Hace 15 años que partió físicamente y sin
embargo siempre camina por las calles de Las Tunas, esta ciudad que lo vio
nacer, crecer y morir. Y ahora, la jornada El quinto sol lo ha traído más cerca
y tal parece que estuvo sentado en cada actividad, como mirando desde fuera su
obra literaria, que se erige como la más prolífica y destacada de un narrador
cubano en el siglo 20.
Sus amigos de entonces, los de siempre, han
hablado y se han reído de las ocurrencias del Guille, de su forma única de
narrar, de llevar a la ficción vidas reales, personas convertidas en personajes
que hoy también trascienden el tiempo.
En un panel de valoraciones críticas sobre su
obra acerca a los tuneros mucho más a Guillermo Vidal, y sus admiradores quedan
con la boca abierta de admiración ante parajes de la vida del escritor.
Carlos Tamayo, por ejemplo, rememoró cómo
para rendirle homenaje en el concurso nacional que lleva su nombre se requieren
de peripecias para mantenerlo cada año, pero con el placer inmenso de que él
siempre está entre los tuneros, mientras los creadores de todo el país prefieren
hoy ese evento.
Muchos de los estudiantes de Humanidades de
la Universidad caminan tras los pasos de Guillermo, quien sigue asombrando con
sus historias sacadas de la realidad y sus ritos escriturales.
Guillermo Vidal no es solo el escritor
excepcional, es también un tunero excepcional, de raíz, de convicción, y por
eso su pueblo lo quiere y lo admira y le ha echado de menos a sus pasos por la
ciudad en estos 15 años de ausencia física, aunque en el corazón, y más allá
del alma, siempre atrae a todos, parafraseando a su colega Carlos Esquivel,
porque la singularidad de su vida y de su obra lo merecen.
0 comentarios:
Publicar un comentario