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El Paramount Chef tradicional (tercero de izquierda a derecha) con su equipo de trabajo. (Foto Ahmed Velázquez) |
Cuando las copas se alzan
para brindar y chocan entre sí, el doctor Puobe Chiir VII lo hace por el
Comandante en Jefe, Fidel Castro, y expresa su mensaje de gratitud al líder cubano
por lo que hace por su pueblo. “Le deseo que viva 100 años más”, dice y bebe
la cerveza que hace sudar la jarra. Qué así sea, asienten todos y se aplaude
por el brindis.
Es un día muy caliente en Nandom, en el que el Paramount Chef tradicional y presidente de la Casa Nacional de Jefes de Ghana, en el África subsahariana, le ofrece una recepción a los médicos que trabajan en esa zona: Antonio, Carlos, Fred y Alfredo.
Es un día muy caliente en Nandom, en el que el Paramount Chef tradicional y presidente de la Casa Nacional de Jefes de Ghana, en el África subsahariana, le ofrece una recepción a los médicos que trabajan en esa zona: Antonio, Carlos, Fred y Alfredo.
Cuando el Rey recibe a
los galenos en una terraza del piso superior, lo primero, después de las
presentaciones, es agradecerles lo que hacen por Ghana. “Los admiro mucho
porque ustedes están realizando algo que los médicos de mi país no son capaces
ni de pensar siquiera: trabajar en los lugares más pobres y apartados de esta
nación”, dice el Paramount Chef.
Puobe Chiir VII cursó sus
estudios superiores en la universidad Ca' Foscari, de Venecia, Italia, donde
obtuvo el título de doctor en Economía. Viste un elegante traje tradicional y
sobre su pecho cuelga una gruesa y larga cadena de oro con un medallón que lo
identifica como el Paramount Chef (Jefe de jefes) de toda Ghana.
Después de una hora de
recepción el encuentro se vuelve informal y Puobe Chiir asegura que la
presencia de los médicos cubanos en Ghana es uno de los hechos más trascendentales
en la historia de ese país. Y en prueba de máximo agradecimiento les dice a sus
invitados su nombre de pila: Charles Puore Imoru y les regala un chivo, que es como
un animal símbolo de Ghana.
Al salir de la recepción,
ya en las afueras del palacio, uno de los ayudantes del Rey les comenta a los
médicos: “nunca había visto a mi jefe tan contento. Ni siquiera yo conocía su
verdadero nombre”.
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