domingo, 13 de julio de 2014

Juan León Alvarado. (ACN Foto /Yaciel Peña)
No me es difícil acercarme al excelentísimo señor Juan León Alvarado, embajador de la República de Guatemala en Cuba. Más bien me es cómodo, porque nos presentamos en la inauguración de la Jornada Cucalambeana, yo con la misión de dejar plasmada en imágenes, textos y sonidos la presencia de su delegación en la fiesta del campesinado cubano, y porque es a todas luces un hombre asequible, sencillo, que atrapa con su forma a quien lo conoce.

La noche es calurosa y ha cautivado a todos los presentes en la Jornada de la poesía guatemalteca en la biblioteca provincial José Martí, de Las Tunas, donde le ha dado vuelo a los poemas de Rosa Chávez, una prominente y joven poetisa indígena maya-quiché, en los que la autora hace reflexiones personales sobre su dolor, su cansancio, su depresión, como una forma de liberar el alma de sus pasiones y su propia vida.


Y en la voz de León, firme como un poema, está la sabiduría del Pueblo Maya, como buen descendiente que es.

Hablamos de manera informal, como si nos conociéramos de toda la vida. Y no es difícil descubrir la inteligencia que denotan sus ojos disimulados tras los cristales de sus espejuelos, y en mi caso mucho más, 24 horas después de escucharlo en sus reflexiones sobre el Pueblo Maya, la comida de Guatemala y Cuba, las entrevistas ofrecidas a la televisión y otros medios de prensa locales y nacionales.

Por eso la conversación fluye rauda, ajena a las distancias diplomáticas, a los actos oficiales, y sin un cuestionario premeditado, comienzo a preguntar sobre la marcha, más bien a dialogar, para extraer la esencia del pensamiento de este hombre pequeño de estatura, con los rasgos característicos de su pueblo indígena: la cabeza ancha, nariz aguileña, el pelo negro y lacio, los pómulos salientes, la frente amplia y los ojos oscuros claros, con un pronunciado y notable pliegue en los párpados que les da un toque marcadamente oriental.

¿Usted escribe poesía?

“No, pero me encanta, porque el que no expresa los sentimientos que están en la poesía, el canto y la música, pues no está concatenado con el universo y a mí me gusta leer, pensar, pero nunca me he esforzado como para escribir”.

Usted en su conferencia sobre el Pueblo Maya aseguraba que sus hijos eran unos de los cultores más antiguos de la escritura. ¿Se conocen en la actualidad poemas maya, del pueblo originario?

“Bueno está el Chilam balam, que es un libro de poesía que narra el tiempo, está el Popol Vuh, que también es poesía o más bien una filosofía hecha poesía, el Rabinal Achí, que es una guerra poética, es decir narra la guerra a través de la poesía.

“Muchos de los jeroglíficos y de los iconos Maya no se han descifrado, entonces obviamente no sabemos, pero el canto por la creación, el canto de agradecimiento a la vida son poemas en su idioma”.

A mí me llamó mucho la atención su conferencia sobre el Pueblo Maya y sus preceptos que son realmente contundentes, en la que usted aseguró que el futuro del mundo será mejor basado en su filosofía. ¿Usted cree que los preceptos Maya se han ido cumpliendo con el tiempo?

“Yo creo que sí, hay cumplimientos, aunque no como nosotros quisiéramos, porque los seres humanos somos muy cortoplacistas por nuestra propia condición del ciclo de vida que tenemos que son pocos años de existencia, para nosotros un abrir y cerrar de ojos y nos morimos y entonces quisiéramos que todos los cambios se hicieran así pero es imposible.

“Empieza a darse la transformación del mundo de que el ser humano sea más sensible, más justo, más equitativo, más ecuánime, más armonioso, más equilibrado. O sea, hay más gente con conciencia y yo así lo siento, hay más países de justicia social, de gobiernos democráticos. Luego el ser humano se ha vuelto más sensible. En un principio aturdido por el trabajo, por el sufrimiento, siempre buscó mayor satisfacción material y lo sigue buscando, pero junto con esa satisfacción material está buscando la reacción del espíritu, el ser humano está buscando algo que le satisfaga emocionalmente, que le haga sentir bien, porque aunque tiene o consigue cantidad de cosas materiales pues si no tiene la realización interna, el equilibrio interno, cae en depresión. Es decir, cae en depresión la gente que no tiene nada y cae en depresión la gente que tiene demasiado pero no consigue elevar el espíritu.

