Ana Isa
Vidal Díaz, una de las más brillantes periodistas que haya pasado por Radio
Victoria, acaba de ganar el Premio nacional de Periodismo cultural Rubén
Martínez Villena que auspicia cada año la Asociación Hermanos Saíz, en la
categoría de radio y yo he sentido un orgullo enorme de ser su compañero de
trabajo y más que eso, su amigo.
Porque Ana
Isa es una de esas jóvenes cautivantes con su labor profesional y con su
presencia siempre viva, y desde que llegaba a la redacción era como un bálsamo
para el alma de sus compañeros, porque su forma de ser te atrapa una vez que la
conoces y no te suelta jamás, parabién del espíritu, por supuesto.
Unas horas
después del Premio he conversado con ella por Facebook,
en la distancia, y me ha confesado lo feliz que la hace el galardón, “porque
esos trabajos algunos los hice desde la casa, con mi computadora y mi
grabadora, apurada porque a las 7:00 de la mañana tenía que salir el tiempo
cultural.
Participé en ese concurso porque a dos semanas de estar en La Habana,
mi mamá me envió un sms diciéndome que había visto la convocatoria en la TV.
“Me resultó
tierno que mi madre, que no es periodista ni trabaja en los medios, pensara que
mi trabajo tenía la calidad como para presentarlo. Y por ella, por respeto a su
confianza, fui al Pabellón Cuba y llevé los trabajos en la memoria, ni imprimí
nada ni quemé disco. Imagínate, he estado tan abrumada con trámites, y contratos,
no estaba para eso.
·”Sí
reconozco que sentarme a escoger los trabajos de 2014, fue un buen ejercicio; a
veces no tengo la menor idea de qué está bien o mal en el periodismo radial,
sólo tengo mi instinto. Y llevé los que me gustaron a mí, los que me dejaban un
buen sabor cuando los escuchaba. Entendí que no importa que alguien piense que
lo que tú hiciste es excepcional, o notable, o aceptable, si a ti te gusta, y
crees fue lo que mejor pudiste hacer en ese momento, bajo esas circunstancias.
Yo soy así, siempre tengo que quedar en paz, sin amargura, sin rencores, para
poder seguir.
“Lo que sí
es duro que tenga que venir un grupo de personas de La Habana que ni me
conocen, a decir que mi trabajo de un año vale, no debería ser así”.
También me
habla de que de todas formas está contenta. “No sé cuando volveré a trabajar en
una emisora (por ahora estoy haciendo los podcast de SoyCuba) y no sé si volveré a hacer
periodismo cultural, pero la persona que soy ahora es fruto de las secciones
culturales de Radio Victoria, del calor en la redacción, y la falta de PC para
sentarse, de las semanas apretadas con líneas editoriales, y planes de trabajo,
de las madrugadas después de una cobertura por la noche, de los fines de semana
demasiado cortos, de mis colegas aptos para ingresar al Clodomira (ríe), los
extraño a todos, o a casi todos".
Después me
dice algo lindo:
“Besos, no te pierdas, no me culpes por irme, mantente ahí,
critícame cuando escriba algo que no te guste, llámame cuando vengas al
Costillar, que yo soy la misma socita
tuya de siempre”.
Emocionante
a la verdad. Emocionante saber que esa muchacha bella y talentosa se formó en Radio Victoria, nuestra emisora del alma, en
un colectivo discutidor y profesional, de cuyo seno cada día de este mundo
salen las más diversas noticias y las más disímiles voces del pueblo,
protagonista eterno de la obra revolucionaria.
¿Por qué se
fue hacia La Habana? Solo ella lo sabe a ciencia cierta, porque ama la radio.
Quizás fue por buscar otros horizontes, otras experiencias, otras formas de
decir, aunque sé que su vida está detrás del micrófono, en la carrera contra el
tiempo cada mañana para garantizar sus dos tiempos culturales en la Revista
Hablemos de y con el máximo de calidad.
Dos premios
nacionales de forma consecutiva (a este se suma el de la mejor sección cultural
de un noticiero en el país), hablan de la calidad en la forma de decir y de
comunicar de esta muchacha en el pasado 2014, sin dudas un año de excepcionales
resultados.
Pero lo que
más aprecio, lo que más me emociona y me enorgullece, es escucharla decir que la
persona que es ahora es fruto de las secciones culturales de Radio Victoria.
¡Eso es amor por su eterna emisora!, por su colectivo que ahora la añora, pero
sobre todo, por la audiencia –su audiencia-, a la que hacía feliz e informaba
bien temprano y le agradecía sus informaciones, crónicas, comentarios, sin
saber que la mayoría de las veces andaba con el sueño a cuesta, con el
cansancio a cuesta, con los días unidos a las noches y hasta a las madrugadas
durante largas semanas.
0 comentarios:
Publicar un comentario