Todos los días las lágrimas de la pequeña
Elizabeth se aventuran en un recorrido que ya es
habitual. En Accra, Wa, Nandom, Lawra, Nadwolí..., en
cualquier parte de Ghana, país del África subsahariana, la
mayoría de los niños no conocen su infancia. La mayor
parte de ellos anda con sus madres, que luchan por
sobrevivir.
Desde
que tienen solo meses los pequeños cabalgan sobre la
espalda de sus madres. Desde muy pequeños no saben de
juguetes, ni de juegos, ni del disfrute de esa inocencia
que debe caracterizar a todo niño.
Hay en el niño africano una melancolía que se refleja en
su mirada, una dosis de incomprensión que va más allá de
su razonamiento. Y cuando ven a alguien que puede
detener momentáneamente su monotonía, sonríen con
tristeza, le estrechan la mano y le hablan en su
dialecto. Después, cuando el visitante se marcha, vuelve
la melancolía a corroerles y dicen adiós con un rostro
que se vuelve indescriptible.
Como
los seres más débiles, la vida de los pequeños es
incierta. La malaria es constante. Junto a las
mordeduras de serpientes, la anemia y las complicaciones
respiratorias son las principales causas de muerte.
Otras enfermedades perfectamente curables también
terminan con la inocencia de quienes debían ser la
alegría del continente.
El
niño es el verdadero dolor de África.
lunes, 5 de agosto de 2013
lunes, agosto 05, 2013
migueldnet
Accra, África subsahariana, anemia, Ghana, juguetes, malaria, niño africano, niños, serpientes
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