“Yo creo que el ejemplo de Cuba es muy fuerte para nosotros porque cultiva en el ser humano la esencia del ser humano. Es decir, cultiva la educación, cultiva la cultura, la música, todo, y eso hace sentir a la persona útil. Y además la comunicación, porque como acá no hay conflicto con la delincuencia común, el crimen organizado, entonces la gente tiene seguridad, viene un desconocido y le conversa a usted y usted le conversa a él sin preocupación, lo que no pasa en otros países, donde la gente no habla con extraños, huye. Esos son los problemas a los que le tengo un poco de miedo, pero yo creo que vamos caminando poco a poco, la sensibilidad humana está apareciendo de nuevo, y cuando el ser comienza a experimentar esas satisfacciones, pues va a ver un cambio”.

¿De qué parte de Guatemala es?

“Soy de Quiché, en la parte norte, más bien noroccidente, es tierra fría, vivimos en un territorio muy accidentado con muchos barrancos, muchas montañas, muchos bosques, hay microclimas muy hermosos en ese lugar, ríos, lagos…”

¿Cuál es su profesión?

“Soy maestro en Educación Primaria, y la diplomacia la he ido aprendiendo en el camino. Yo estoy aquí no por azar del destino, pero nunca pensé ser embajador, y sin embargo ya llevo 12 años en el servicio exterior, dos en Cuba, y estuve antes en Noruega, en Ecuador y en Washington DC, Estados Unidos, estuve como embajador alterno ante la Organización de Estados Americanos”.

Estar lejos del país de uno siempre implica momentos de nostalgia por no estar en la tierra que nos vio nacer. En el caso suyo ¿cómo se impone a esos momentos?

“Primero yo rompí con mi comunidad a los ocho años, no la abandoné totalmente pero todos los días tenía que viajar ocho kilómetros de ida y de regreso, es decir, 16 kilómetros para ir a la escuela, y esa fue para mí la primera migración interna. La segunda migración interna fue en 1980 cuando fui perseguido político, me tuve que ir del país por seis años. Ahí sufrí mucha añoranza, porque obviamente cuando alguien sale sin la voluntad, sino obligado es mucho más doloroso, porque cuando usted dice me voy entonces añora menos, aunque desde antes, en 1978 tuve que alojarme en otros departamentos para no poner en riesgo la vida de la gente que me acogía.

“Ya en 1986 comencé a viajar por diversos países, visitando otras naciones, haciendo trabajo de derechos humanos porque teníamos el conflicto armado interno, y eso me dio la posibilidad de ir y venir. Entonces a convivir la ausencia con la añoranza y ya en servicio diplomático uno tiene más contacto con la realidad nuestra. Guatemala no nos falta mucho, porque vamos y venimos, y tenemos reuniones en Guatemala cada cierto tiempo y no hay mucho que añorar. Además se sufre más estando en un país totalmente distinto como es el caso de Noruega, que para mí primero el idioma, segundo la cultura, tercero las condiciones climáticas, y ahí me costó un poco más la adaptación.

“Pero en el caso de Cuba tenemos el mismo idioma y yo diría la misma cultura, variada en muchas cosas pero con un tronco común, la idiosincrasia latinoamericana y caribeña, pero sobre todo el pueblo guatemalteco tenemos mucha similitud en palabras, en dichos, en refranes, y eso me ha llamado mucho la atención, cosas que yo no he encontrado con nuestros vecinos en Centroamérica la he encontrado con Cuba. Y hay una tarea que me falta por hacer que es la lista de los refranes comunes entre Cuba y Guatemala, y quizás un poco atrás, donde hubo el intercambio, si lo trajeron de allá o lo llevaron de aquí. Así que no siento nostalgia en Cuba, porque es un país maravilloso”.

¿Y de qué le viene el ser revolucionario?

“Usted sabe que tuvimos una historia en Guatemala en 1954, específicamente el 27 de junio, cuando se produjo el golpe de estado de Estados Unidos a Guatemala, por medio de la CIA y los militares de turno en mi país, que botaron a un gobierno democrático de 10 años y a partir de ahí hubo generación de conciencia social y hubo un movimiento revolucionario con el cual nací y crecí, porque yo nací en 1955, en medio del conflicto, la represión, en la denuncia, en la creación de conciencia y de organización.

“Después me enrolé en el movimiento revolucionario guatemalteco, y Cuba fue un referente importantísimo para todo el movimiento revolucionario en Centroamérica, no solo en Guatemala, sino en El Salvador, Honduras, Nicaragua, y por ahí nació todo”.

Los diplomáticos con personas muy rectas, siempre serios por la gran responsabilidad que los asiste. Ahora, en su caso, cuando no está de diplomático, es decir en sus momentos de ocio, ¿cuál es su principal hobby? 


“Bueno, a mí lo que me gusta es leer, ya no practico ningún deporte como el fútbol que practiqué mucho, pero hago ejercicios para mantener el organismo más o menos estable; me gusta investigar mucho, mi trabajo me obliga a buscar constantemente información sobre todos los conflictos que inician y se desarrollan, me gusta mucho analizar hechos más que del pasado del presente y sobre todo del futuro, por dónde vamos, qué vamos a hacer.

