sábado, 6 de julio de 2013



Róger Aguilera, en la redacción de la Corresponsalía de la Agencia Cubana de Noticias. (Tiempo21 Fotos /Angeluis)
El día que lo vimos por primera vez nos quedamos mirándolo fijamente, mientras él precisaba algo en el Departamento de corrección del Periódico Sierra Maestra, de Santiago de Cuba. “Ese es Róger, el periodista de Las Tunas”, me dijo Alexis Peña, mi amigo y compañero de estudios.

Recuerdo que lo miramos con admiración y respeto, porque era nada más y nada menos que un periodista oriundo de Las Tunas, cuando este territorio todavía no era provincia, allá por los primeros años de la década del 70 del pasado siglo. Pero además, porque habíamos oído hablar de él por parte de Gallo (Rossano Zamora Paadín), considerado el Padre del periodismo tunero después de la Revolución, que en aquel momento se desempeñaba como funcionario de la esfera ideológica del Partido Comunista en la región, y era quien había enviado a un grupo de jóvenes a estudiar Artes Gráficas a la entonces capital de la provincia de Oriente, con vistas a abrir un periódico diario en la futura provincia de Las Tunas.

Como Alexis y yo estudiábamos Fotograbado, cuyo departamento pertenecía al taller y Róger estaba en la Redacción central, casi no nos veíamos, pero siempre que nos encontrábamos nos saludábamos de manera amable, por ser coterráneos.

Y así pasó el tiempo.

En 1978, cuando se funda el diario 26, en la provincia de Las Tunas, a Alexis y a mí, que ya nos habíamos graduado de Fotograbado y trabajábamos como profesores de secundaria básica, nos mandan a buscar para el Departamento de Fotograbado, y así comenzamos nuevamente en los avatares de un periódico, pero esta vez como profesionales y no como estudiantes.

Por ese entonces Róger Aguilera Morales, El Árabe para los amigos más cercanos, ya había regresado a la naciente provincia y trabajaba como corresponsal de Juventud Rebelde en Las Tunas. Después va para el Servicio Militar y al egresar del ejército comienza a desempeñarse como corresponsal de la Agencia Cubana de Noticias (ACN) en la provincia, aunque en el servicio no se desvinculó del Periodismo y laboraba para una revista militar.

En esa etapa, Alberto Rodríguez era el corresponsal jefe de la ACN, y junto a Róger, Antonio Paneque, Ricardo Varela, Beltrán, Lobón, Luis Manuel Quesada, Florencio Lugones, Gallo, entre otros que laboraban en los diferentes medios, integraban la generación que marcaba el paso profesional de aquel grupo de periodistas que edificaron los cimientos de los órganos de prensa hasta la actualidad.

Ya por ese tiempo las relaciones entre Róger y yo comenzaron a estrecharse por ser colegas, y nació una amistad entre nosotros que nos llevaba a compartir no solo la profesión, sino parte de la vida social. Salíamos a divertirnos con mujeres, con amigos, como jóvenes al fin, que cada día nos levantábamos con ganas de comernos el mundo.

Así, un día le dieron la tarea de desempeñarse como el funcionario que atendía a la prensa en el Departamento Ideológico del Partido, misión que  cumplió con profesionalidad, y cuando terminó ingresó al Periódico 26 y fue mi jefe de Información, y me enseñaba todo cuánto sabía desde su posición de velar por la calidad, el enfoque, la intención del mensaje, y yo, como buen alumno, aprendía todo cuánto me trasmitía.

Otro día de 1998, al fallecer repentinamente Ricardo Varela, a Róger le dan la tarea de ser el corresponsal jefe de la ACN, y el Periódico se sintió la ausencia de uno de los principales elementos de su columna vertebral, y desde entonces ha estado al frente de la Corresponsalía, y aunque se dice muy fácil y rápidamente, en estos 15 años él ha marcado un territorio importante dentro del Periodismo en Las Tunas, por la profundidad en sus análisis, por sus opiniones atinadas, por su visión, por su calidad como profesional, que también lo llevan a cargos colaterales importantes dentro de la Unión de Periodistas de Cuba, como Asesor de la Presidencia y Presidente de la Comisión provincial de Ética.

Y por eso hoy, un día cualquiera, de la manera más sencilla, le quiero rendir merecido homenaje a una parte pequeña de la vida y la obra de este hombre, que prácticamente echó los dientes en el Periodismo, siempre con su mirada aguda, su análisis fino, su consejo sano, su mano amiga; porque periodistas como Róger no se encuentran al doblar de la esquina, y se ubican en el grupo de los imprescindibles en esta difícil y controvertida profesión que da y quita el sueño.

 

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