martes, 1 de julio de 2014

Juan León Alvarado es un hombre que cautiva al hablar. Con su filosofía del Pueblo Maya –como descendiente que es- atrapa a su auditorio con sus ideas y argumentos, y por ello todos los que asistieron a su conferencia magistral Madre tierra, madre naturaleza, en la Plaza de la Revolución Mayor General Vicente García, de Las Tunas, quedaron encantados con sus ideas sobre la Tierra, madre de la fortuna, como le nombraron al evento teórico de la edición 47 de la Jornada Cucalambeana .

Alvarado es un furibundo defensor de los pueblos indígenas, pero no solo porque desciende de ellos, sino porque son los que en verdad cuidan a la Madre naturaleza, pues por su propia esencia están muy vinculados a ella, y convocó a luchar por la justicia social, por la igualdad de hombres y mujeres, entre grupos desfavorecidos, porque todos somos parte de la tierra.

Durante su disertación ante intelectuales, Alvarado aseguró que hay países como Bolivia, con su presidente Evo Morales al frente, que une a la sociedad y la economía hacia la plenitud de los derechos de la madre naturaleza.

Mostró como existe un avance en las ideas de muchas personas en el mundo y se ha empezado una nueva era, aunque quedan estados que niegan la existencia de sus pueblos indígenas en sus territorios, pero como buen hijo del Pueblo Maya, hay que tener paciencia, que no quiere decir conformismo, porque la lucha es larga en el empeño y un día todo cambiará parabién.

Según sus ideas, desde la ciencia hay que demostrar que mientras más racionales somos más responsables debemos ser por el cuidado de la Madre naturaleza, como fuente de toda riqueza, y lejos de herir la tierra debemos venerarla porque nos da todo.

“Todo lo que provee la Madre naturaleza todos los días es bueno para nuestro vivir, cuando no está comercializado: la comida, el alimento de los animales, los bosques, las montañas, son realmente nuestras esencias de vida. Por eso la Madre naturaleza no habla pero sí nos castiga, no habla pero nos pasa la factura, como popularmente se dice en Guatemala: cuando ya no hay bosques, está desértica alguna región, cuando no hay ríos. Y sin embargo cuando hay nosotros no reaccionamos”, aseguró con su pausada forma de hablar, que deja claro su papel diplomático, de pensamiento amplio y profundo.

Atentos estaban todos a lo que hablaba el Embajador de Guatemala en Cuba. Todos procesaban rápidamente sus ideas revolucionarias, renovadoras, y pensaban en una sentencia conmevedora: “somos insignificantes ante la Madre naturaleza, y hay que desmitificar los planteamientos de algunos de que somos seres superiores, porque no somos nada en el Universo, ante los miles de seres vivos que nos rodean”, espetó y siguió el curso de su claro pensamiento en busca de un mundo mejor.



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