“Un embajador debe trabajar casi 24 horas, no tenemos mucho tiempo porque tenemos que trabajar realmente día a día. El día que me vaya pues tendré que buscar un trabajo y seguir con la lectura que es lo que me da ánimo, porque para mí el que no está actualizado en la técnica, en la ciencia, en la lectura envejece. La vejez no es la arruga en la cara, no es eso, es dejar de hacer cosas, y si uno va quedando los muchachos dicen este no sabe nada. Entonces para mí es un reto. Cada vez que hay un aparato que se inventa yo trato de ver cómo funciona, qué hace. Ese es mi hobby”. 

Guatemala y Cuba son dos países unidos desde la época de José Martí, quien vivió allá. ¿Qué me puede decir de las relaciones actuales entre las dos naciones?

“Mi valoración y la del Gobierno de Guatemala es que las relaciones son extremadamente positivas, sentimos que estamos en el mejor momento de nuestras relaciones, aunque siempre lo estuvimos. Hubo un rompimiento en aquel entonces obligados por causas externas pero eso ya pasó y a partir del año 1998 que se abrieron las relaciones, viene acrecentándose la relación: relación de confianza, de respeto mutuo, de cooperación mutua en diversos espacios, en diversos escenarios, en el plano bilateral en el plano multilateral, en las instancias en las que nos parecemos porque somos países de tamaño similar, de población similar, afrontamos los mismos problemas ante países más grandes y poderosos, y entonces tenemos que tener una relación estrecha para fortalecer posiciones conjuntas, lo que la Celac ha alimentado últimamente, y eso es una suma de esfuerzos de todos los países que a la vez fortalecen las relaciones bilaterales. Así que para mí las relaciones son exitosas, en ascenso, no hay un solo tema que apañe nuestra relación”.

¿El presente y el futuro de Guatemala?

“Bueno, mire, en el presente tenemos el reto primero que es darle bienestar a la población en general, hay población con beneficios pero la mayoría no, incrementar el empleo para el país porque tenemos altos niveles de desempleo, erradicar la desnutrición que prevalece en algunas comunidades y darle más atención a las comunidades; los gobiernos a partir de Álvaro Colón comenzaron a introducir cambios sociales en las comunidades con recursos del Estado; el reto de lograr controlar la delincuencia, que por momentos se escapa del control porque tenemos frontera abierta de norte a sur y de sur a norte.

“También tenemos el reto del comercio, que alcance todos sus niveles en Guatemala, que no sean solo los sectores tradicionales que tengan acceso a los mercados internacionales, se está potenciando mucho a las pequeñas y medianas empresas, a las familias que trabajan también con producción y comercio, eso para Guatemala es muy bueno.

“El futuro va con eso. Si logramos los cambios: mayor beneficio, mayor conocimiento, mayor acceso a la educación, mayor capacidad de compra; y bueno, la paz que es lo que anhelamos, ya no la paz de los años 90 cuando teníamos el conflicto político y armado, sino la paz social que tendría que ser sobre la base de la no existencia de la delincuencia común, del crimen organizado, y también el hecho de que el Estado cumpla con todas sus obligaciones con los ciudadanos. Yo creo que eso es lo que nos llevaría a un futuro de bienestar”.


Ha pasado el tiempo sin darnos cuenta. El diálogo ha sido amplio y no hemos percibido que a nuestro alrededor los organizadores de la Jornada Cucalambeana esperan impacientes por el Embajador que se dispone a protagonizar la Ceremonia Maya.

Nos prometemos volver a conversar sobre Las Tunas, un territorio que según sus palabras lo ha cautivado por su gente, su cultura y los amigos hechos aquí. Nos encaminamos hacia el parque central Vicente García y apenas escucho lo que las personas hablan a mi alrededor, porque en mi mente cabalgan de prisa el pensamiento y las palabras de este hombre que cautiva con su inteligencia, con su forma de ver la vida.

Y me doy en el pecho por dialogar con un descendiente del Pueblo Maya, que según los estudiosos vivió entre los años 2000 a.C. y 1546 d.C, y su existencia estuvo signada por el desarrollo de la Astronomía, la agricultura, Arquitectura, Matemática, Física, la escritura, la Medicina, la Gastronomía, el Deporte, la Filosofía, la Cosmovisión y Espiritualidad, aspectos que lo hicieron un pueblo avanzado para su época y cuya cultura atrapa y se representa en Juan León Alvarado, un hombre sencillo que anduvo hace poco por Las Tunas regando con su sabiduría la tierra de El Cucalambé
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