viernes, 4 de julio de 2014

La Monedita del alma es un orgullo no solo para la provincia de Las Tunas, sino para toda la nación.

Y es así porque no hay en este país un proyecto como este, que de la mano de Juan Manuel Herrera ha llevado en cinco años a lo más alto de la música campesina, de la décima, la estrofa nacional, de la defensa de la cultura cubana a través de niños que iniciaron con apenas cinco años y hoy no sobrepasan los 10.

Es impresionante que los niños de La Monedita del alma sean capaces de expresarse con más de diez tipos de tonadas, y su afinación y clara melodía en las décimas que escribe su profesor Juan Manuel, son un canto a la vida, a los campos de este país largo y verde, que se enaltece al ver a tan pequeños cantores defendiendo sus raíces.

No ha sido nada fácil la tarea de Juan Manuel, un hombre de campo que nació poeta pero un día se hizo realizador de radio y televisión, y cultivó premios y obras imperecederas para esos medios, pero siempre con la mente en los campos, quizás detenido en la deuda que tenía con su padre, un cantor natural que entonaba sus décimas mientras trabajaba en el surco.

Como Juan Manuel creció en un ambiente campesino y en aquellos guateques en los que la décima oral era la principal protagonista, se fue alimentando la idea de hacer algo desde las raíces campesinas, hasta que un día quedó iluminado con la posibilidad de enseñar a los niños con talento, a los que comenzó a buscar por escuelas y barrios, y hoy cuenta con casi 40 infantes que son plenamente felices con sus cantos y con su obra.

Es preciso ver actual a La Monedita del alma para comprender de qué se habla. Es necesario escuchar sus tonadas, sus cuentos campesinos, sus décimas que surcan el viento en busca de oídos receptivos y sensibles a las cosas bellas, para entender mejor el porqué resultan un orgullo con solo cinco años de vida artística.

Paciencia y perseverancia han sido la clave del éxito.

Pasar largas jornadas en la enseñanza, en una labor pedagógica ardua y bella, para lograr que el proyecto crezca y un día llegue a ser una compañía, porque condiciones para ellos tienen sus integrantes y su profesor, un hombre que anda con sus niños con el orgullo a flor de piel y la décima en los labios, lista para defender la identidad nacional, la propia vida del campesino que tanta gloria le ha dado a la cultura de este país.

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Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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