Foto: Ahmed Velázquez. |
Elizabeth Palau Benítez es una joven cautivante. Su
carisma la hace demasiado atractiva, y para los niños es como una alegría
desbordante, como alguien que aleja la tristeza a su paso por las salas del
hospital del distrito de Mampong Ashanti, en Ghana, África subsahariana, donde labora.
Quizás por
ese “ángel” que tiene para los niños es que se decidió por la pediatría. Aunque
en ese país su especialidad le ha traído los momentos más amargos y difíciles,
porque el cuadro de salud infantil es deprimente; cada vez que un pequeño se le
va de las manos sufre mucho, y viene a su mente su hijo Roberto, de 14 años de
edad.
También hay
satisfacciones, porque cada vez que salva a un niño se siente crecer y entonces
se alienta a seguir luchando por estos pequeños seres que la mayoría de las
veces llegan al hospital cuando queda muy poco por hacer.
Elizabeth
tiene 35 años de edad, aunque aparenta 26 ó 27. Es muy bella no solo de cuerpo
sino de espíritu. Mas, no se envanece por ello, porque en verdad es su sencillez
dejada al tiempo la que la hace más hermosa.
Según su opinión para una mujer
enfrentar una misión como esta es verdaderamente difícil. Hay que prepararse
muy bien psicológicamente desde que no se ha salido de Cuba, y no puedes
flaquear porque fracasas. Su caso ha sido mucho más duro, porque tiene un hijo adolescente que al principio no se
adaptaba a su ausencia, y eso le trajo muchos inconvenientes emocionales en los
primeros meses, lo que en varias ocasiones le hizo pensar que tendría que
regresar.
La correspondencia entre ellos es constante y siempre le explica el
porqué de su estancia en Ghana, de su misión de curar a niños como él; con el apoyo
de la abuela materna, su pensamiento fue cambiando y hoy su razonamiento es
distinto. ¡Ahora hasta la alienta en sus cartas! Eso la hace grande, porque
piensa que también es fruto de la formación que le ha dado.
Especialista del hospital pediátrico de Palma Soriano, en Santiago de
Cuba, Elizabeth busca sus propios mecanismos de defensa para luchar contra la
nostalgia por Cuba, que es constante. En la casa es lo más difícil. El trabajo
te absorbe, pero la casa es la nostalgia viva por su país.
Valga que entre
sus compañeros siempre están inventando algo para combatir la nostalgia y muchas
veces lo logran. El problema es tener muy poco tiempo libre para mantener la
mente ocupada. En verdad cuando no están en el hospital o en la comunidad,
están localizados aquí en la casa...
Y llega la
ambulancia del hospital a buscarla a ella pues está de guardia, porque hay una
emergencia. Son las 12:00 de la noche. Cuando aparece en el cuerpo de guardia
como el viento interrogador, le pasa la mano al pequeño paciente que sufre una
malaria cerebral; el niño abre los ojos y comienza a sentirse mejor.
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