el
doctor Tomás y que tenía como objetivo fundamental convertirlo en un material
imprescindible a la hora de tratar estas urgencias.
Las mordeduras de
serpientes constituyen una de las principales causas de muerte en las
comunidades asentadas en las selvas de Ghana, ese país del África subsahariana.
El andar descalzo, la búsqueda de alimentos en los campos
y el trabajo en los cultivos, traen como consecuencia que estos reptiles
produzcan tantos daños en la poblacion local, aunque los ataques disminuyeron
gracias a la labor preventiva de Ernesto y Tomás, dos jóvenes que protagonizaron
una verdadera cruzada contra las serpientes.
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Ernesto y Tomás son recibidos por Gilbert Badzoe Kanton V, Rey de Tumú. |
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