Almendrones, ojos que te vieron ir

El Gobierno cubano acaba de adoptar una medida trascendente, que como todo lo que se refiere a Cuba en los círculos opuestos al proceso de la Isla, ha suscitado los más disímiles comentarios, en su mayoría, en contra, por supuesto.

Se trata de la venta de vehículos automotores nuevos y de segunda mano, lo que le da la posibilidad a cualquier cubano con dinero, a comprar libremente el auto de su preferencia, y por otro lado, acaba con la especulación de no pocos cubanos que han pasado años con un monopolio de compra y venta de los llamados almendrones (carros americanos antiguos), muchos de los cuales, de lo original solo conservan las carrocerías.

Para mí, un simple mortal de esta, mi Isla, es una noticia extremadamente buena, aunque no tenga la posibilidad de comprar ningún auto porque no gane lo suficiente para ello. Pero me alegro por quienes pueden hacerlo, me alegro porque mi país comienza a comportarse normalmente en estas áreas, porque acaba con las prohibiciones, y me alegro porque ahora aquellos que durante años vivieron de la venta de vehículos, ya no podrán seguir especulando como lo hacían.

El hecho de que en el mercado haya autos nuevos y de segunda mano, es un paso de avance extraordinario para la sociedad cubana. Que hay quienes no pueden comprarlos, bien, eso pasa en todo el mundo, donde hay gente que toda su vida tiene que utilizar el transporte público, así que quien esgrima esa razón para cuestionar la medida queda desarmado.

Ahora nadie comprará un almendrón, porque si hay carros nuevos y de segunda mano, ¿cuánto podrán pedir por esos anacrónicos objetos? Sé que ya hay muchos que desde hace un buen tiempo andan vendiendo sus autos, pero pocos han caído en la trampa de comprarlos, porque la medida, hace también un buen tiempo se venía llegar y llegó.

No importa que critiquen a Cuba y a su Gobierno, eso es natural aunque se adopte la medida que se adopte. Lo cierto es que con esto, se le da un golpe a la especulación y se demuestra que el país va cambiando para bien de nosotros mismos, aunque algunos lo duden, y sobre todo, les duela.