Me
acaban de otorgar el Sello 90 aniversario de la Radio Cubana, por más de 20
años en el medio con una labor destacada, según consta en acta.
El reconocimiento se ha entregado en el Festival provincial de Radio, y me ha hecho detenerme en el tiempo por un instante.
El reconocimiento se ha entregado en el Festival provincial de Radio, y me ha hecho detenerme en el tiempo por un instante.
A
la radio llegué en octubre de 1994, cuando el periódico 26 pasó a ser semanario
los problemas con el papel, debido en gran medida a la caída del campo
socialista.
Yo
había iniciado en 26 cuando era diario, en 1978, y miraba a los compañeros de
la radio con cierto aire de superioridad, porque el diario era lo máximo, según
nuestras concepciones –y las concepciones del mundo-, y considerábamos aquel
medio como arte menor.
Hacía
solo un tiempo yo había pasado unos tres meses en la radio como ayuda a ese
medio que era el más fuerte del país en las difíciles condiciones de nuestra
economía, y a la verdad me gustaba, pero imperaba la tinta y el papel, las
páginas impresas y el periodismo de prensa plana, en el cual inicié y me formé parabién.
Mas,
cuando el periódico comenzó a deprimirse de manera acelerada, decidí marchar a
la radio, no solo buscando nuevas oportunidades, sino por la insistencia de
otros profesionales amigos que me esperaban con ansias en el medio, y hacia
allá partí, no sin sentir un tremendo peso en el alma, porque dejaba mi querido
periódico, cuyo amor perdura hasta hoy.
No obstante, desde el primer día la radio me
fascinó y comencé a aprender toda la tecnología del medio, la cual dominaba
solo a dos o tres meses de haber entrado y me atrapó no solo el periodismo,
sino la realización de programas, y todo lo relacionado con el sonido, y hoy
mis mayores satisfacciones pertenecen a la radio.
Por
eso he pensado en mi vida dentro de este fascinante medio en solo un instante,
cuando Aliuska Barrios, directora de la radio en la provincia de Las Tunas, me
entregó el Sello, que me honra y me impulsa a más, y me pone a pensar, por supuesto,
que mi labor vale, sobre todo porque empeño siempre hay para hacerlo todo mejor.
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