
No se trata solo a la hora de escribir un texto o captar una imagen. Dondequiera que están siempre observan todo con atención, escuchan detenidamente a quien habla, anotan algunas ideas, mentalizan otras y valoran lo que se dice con una rapidez increíble.
Incluso, de
esa maña o práctica del oficio de valorarlo todo no pueden sustraerse ni en la
comunicación interpersonal, y como ya es un reflejo incondicionado, no se dan
cuenta de que le hacen un juicio constante al interlocutor. En una
reunión es diferente, porque si es aburrida se ponen a pensar en otras cosas o
se ponen a escribir el texto pendiente, que nada tiene que ver con el contexto.
Pero cuando captan su atención entonces atienden tan atentamente como una fiera
depredadora lo hace en espera del instante preciso para caer sobre su presa, al
estilo del fotorreportero francés Henri Cartier-Bresson, que hablaba del instante decisivo en el fotorreportaje.Y una de
esas reuniones que captan la atención de los periodistas es esta donde cada
mirada, cada mente, cada precisión de los profesionales de la palabra, están al
tanto de lo que ocurre, en esas profundas cavilaciones que no dan lugar para
nada más.
En esta pequeña historia están Lacha, Mandy, Niria, Oscar, Ángel Luis y Pedro Enrique, Quesada, Ulises, Yenima, y otros más a nivel de grupo, y mi lente no se sustrajo de la tentación para captar ese instante decisivo en el que los periodistas reflexionaban y repasaban mentalmente lo que se decía por parte de la presidencia o de otros colegas, porque seguramente era una reunión provechosa, y sobre todo, cautivadora de esa mente periodística que cuando no se motiva se aleja del lugar que ocupa el cuerpo físicamente, pero cuando hay interés, ¡cuidado, orador, hable bien!, porque constantemente lo estarán escudriñando.
En esta pequeña historia están Lacha, Mandy, Niria, Oscar, Ángel Luis y Pedro Enrique, Quesada, Ulises, Yenima, y otros más a nivel de grupo, y mi lente no se sustrajo de la tentación para captar ese instante decisivo en el que los periodistas reflexionaban y repasaban mentalmente lo que se decía por parte de la presidencia o de otros colegas, porque seguramente era una reunión provechosa, y sobre todo, cautivadora de esa mente periodística que cuando no se motiva se aleja del lugar que ocupa el cuerpo físicamente, pero cuando hay interés, ¡cuidado, orador, hable bien!, porque constantemente lo estarán escudriñando.

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